«La novia gitana», el buen pulso del «thriller» de la mano de Paco Cabezas

borja crespo MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

Javier de Agutín Aldeguer

El libro superventas de Carmen Mola da el salto a la pequeña pantalla este domingo en Atresplayer Premium

25 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Son muchas las series de inminente y próximo estreno que se han presentando en el Festival de Cine de San Sebastián. La novia gitana es una de ellas. Este domingo verá la luz en el menú de Atresplayer Premium (cuya oferta en streaming, propia e inédita, está dejando atrás a la competencia en términos de tele lineal). El proyecto cuenta con varios datos a su favor. Está basado en un bestseller, obra del fenómeno Carmen Mola —en realidad un trío de hombres— y se ha encargado de la dirección uno de los realizadores más internacionales, Paco Cabezas, cuyo nombre figura en incontables producciones con pegada, entre ellas The Umbrella Academy, Clase letal, Penny Dreadful y El alienista. Su última película hasta la fecha, Adiós, protagonizada por Mario Casas, rodada en casa, marca el tono de esta iniciativa que aprovecha el indudable talento interpretativo de un reparto coral de campanillas. 

La novia gitana, donde el retrato de la ciudad de Madrid es un personaje más, empieza con contundencia, con una atmósfera de thriller bien trabajada. El cadáver de una mujer aparece bajo la lluvia vestida con un traje de boda. Le han trepanado la cabeza y le han introducido gusanos en la chaveta, entre otras lindezas propias de un psicópata. Al lugar del crimen acude la policía con extrema cautela. El escenario es desolador, máxime cuando hace unos años ocurrió algo parecido. El supuesto autor de aquella barbarie lleva tiempo entre rejas, con lo cual alguien le está copiando al dedillo, un imitador anda suelto, o han encerrado entre rejas a un inocente. Buenos primeros pasos, in crescendo, para un relato oscuro y truculento que aprovecha los códigos del género para situar al espectador a buen recaudo desde el primer segundo.

El director sevillano sabe narrar y encuentra buenos cómplices en su gesta tras la cámara, con una fotografía que bascula entre grises, entre el horror de la sangre y la melancolía de una luz del día que esconde muchos secretos.

El clarividente casting está liderado por la actriz gallega Nerea Barros, Goya por La isla mínima, en la piel de Elena Blanco, una inspectora obsesionada con su trabajo cuya vida emocional deja bastante que desear, autodestructiva e intensa debido a un hecho traumático del pasado. Volcada en encontrar respuestas al asesinato de la novia ensangrentada, se cruza con otras fichas sobre el tablero que se mueven entre el misterio y la desconfianza, entre el bien y el mal. Acompañan a la actriz, quizás demasiado dura en su rol, un estupendo Vicente Romero —nunca está mal este titán—, la siempre brutal Mona Martínez —puro carisma—, Darío Grandinetti —da muy mal rollo— y un nutrido largo etcétera.