«Antracita», una secta y una «tiktoker» detective

borja crespo BILBAO / COLPISA

PLATA O PLOMO

«Antracita»
«Antracita» Christine Tamalet / Netflix

La miniserie francesa de seis capítulos, inspirada en una tragedia real de un suicidio colectivo, fue lo más visto en Netflix hace unas semanas

16 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La etiqueta «basada en hechos reales» llama poderosamente la atención del espectador actual, sobre todo cuando hay un crimen, o varios, de por medio. La curiosidad por lo escabroso es evidente, tanto en las docuseries como en los pódcast o las adaptaciones audiovisuales desde la ficción, con sus licencias literarias, a ratos discutibles. Bucear en nuestro lado oscuro, generalmente desde un punto de vista sensacionalista, aporta visualizaciones a mansalva. Al ser humano le atraen los sucesos que aportan morbo, las existencias macabras, las investigaciones sin resolver y los fenómenos extraños. Donde esté un sádico serial killer que se quite todo lo demás. La etiqueta true crime está de moda, aunque hay maneras de resolver la recreación de un hecho retorcido esquivando posibles conflictos éticos.

Antracita es una propuesta gala, una miniserie de seis capítulos, inspirada en una fatídica tragedia real que aporta su propia visión del asunto con cierta originalidad, sin que salte la alarma del dilema moral en la exposición del caso. Una secta y un suicidio colectivo es el centro del enredo, con saltos en el tiempo para resolver el rompecabezas. Desaparecen individuos y aparecen cadáveres en los bosques alpinos de Francia.

Antracita, que fue primera en el top de Netflix hace unas semanas, parte de los hechos protagonizados en los años noventa por la secta esotérica Orden del Templo Solar en Francia, cerca de Grenoble, en los Alpes franceses, también activa en Suiza y Canadá. La libre recreación recoge algunas ideas del caso real, aunque hace suya la historia con la invención de personajes y situaciones completamente nuevas que ensanchan el argumento. El extinto clan religioso empleaba la antracita que da título a la serie, un mineral parecido al carbón, para cubrirse el rostro en los rituales. Fundado por Luc Jouret y Joseph Di Mambro, quienes afirmaban ser descendientes de los antiguos templarios, predicaba una mezcla de creencias apocalípticas y new age.

 

La secta se hizo popular en 1994 cuando medio centenar de sus miembros se suicidaron en una granja después de ingerir veneno, o matarse entre ellos, supuestamente para alcanzar otro estado de conciencia, pensando en una posible resurrección. Un año después aparecieron dieciséis cuerpos sin vida, carbonizados, en un bosque de la región de Vercors (Francia). Inevitablemente se abrió un amplio debate sobre la regulación de las sectas en Europa, con la protección de las personas vulnerables como principal objetivo.

Entorno alpino

La oscuridad del secreto por desvelar que plantea Antracita choca con algunos jubilosos personajes principales, cuya actitud es luminosa. Se lleva la palma la protagonista, una joven streamer que se dedica a desvelar casos sin resolver con la ayuda de una red de seguidores en internet. La muchacha, descarada y con pinta de otaku desatada, una friki en toda regla, también esconde algún secreto inesperado sobre su salud. Empecinada en seguir la estela de su padre, un reconocido reportero ahora desaparecido, viaja en su búsqueda a un pueblo francés en la montaña, topándose con más de un misterio. Precisamente treinta años atrás su progenitor investigó el suicidio de varios acólitos de una estrambótica secta que habitaba en el lugar. El líder de la organización sobrevivió y permanece encerrado en un psiquiátrico cercano. La muerte en extrañas circunstancia de una muchacha perdida desata una espiral de acontecimientos que deviene un festival de giros en el guion.

Resalta la manera en la cual están resueltas visualmente las pesquisas online de la protagonista, una creadora de contenidos centrada en la resolución de intrigas a través de los datos que aportan sus fieles seguidores navegando por la red. A nada que lanza una pregunta alguien obtiene la respuesta buceando en Internet. Todo está en la nube, aparentemente. No hace falta salir de casa para stalkear a una persona, con el ordenador o el celular, y descubrir qué se esconde detrás de sus movimientos en el ciberespacio. Nos vigilamos a nosotros mismos, tal y como retrata Antracita, cuyos bellos paisajes nevados contrastan con una trama que va ensombreciéndose a medida que avanzan los diferentes capítulos. Con un bajón de ritmo en la parte central, un valle cada vez más habitual en el formato, la historia vuelve a tomar velocidad hasta el desenlace final, donde todo cuadra en la búsqueda de la verdad.

Fusión desvergonzada entre el true crime y el thriller al uso, la serie está protagonizada por Noémie Schmidt (Una veterinaria en la Borgoña), quien encarna a la hiperactiva investigadora de colorida vestimenta -que pide liderar más aventuras-, Hatik (Dogman), Kad Merad (Los chicos del coro), Jean-Marc Barr (Dogville), Camille Lou (El bazar de la caridad), Nicolas Godart (Iris) y Raphaël Ferret (Los supervivientes).