Se imaginan un desfile de moda en el que la práctica totalidad de los diseños puedan verse entre el común de los mortales en una fiesta, acto público o paseando por la calle? Pues eso es lo que ofreció ayer Kina Fernández en Madrid Fashion Week, una colección muy ponible, pero, como diseñadora que es, no renuncia a la originalidad y la elegancia.
Quizá sea porque lo que Kina y su hija María hicieron fue reinterpretar el fondo de armario de los clásicos masculinos en forma de tejidos y acabados. Los tejidos de espiga, la alpaca y los grises clásicos de los trajes masculinos se transformaron en trajes entallados, mientras que las pajaritas y los picos de pañuelos sobresaliendo del bolsillo daban un toque varonil a los atuendos de la noche.
Su colección otoño-invierno está inspirada en una película de Katharine Hepburn de 1935, La gran aventura de Silvia Scarlet, en la que la protagonista es una mujer muy osada para su tiempo, pero extremadamente femenina y sexi, como acostumbra esta modista coruñesa, aunque en esta ocasión con toques muy de hombre.
Destacaron las chaquetas overside con pantalones de pinzas, los vestidos principalmente cortos o por encima de la rodilla y las chaquetas estilo capa, amplias en la parte superior y que se van estrechando según descienden. Nada de prendas largas, solo la apuesta que cerró el desfile.
Destacan los tejidos, técnicos o lanosos, con aspecto de abrigo para las prendas de arriba, y los jerséis amplios con mangas de kimono hechos a mano, con ochos, trenzas o desflecados, junto a faldas entalladas, pero con profundos pliegues que hacen juegos de vacío y claroscuros que dan un efecto tridimensional a la parte delantera. Para la noche, las patas de gallo masculinas reinterpretadas en vestidos de fiesta de colores negro, bronce y oro, pero luminosos por la brillantez de los acabados de los tejidos, principalmente lúrex.