«No habrá una segunda oportunidad para deshacer los daños catastróficos que causamos al planeta». La frase no es ni de un científico ni de un ecologista. Ni tan siquiera de Al Gore. Fue pronunciada hace tan solo unos días por el primer ministro británico, Gordon Brown. Era una advertencia, pero también la constatación de que llegar a un acuerdo que permita la renovación del Tratado de Kioto para combatir el cambio climático, bien con su misma estructura o con otra distinta, no va a ser nada fácil. En la cumbre del clima de Poznan del pasado año ya se había certificado esta dificultad, de ahí que la ONU, la impulsora de las negociaciones, decidiera organizar varios encuentros previos, que continuarán la próxima semana en Tailandia y en noviembre en Barcelona, para allanar el camino hacia un nuevo pacto. Un acuerdo que debería materializarse en la cumbre del clima que se celebrará en Copenhague entre el 7 y el 18 de diciembre. Será la última oportunidad, pero podría perderse.
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¿Por qué es tan importante la cumbre de diciembre en Copenhague?
Porque el tiempo se echa encima y los plazos se agotan. El Protocolo de Kioto expira en el 2012 y, aunque dos años parezcan suficiente para encontrar un sustituto, no lo son. ¿Por qué? Porque, en el caso de llegar a un acuerdo, de Copenhague saldría un documento general y muy probablemente será necesario revisar su letra pequeña y limar pequeñas pero engorrosas diferencias. Una vez aceptado hasta la última coma, luego tiene que ser ratificado por los Estados de acuerdo con las condiciones que se establezcan. En Kioto, por ejemplo, para que fuera válido tenía que ser ratificado por un mínimo de 55 países y que a su vez los firmantes fueran los responsables de al menos el 55% de las emisiones de dióxido de carbono liberadas a la atmósfera. El dato es revelador: el protocolo actual fue firmado en Kioto en 1997, pero no entró en vigor hasta febrero del 2005.
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¿Y por qué la necesidad de un acuerdo?
Como en todo, más vale un mal acuerdo que ninguno. Hay prisa porque, según los informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, si no se hace una firme apuesta de reducción de los gases de efecto invernadero antes del 2015 existe un riesgo serio de que la temperatura de aquí a fin de siglo se incremente en dos grados, la cifra mágica que los expertos manejan para hablar de un cambio climático irreversible y con efectos palpables.
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¿Quedaría una última carta si fracasa Copenhague?
Difícil, pero si se plantea este escenario la ONU propone convocar una cumbre de urgencia en el 2010 y acelerar luego el proceso de firma y ratificación del futuro tratado.
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¿Por qué surgen las dificultades si Obama, a diferencia de Bush, apoya la lucha contra el cambio climático?
Hasta ahora, debido a la renuncia de Bush, la UE lideró a nivel mundial la lucha contra el cambio climático y gracias a ella se ratificó Kioto. Ahora Obama quiere liderar el proceso y, según ha revelado The Guardian , Estados Unidos no está de acuerdo en cómo se calculan los objetivos nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que la UE quiere mantener el sistema fijado en Kioto. Sería, en la práctica, una nueva estructura, y el tiempo aprieta. EE.?UU., además, es muy probable que a finales de año no tenga aprobado su plan nacional de reducción de emisiones.
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¿Qué más dificultades existen?
Los países emergentes como China o India que si bien han aceptado reducir emisiones, no quieren hacerlo de acuerdo con objetivos concretos.