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25 jul 2002 . Actualizado a las 07:00 h.Bill Wyman dejó los Stones por dos razones: a) estaba cansado de aguantar los superegos de Mick Jagger y Keith Richards, y b) ya tenía la luz pagada para el resto de su vida. Eso era en 1993, cuando decidió cambiar el bajo por la familia, escribir libros en los que despellejaba a los miembros de su ex grupo, estudiar ¡arqueología! y llevar las cuentas de su Sticky Restaurant. Pero un día pasaron una de estas dos cosas (o las dos a la vez): a) echaba de menos viajar por todo el mundo de gira, o b) los beneficios del Sticky de marras no eran suficientes para sostener el tren de vida de una estrella del rock (ya saben, esas nimiedades de viajar en avión privado y vivir en una mansión). El resultado fue que montó un grupo de ilustres músicos (The Rythm Kings) que este domingo actúa en el auditorio vigués de Castrelos a las 23.00 por el módico precio de 6 euros (entrada anticipada). La paradoja de su banda es que Bill Wyman es el gran protagonista en los carteles (ese pasado stoniano del que reniega es, sin embargo, un gran reclamo publicitario), pero en el escenario hay, por lo menos, dos músicos del grupo que le adelantan por la izquierda en lo que a maestría musical se refiere. Uno es Georgie Fame, un mago del órgano con una carrera impecable a sus espaldas, avalada por composiciones de altura ( Yeah, Yeah o La balada de Bonnie y Clyde , por ejemplo) y una velocidad de dedos que no se ha visto disminuida por sus 59 años. El segundo crack de la banda es Albert Lee, otra leyenda cercana a la sesentena que lo ha sido todo en la escena británica del rockabilly, el country y el blues. El resto de la banda se completa con una nómina de profesionales archicompetentes que destilan un rythm and blues clásico de alto octanaje sonoro. Esta troupe de virtuosos será la guinda del gigantesco pastel sonoro que este fin de semana se cocinará en los escenarios de toda Galicia.