Las amigas que reinventaron el género romántico dicen adiós en «Valeria»
PLATA O PLOMO
La saga literaria de Elísabet Benavent llega a la tercera y última temporada de su adaptación como serie
02 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La saga literaria de Elísabet Benavent vuelve este viernes a Netflix para despedirse con la tercera y última temporada de Valeria. La serie dice adiós a los espectadores y a los lectores a los que ha conquistado con una nueva visión del género romántico, un género que reivindica con orgullo, y que está alejada del amor clásico para poner el acento en la amistad entre cuatro amigas. «La tercera temporada es un broche de oro. Es una oda al amor, y al amor desde todos los puntos de vista posibles, no solo el amor romántico. Creo que esta temporada el leitmotiv principal es una historia de amor entre cuatro amigas que se van a tener siempre y que se eligen sobre todo lo demás», explica Benavent a Europa Press.
En la serie basada en sus novelas superventas, Diana Gómez da vida a la protagonista, una escritora con una complicada vida amorosa y que encuentra en sus amigas Lola (Silma López), Carmen (Paula Malia) y Nerea (Teresa Riott) su mayor apoyo vital.
«Se habla también de las dudas sobre el amor romántico, de lo difícil que es conciliar la vida personal con la profesional, de lo difícil que es despegar y montar un negocio... Se habla de muchísimas cosas, y todas desde un punto de vista muy realista, muy verosímil, muy actual, que creo que va a hacer que el espectador sienta la serie muy cercana», añade.
«Para mí el mensaje importante es que la amistad es un alivio, es una de las cosas más importantes del mundo. Es un espacio seguro para ser tú misma, para equivocarte», opina Silma López.
Sobre el género romántico, cree la escritora que este atraviesa actualmente una nueva edad dorada. «Creo que se está reconstruyendo a sí mismo, se está adaptando a los tiempos, está concibiendo unas historias alrededor del concepto del amor sano, que creo que es maravilloso. También los creadores estamos empezando a poner en duda un concepto del amor que teníamos aprendido, que teníamos metido en el ADN, que no poníamos en duda y que arrastraba conceptos que eran muy tóxicos», subraya Benavent.