Acción y hemoglobina en «Sweet home», un infierno de humanos y mutantes

Borja Crespo MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

La segunda entrega de la serie surcoreana basada en un cómic 'online' conjuga -violencia extrema y humor excéntrico

19 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta apabullante el nivel de producción y la cantidad de proyectos que genera Corea del Sur, un país que goza prácticamente del mismo número de habitantes que España, en torno a 50 millones. El calado internacional de su potente industria audiovisual es un hecho más que palpable y Netflix tiene bastante que ver con su indudable y constante expansión, especialmente tras el éxito global de seres como El juego del calamar, cuya esperada segunda temporada llegará este año (crucemos los dedos).

Otras series del país asiático con potencial, como La gloria, La chica enmascarada, Perros de caza o la más reciente El legado, entran en las listas de lo más visto en medio mundo junto a películas con presupuesto y buen empaque, entre ellas Cazadores en tierra inhóspita, estrenada hace apenas unos días.

Formato en auge Sweet Home, basada en el homónimo webtoon (tebeo web), con guion de Kim Carnby y viñetas de Hwang Young-chan, pronto tendrá una tercera entrega.

Pero la segunda temporada vio la luz no hace mucho, con más acción y hemoglobina que su antecesora. Tiene su origen en ese formato de cómic online tan en auge que funciona como fuente de inspiración de incontables iniciativas audiovisuales que nos llegan de Oriente. La segunda temporada suma intensos episodios que comienzan con los personajes supervivientes de la aventura inicial fuera del edificio que les daba cobijo frente a la amenaza de la invasión de los monstruos mutantes.

Sweet Home, una suerte de 13 Rue del Horror, que no Rue del Percebe, transcurría en su primera temporada en un bloque de viviendas en el que estaban confinados los protagonistas, un grupo de vecinos, a cual más variopinto, que debía enfrentarse a un ejército de criaturas espeluznantes, fruto de un virus apocalíptico, un paso más allá de The Last of Us. Es como si Rec, el conocido filme de culto de Paco Plaza y Jaume Balagueró, se cruzase con las populares historietas de Francisco Ibáñez.

En su clímax, los supervivientes se veían obligados a salir al exterior, con lo cual el inicio de la continuación, rodado con drones y cámaras desbocadas, se antoja más espectacular en esta segunda temporada.

Sus tres primeros capítulos son fantásticos, con algún efecto visual mejorable, sí, pero con un nivel de producción atractivo en general. Hay maquillajes extraordinarios, aunque algún monstruo realizado con CGI -imágenes generadas por ordenador- suponga todo un tropezón estético.

Su comienzo es contundente, con ecos de The Host, de Bong Jon-hoo (Parásitos), y la irrupción del aparato militar para apaciguar el desaguisado. Irrumpe en escena un mad doctor, hay explosiones aterradoras y descomunales y el final del tercer episodio, todo un puñetazo en la retina, parece el 'the end' de una temporada potente.

Acaba altísimo y replantea el relato, tiempo después y de nuevo en interiores, perdiendo fuerza. A partir del subidón, hay que ademitir que cae de manera inevitable.

Después del final apoteósico del capítulo tres, a partir del cuarto episodio la serie, dirigida por Lee Eung-bok (Mr. Sunshine) y Jang Young-woo (Bulgasal: almas inmortales), baja demasiado el pistón. Lo hace incomprensiblemente, fragmentando su foco en varios personajes, cada uno con su deriva personal en un escenario desolador, lo que implica cierta desorientación para el público que esté poco concentrado.

La niebla, la reivindicable adaptación de Frank Darabont de la novela de Stephen King, sigue presente, como en la primera temporada, con altas dosis de violencia y mal rollo, pero la evolución de los acontecimientos se antoja abigarrada.

Desconcierto

El ritmo lento de los últimos cinco episodios se une a la desaparición de algún personaje clave que no sabemos si está muerto o si se mantiene en estado vegetativo.

Las subtramas son algo confusas, y no resulta fácil guiarse, aunque el conjunto deleita al espectador sin prejuicios con algunas estimables escenas sanguinolentas y algunos diálogos robustos.

Con todo, Sweet Home mantiene en su segunda temporada un sentido del humor excéntrico y algunos instantes delirantes cuando hacen acto de presencia las temibles monstruosidades, tan peligrosas como los seres humanos.

Nuestro lado oscuro florece al mismo tiempo que nuestro instinto de supervivencia. La serie entretiene, cuenta con el buen hacer de los surcoreanos e interesan los nuevos personajes que presenta, pero se alarga en exceso y pierde una pieza esencial que únicamente se deja ver en las tres primeros episodios. Todo un riesgo.