Los fans de «El Ministerio del Tiempo» no paran de celebrar diez años después

Mikel Labastida MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

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La serie creada por Pablo y Javier Olivares continúa en el recuerdo de miles de espectadores tras una década desde su estreno en La 1

24 feb 2025 . Actualizado a las 10:39 h.

Cualquier ministérico sabe —sabemos— que los mejores españoles son los que más improvisan, que a la mayoría de genios de este país se les distingue por ser unos pichabravas y que no hay un insulto más contundente que hideputa. Los ministéricos son conscientes de que El Cid es un farsante; Lope de Vega, un ligón; y Velázquez, el más eficaz pintor de retratos robot. Y, por supuesto, celebran que Lorca fuese el que al final ganase o que Cervantes conociese la trascendencia que su obra tuvo. Están informados de que el Libro de las Puertas se escribió en el siglo XV, y de que existe un mercado de puertas clandestinas o de que la puerta 58 tuvo que ser bloqueada por abuso de su uso.

Un buen ministérico debe recordar que reclutar aristócratas no es buena idea porque solo piensan en sí mismos, que no es posible reescribir la historia y que ningún intruso puede colarse en el presente. Que el Ministerio intervino para salvar a Miguel Hernández en la batalla de Teruel, para que Goya pintase La maja desnuda, para que Kirk Douglas y Lola Flores no tuvieran un romance y para que el Guernica regresase a España. Y que existen puertas emplazadas en el monasterio de Montserrat, en un teatro en Vitoria o en el castillo de Olite, entre otros muchos lugares.

Porque los ministéricos son más que fieles espectadores de una serie, El Ministerio del Tiempo, que se estrenó en TVE en febrero del 2015. Son seguidores acérrimos que diez años después recuerdan los nombres de los principales protagonistas —Julián, Amelia y Alonso de Entrerríos— y los vínculos que les unieron. Son defensores a ultranza de la capacidad didáctica que tuvo esta producción y que no dejan de pedir su vuelta.

Fenómeno fan

Hay pocos títulos televisivos que cuenten con semejante fenómeno fan detrás. Que incluso posean nombre propio de comunidad —lo de ministéricos—, que era algo, hasta entonces, reservado para producciones clásicas como Star Trek —los trekkies—, Perdidos —los losties— o Juego de Tronos —tronólogos—. La capacidad de entrega de su audiencia jamás se había manifestado de este modo con un producto nacional. La ficción de TVE entusiasmó a sus espectadores pero además despertó, durante su emisión, la vena creativa de quienes la veían, que se lanzaban a generar sus propios relatos e ilustraciones inspirados en las tramas y personajes de cada capítulo. Trabajos que siguen reivindicándose tras una década.

Pablo y Javier Olivares, sus autores, se arriesgaron cuando decidieron poner en marcha un proyecto histórico, en el que se iban a revisitar de un modo bien particular acontecimientos como la guerra hispano-estadounidense, la cita en Hendaya entre Hitler y Franco, o la llegada de Colón a América. Porque en estos casos siempre hay alguien que no se encuentra satisfecho con cómo se han trasladado distintos hechos históricos. Los Olivares, sin embargo, recibieron principalmente aplausos. De hecho en la emisión de cada capítulo se convertían en trending topic distintas figuras y eventos. Y había instituciones —bibliotecas, museos, archivos— que aprovechaban para darse a conocer valiéndose del impacto mediático que provocaban las tramas de la serie de la cadena pública.

Gracias a este particular Ministerio, Lorca y Camarón fueron virales y Velázquez logró una legión de devotos más allá de sus pinturas. Personajes como Napoleón o Torquemada tuvieron oportunidad de redimirse y de otros, como Benito Pérez Galdós o el Empecinado, descubrimos una doble vida.

Ha sido, sin duda, la serie más relevante de TVE en los últimos años, no por su audiencia sino por el eco que conseguía en redes y en la conversación social. Sus datos en la televisión lineal no fueron extraordinarios, pero no se puede decir lo mismo de los del diferido. Pero ninguno de estos atributos sirvió para que el ente público diese luz verde a una nueva temporada. Y es algo que no se perdona entre sus seguidores, que llevan reclamando nuevos episodios desde que se ofreció el último, en el 2020, en plena pandemia. Pero no ha habido suerte. Al menos de momento. Y solo queda opción de revisar alguno de los 42 capítulos ya grabados.

Rodolfo Sancho, Aura Garrido y Nacho Fresneda firmaron, posiblemente, las más notables interpretaciones de sus carreras gracias a esta serie que rescató a actores más mayores (e injustamente olvidados) como Jaime Blanch o Francesca Piñón, a los que les proporcionó una popularidad que no habían experimentado de esa manera.

Diez años después TVE sigue sin aclarar por qué la canceló y qué le impide recuperarla, algo que los ministéricos piden con frecuencia, aunque el tiempo haya pasado.