«Muertos S.L.», los avatares de una empresa familiar atípica

Iker Cortés MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

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Es la nueva serie de los hermanos Caballero para Movistar Plus+

30 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Dámaso Carrillo (Carlos Areces) y una mujer acceden al espacio que la funeraria dedica a la exhibición de féretros. Tras una conversación acerca del parentesco que le unía a ella con la fallecida y que juega al equívoco, inaudible para quienes estamos al otro lado del monitor y no tenemos auriculares, el empleado comienza a enseñarle los distintos modelos de ataúdes. Pero algo va mal: cada vez que Dámaso levanta una de las tapas, vuelve a cerrarla inmediatamente porque dentro parece haber algo que le horroriza, hasta que da con una vacía. La forma en la que Areces despliega todo su humor gestual lleva a la directora Laura Caballero a sofocar una carcajada antes de dar indicaciones para repetir la toma.

La secuencia se está grabando en Navalcarnero, una localidad a poco más de media hora de Madrid, y pertenece a Muertos S. L., la nueva comedia que Contubernio Films -la productora dirigida por los hermanos Alberto y Laura Caballero, responsable de títulos como La que se avecina, Machos alfa o El pueblo- está preparando junto a Movistar Plus+ y que se estrenará, previsiblemente, el año que viene. «Es una mezcla de A dos metro bajo tierra, Juego de tronos y The Office», desvela Areces, que por vez primera encabeza el reparto de una ficción televisiva.

«La serie es la historia de una pyme familiar, una especie de Succession en miniatura», completa Alberto Caballero, corresponsable de esta sitcom al uso, con capítulos de media hora de duración, que narra las vicisitudes de un grupo de trabajadores de una funeraria. «Queríamos contar que hay negocios, más o menos ocultos, pero que en el fondo son empresas como cualquier otra porque sus trabajadores acaban normalizando cosas que al resto nos llaman la atención», continúa el productor y guionista. «Claro, estás tapando una fosa nasal a un cadáver y a la vez estás contando quién te gusta en el trabajo o qué vas a hacer el fin de semana», confirma Gerald B. Fillmore, que ha tenido que dar un curso acelerado de tanatopraxia para meterse en la piel de Abel, un tipo «meticuloso y ordenado» al que le encanta su trabajo.

Tiene sentido lo de Succession en miniatura porque la serie da comienzo cuando fallece Gonzalo Torregrosa, propietario y fundador de la funeraria que lleva su nombre. Dámaso era hasta ahora su mano derecha y está convencido de que lo mejor para todos es que él asuma el mando, pero Nieves, la viuda del difunto, será quien se ponga al frente de la empresa, ayudada por su inútil y entusiasta yerno, Chemi, un experto en márketing que no ha dudado en colgar una fotografía enorme de Steve Jobs junto a su mesa de trabajo. Las traiciones y las zancadillas estarán a la hora del día.

Un tipo mezquino

Es la cuarta vez que el ‘chanante' se pone a las órdenes de Alberto y Laura Caballero y lo hace una vez más dando vida a un tipo «mezquino», pero aunque en el set se respire un aire familiar, Areces asegura que jamás había trabajado en unos decorados tan espectaculares: «En La que se avecina hemos estado tantos años con los mismos que parecían ya la casita de Espinete». Lo cierto es que la entrada al set llama mucho la atención. La fachada, con el rótulo Funeraria Torregrosa, permite grabar con luz natural en el exterior. Pero es en el interior de la nave donde se percibe la importante apuesta de la productora y la plataforma, con dos enormes platós de 1.500 y de 1.200 metros.

En el primero, situado a pie de calle, se encuentran la recepción, la cafetería, la sala multiconfesional -«es que si no evolucionas pierdes clientes», dice entre risas Caballero- y dos velatorios -uno de gama media, otro más VIP- con sus túmulos, así como los pasillos de servicio por los que circulan los empleados trasladando a los cadáveres. «La zona de cara al público tiene un aspecto más retro y elegantoso porque su origen está en el año 96, que es cuando se liberalizó el sector», detalla Caballero. Lo más sorprendente es que «todo está conectado y podrías meter una ‘steadycam' y circular por todo el edificio», cuenta entusiasmado.

No será Muertos S. L., sin embargo, una ficción que a priori abuse del plano secuencia porque su realización parece mirarse en títulos como The Office o Parks and Recreation. «No es un falso documental, no hay personajes hablando a cámara», deja claro Areces, «pero prácticamente toda la serie está rodada con cámara al hombro y zooms y eso le da un aspecto de documental, aunque no rompamos la cuarta pared, que aporta frescura y ritmo». En este sentido, la cámara funciona «como un personaje más» y tiene «su propia mirada», apunta Adriana Torrebejano, que encarna a Manuela, otra tanatopractora del centro, con tan buena mano que algún actor ya se ha quedado dormido durante las secuencias. «Es que los dejo muy relajaditos», señala.

En el segundo plató, situado dos plantas por debajo, esa sensación de realidad se desvanece por la presencia de dos pilares. A cambio, el set cuenta con todo tipo de estancias: las oficinas, el office para almorzar y descansar, el rincón dedicado a la exhibición de las distintas gamas de féretros, el horno crematorio, la espectacular sala de tanatopraxia, con todo el atrezo real -disponen hasta de las agujas que se usan para coser bocas- y el enorme despacho del difunto Torregrosa, construido con maderas nobles.

Pese al intenso trabajo, curiosamente «es la serie más placentera que hemos puesto en marcha», afirma Caballero, algo que atribuye a la experiencia y al equipo ya rodado, pero también a que los decorados permiten trabajar y poner la cámara en casi cualquier lado sin tener que mover paredes.