El gallego que deslumbró en Cibeles ironiza: «No tengo ni para comprarme unos pantalones»
07 mar 2009 . Actualizado a las 12:16 h.Hace solo una semana que el diseñador gallego José Castro reventó la pasarela Cibeles y puso a sus pies el mundillo de la moda española con su llamativa colección Redrum , inspirada en la película El resplandor, de Stanley Kubrick. Hasta la mítica Vogue se rindió a la genialidad del modisto de A Cañiza y le concedió un simbólico Oscar a la mejor colección de Cibeles, «extraordinaria».
Castro es pródigo en creatividad, rico en elogios... y pobre de bolsillo. «Estoy sin un duro. Tanto que no sé si lograré diseñar una nueva colección. No tengo ni para comprarme unos pantalones», sentencia antes de matizar: «Bueno..., cualquiera podría comprarlos, pero es que ya ni te lo planteas cuando tienes que destinar todo tu dinero a otro fin».
Su empleo en Desigual no le sirve para paliar las pérdidas que asume al preparar sus colecciones, y su escasez amenaza con rebajar el caché de uno de los grandes diseñadores españoles del momento. Castro es uno de los cuatro privilegiados que ha ingresado en la solemne Federación Francesa de la Costura. Los otros son Paco Rabanne, Balenciaga y Josep Font.
Pero el gallego, después de tres participaciones consecutivas en el reino del glamur, ha tenido que renunciar a la pasarela parisina por sus problemas de dinero, lo que recuerda las penurias de los viejos vanguardistas de Montmartre, como él, bohemios de mente preclara y bolsillo corto seducidos por la ciudad de la luz. «Para desfilar en París hacen falta unos 100.000 euros y yo no los tengo. Además, quiero ir cuando pueda preparar algo con la dignidad necesaria. Redrum he tenido que crearla en un mes y con medios precarios».
En busca de patrocinio
A la vista de todo esto, la pregunta obvia es cómo es posible que uno de los cuatro españoles con carné vip del club Dior no reciba ayudas suficientes para que la moda española pueda medir su talento en París con Chanel, Balmain y demás gurús del sector.
«En Galicia me he cansado de pedir ayuda, pero nadie me ha hecho caso. Solo en Barcelona [la Generalitat] y en París me han echado una mano -lamenta-. Busco un inversor que quiera montar una empresa. Y si no, un patrocinador. Estoy dispuesto a llevar los productos que me pidan y sacarlos en la pasarela», afirma desesperado. Por ahora Cibeles ha sido la única beneficiada.