«Santa Evita»: la historia rocambolesca del cadáver de Eva Perón durante más de 20 años

IVÁN GELIBTER MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

Ernesto Alterio y Natalia Oreiro, dos de los protagonistas de la serie
Ernesto Alterio y Natalia Oreiro, dos de los protagonistas de la serie

Disney+ estrena la adaptación de la novela de Tomás Eloy Martínez sobre la figura de una mujer que cambió para siempre Argentina

26 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un pasillo más o menos estrecho. O al menos no es lo ancho que uno pensaría que debería ser para albergar la tumba de la persona más relevante de la historia de Argentina en el siglo XX. Da igual la hora en la que uno deambule por el cementerio de la Recoleta de Buenos Aires. En ese tramo -rodeado de la majestuosidad y la belleza de las estatuas- siempre hay gente que busca con ahínco una construcción negra, de altura media y prácticamente lisa. Bajo ocho metros de tierra (algunos dicen que seis) y dentro del panteón de la familia Duarte descansa el cuerpo momificado de Evita; una morada final a la que llegó casi 25 años después de su muerte y tras un periplo tan rocambolesco como difícil de creer. Una historia -la de este inusitado viaje- que una serie (producida por Buena Vista y Salma Hayek) intentará relatar a partir del 26 de julio, y que en España se podrá seguir a través de la plataforma de Disney+.

Santa Evita (así es como se llama la serie) es la adaptación de la obra de Tomás Eloy Martínez, publicada en 1995 y de la que se han vendido más de diez millones de ejemplares en todo el mundo. Está dirigida por Rodrigo García y protagonizada por Natalia Oreiro, Ernesto Alterio y Darío Grandinetti. Aunque en la novela existen algunos elementos ficcionados, el grueso de la historia es tan real como inverosímil. En 1955, tres años después de su muerte, un comando dirigido por Carlos de Moori Koenig -siguiendo las órdenes del dictador Pedro Aramburu- entró en la sede de la CGT de Buenos Aires, donde estaba el cuerpo de la jefa espiritual de la Nación (un título concedido antes de morir). Robaron la momia, que estuvo durante meses deambulando por distintos puntos de la ciudad, hasta que terminó en el despacho de De Moori, donde éste la colocó de pie junto a la mesa.

Tras enterarse de esa situación, Aramburu (que temía que el cadáver pudiera ser objeto de una revuelta) decidió enterrarla en una tumba de un cementerio de Milán (Italia) bajo el nombre de María Maggi de Magistris. Ya en 1971, el cuerpo fue entregado a Juan Domingo Perón en Madrid, pero fue su esposa, Isabelita, la que ordenó su traslado final a la Quinta de Olivos, en Buenos Aires. Tras el golpe militar de 1976, el cuerpo fue entregado a la familia Duarte, que lo enterró en el lugar en el que descansa hoy en día.

Esta historia -a la que se han cortado las partes más asombrosas para aquellos que vayan a ver la serie- no hizo sino agrandar aún más la leyenda de una mujer que, independientemente del pensamiento político, revolucionó el país latinomamericano para siempre. Canciones, obras de teatro, camisetas, todo tipo de productos de markéting y -por supuesto- las series y el cine han abordado desde diferentes puntos de vista la figura de la prócer argentina, aunque ninguna ha sido especialmente relevante en términos artísticos.

Evita en las pantallas

La más popular a nivel internacional es sin duda el filme Evita (1996), dirigido por Alan Parker, con guión de éste junto a Oliver Stone, y basado en el musical homónimo de Andrew Lloyd Webber. La elección de Madonna para el papel de Eva Perón fue objeto de críticas, aunque el resultado de su interpretación resultó bastante positivo. Junto a ella están Jonathan Pryce como Perón y Antonio Banderas como el Che. A diferencia de lo que la gente suele pensar, este personaje no hace referencia al Che Guevara, sino al ciudadano argentino anónimo. La película fue muy rentable a pesar de haber costado casi 60 millones de dólares de entonces, además de ganar un Oscar de cinco nominaciones y tres Globos de Oro. Sin embargo, la frivolización del personaje no sentó bien en algunos sectores, y de hecho en Argentina algunos cines que proyectaban la película fueron vandalizados.

Desde su muerte hasta la actualidad han sido varias las propuestas -casi todas argentinas- que han pasado sin pena ni gloria, aunque algunas fueran mejores que otras. Ahí está por ejemplo Eva Perón (1996) de Juan Carlos Desanzo, que se estrenó el mismo año que la de Alan Parker, pero con una visión mucho más realista de su vida. En 1983, Eduardo Mignogna estrenó Evita, quién quiera oír que oiga, una especie de documental con música de Lito Nebbia y Silvina Garré que recorre su vida con elementos recreados, imágenes reales e intervenciones de gente que la conoció. Ninguna de estas dos películas están disponibles de momento en España.

La que sí se puede ver en Filmin es Eva no duerme (2015), de Pablo Agüero; un filme estrenado en el Festival de San Sebastián, y que precisamente narra (a su manera) el periplo del cuerpo de Evita tras su muerte. La película es excesivamente lenta y pretendidamente onírica, pero termina por ser directamente aburrida. Sobre gustos no hay nada escrito, pero si la intención es conocer en profundidad qué sucedió, este no es el largometraje adecuado.