
El ficción derivada de «Bosch» funciona con nota e identidad propias, gracias a un guion sólido y unos personajes con carisma que tocan el corazón
26 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Cuando alguien desconocido te agrede, no confías en nadie, pero cuando es alguien conocido el que lo hace, no confías en ti». Es una de las muchas frases memorables que ofrece Ballard, una serie disponible en Prime Video que, inicialmente, puede parecer un producto policíaco más, ligero y entretenido, pero contiene diálogos con cargas de profundidad. Quien comenta estas palabras es la protagonista, Renée Ballard, una detective que lidera una novedosa unidad especializada en casos abiertos, como el Departamento Q de Netflix, pero con una oficina más decente que opera en Los Ángeles. El comentario se lo hace a una colega investigadora que ha podido sufrir acoso, una experiencia injusta y dolorosa que también vivió ella. La situación derivó en la marginación en el cuerpo policial y su posterior cambio de destino.
La sororidad y el compañerismo están muy presentes en las imágenes de una propuesta que puede parecer otra vuelta de tuerca al género procedimental, como CSI o Mentes peligrosas, pero la etiqueta se le queda pequeña a un proyecto que exprime el formato con ganas e ideas. No estamos ante otro thriller más, fragmentado y condimentado, gracias a la descripción de unos personajes entrañables con los cuales es fácil encariñarse, a pesar de sus cambios de humor y contradicciones.
Uno de los secretos del éxito de una serie de televisión son sus personajes principales, un reclamo que se agudiza en las historias sobre casos sin resolver donde la investigación es lo de menos: lo que ocurre a los protagonistas en su vivir cada día es igual de importante o más. Ahí está Poker Face, que acaba de estrenar su segunda temporada en SkyShowtime, o ACI: Alta Capacidad Intelectual y su remake High Potential, ahora en Disney +.
En el caso de Ballard, basada en las novelas de Michael Connelly, un crimen polémico vertebra los diez capítulos de su primera temporada, mientras otros asesinatos se entrecruzan o van siendo descifrados, sin la necesidad de alimentar el esquema habitual de un homicidio que solucionar por episodio. La fórmula al uso se ve enriquecida por el interés que despiertan los roles secundarios, además del carisma de Ballard, cuyas maneras y temperamento son de dominio público gracias a la conocida serie Bosch (también en el catálogo de Prime Video), de la que sería spin-off.
Situada en los primeros puestos entre las preferencias de los usuarios de la plataforma en streaming de Amazon, Ballard cuenta, de momento, con una buena puntuación en internet, aunque no alcanza a Bosch, probablemente porque su protagonista no es un hombre rudo tatuado con pelo plateado que, por supuesto, se aparece de vez en cuando como guiño a los seguidores de Harry Bosch, quien presta su ayuda y experiencia.
Por desgracia, suele penalizarse que la acción se sustente sobre los hombros de un rol femenino con carácter. Renée Ballard, encarnada con notable eficacia por Maggie Q (Nikita, la serie), hace surf para liberar estrés y comparte casa con su abuela, una excelente cocinera. Es cabezota e inteligente, lo que la llevó un tiempo atrás a enfrentarse a sus superiores ante ciertas injusticias. Aislada por señalar a un compañero desalmado con las manos largas, rehace su carrera comandando la nueva unidad de casos sin resolver de la policía de Los Ángeles, una iniciativa con problemas de financiación nutrida por un peculiar equipo de voluntarios. Un investigador jubilado con mucho tiempo libre, un ama de casa con los hijos emancipados e ínfulas de vidente, una exagente que dejó su puesto al oler la corrupción en su departamento, una becaria intensa que se enamora de quien no debe y el dueño de una empresa de seguridad con pocas luces y una pistola al cinto.
Ballard elige los casos con empatía y algún motivo añadido. Le atrae la posibilidad de meter el dedo en el ojo a compañeros irritables que no se comportaron bien en el pasado. Tira del hilo y consigue ampliar la información sobre cada delito gracias al tesón de sus compañeros. La búsqueda de un asesino en serie se cruza con una trama de corrupción de agentes de la ley. Ballard engancha, goza de un ritmo apreciable, buenas conversaciones y algún giro oportuno.