El lujo barroco de José Castro seduce en el primer día de Cibeles

Alejandro Posilio

SOCIEDAD

El diseñador gallego presenta su colección llena de pieles de todo tipo sobre una escenografía de terror

21 feb 2009 . Actualizado a las 11:10 h.

El estreno de la 49.ª edición de Cibeles Madrid Fashion Week tuvo un marcado acento gallego, pues tres de los cinco representantes mostraron sus colecciones en el mejor expositor de la moda español. Dos de ellos, José Castro y Marta Montoto, debutaron con éxito y originalidad. Aunque el primero tiene un prestigio internacional ya acreditado y la segunda (que se estrenó en la pasarela para jóvenes diseñadores) acaba de terminar su aprendizaje en la escuela pontevedresa de Esdemga. Cerró la jornada María Freyre, que lució sus creaciones en plena noche fuera del recinto ferial en una especie de loft del centro de Madrid.

El desfile más esperado de la cita de ayer era el de pontevedrés de A Cañiza afincado en Barcelona, quien interpretó el estilo futurista con las técnicas y la pasión que lo caracterizan. Baggy pants, abrigos oversized, faldas tulipán, americanas desestructuradas y trajes sastre conformaron una colección con la que José Castro transporta a una nueva visión de la realidad. Esta, mayormente, fue un grito de locura creativa y de propuestas presentadas en una escenografía tormentosa, algo decadente y romántica. Miedo y locura sobre la pasarela para una colección repleta de pieles y lujo que sedujo al público y a los especialistas.

En horario de prime time, este habitual de la semana de la moda de París dibujó la belleza femenina por medio de elementos del cine de terror y una crítica a la inconsciencia, refugiada en la famosa frase de Fassbinder «Cada hombre mata las cosas que ama», en la que la decadencia y la pasión van de la mano.

El negro y el blanco, salpicados de algunos rojos, verdes y marrones, fueron los colores que predominaron en la pasarela; mientras que los tejidos elegidos fueron el cuero, la seda, las organzas y el tejano (uno de ellos imitaba el famoso chapapote), intercaladas entre ellos prendas de animales, tipo piel de rata, de conejo o carnero, incluso de cebra. Un grito animal que rompía la armonía. Pero, como afirma el propio José Castro, «nunca me ha gustado la coordinación de las creaciones y sus complementos».