El espíritu del Tíbet encuentra en Bueu al primer lama gallego

SOCIEDAD

Antonio Sequeiros abrazó el budismo porque ofrece «tódalas respostas»

04 mar 2010 . Actualizado a las 14:36 h.

El budismo es una doctrina alrededor de la que existen muchos mitos, confiesa uno de sus maestros, el lama Neldjorpa Antonio. Neldjorpa, explica, es el título que se le da a los lamas que no tienen voto de castidad, y que son laicos como él. Lejos de provenir de las altas montañas del Tíbet, Antonio Sequeiros nació en Bueu hace 47 años. La pérdida de sus padres lo llevó a interesarse por el dharma, y con 23 años se mudó a Francia, al Instituto de Estudios Budistas Karma-Ling de Savoie.

«Non me sentía identificado cos valores da sociedade que me rodeaba, onde a xente só se preocupaba polo que lle pasaba aos veciños», dice Antonio, mientras describe el desarraigo que experimentó de pronto ante todo lo que era su mundo. Lejos de casa, empezó una preparación de siete años, durante los que adquirió la tradición completa de una de las cuatro filosofías tibetanas, la llamada de los gorros rojos o kagyupa. Después, empezó el retiro de tres años, tres meses y tres días, durante los que los aspirantes a lama viven aislados del mundo, meditando y practicando los distintos yogas. «Non foi duro, custoume bastante máis o ano e medio de servizo militar en Ferrol», bromea el lama, que subraya que «cando algo che gusta, velo coma un goce, e non coma un sacrificio». El budismo añade, ayuda a comprenderte a ti mismo, «e a min deume tódalas respostas».

Vive en París, pero estos días vino a Galicia para realizar unas jornadas de retiro. «Aquí hai uns 500 practicantes do dharma, a ensinanza deixada por Buda» dice, a la vez que confiesa que «que eu saiba, son o único lama galego que coñezo». Pero, ¿en qué consiste la vida de un lama? Antonio rompe algunos tabúes cuando reconoce que su día a día es bastante más común de lo que creemos. «Traballo no sector publicitario, levántome ás seis da mañá, estou casado e teño unha filla».

En una ocasión el lama de Bueu pudo conocer al Dalái Lama. «O que máis me impresionou foi a súa humanidade e capacidade de escoita. E iso é o que máis lle falta á nosa sociedade. Saber escoitar e saber falar. Xa se ve, cando nunha familia se sabe escoitar hai menos problemas».