Licenciado por la Universidad de Glion (Suiza), su tesis versó sobre el fenómeno low cost. Ahora este coruñés trabaja en la dirección de un hotel en Escocia.
-¿Qué supuso la llegada del fenómeno «low cost»?
-La primera vez que se habla de esto es en los setenta en Estados Unidos, cuando South West comenzó a emitir billetes a precios que sus competidores no podían lograr; por primera vez una empresa demostraba que con la mitad de empleados era posible mantener una aerolínea, ahorrando en aquellos aspectos que son prescindibles en los vuelos de corta y media distancia. En Europa comenzó con Easy-Jet, y más adelante Ryanair siguió sus pasos, y después alguna compañía, sin llegar a ser propiamente low cost, comenzó a sacar billetes a precios realmente interesantes.
-Ha trabajado como director de un hotel «low cost». ¿Cómo definiría este concepto?
-Está pensado para comerciales, ejecutivos o jóvenes que buscan un alojamiento cercano a los grandes nudos de comunicación -aeropuertos y grandes estaciones de tren, sobre todo-. Esto proporciona al viajero rapidez de movimiento y precios asequibles, aunque a cambio prescinde de comodidades como el minibar, el restaurante o el servicio de habitaciones.
-¿Es para gente joven?
-No es el único cliente, pero sí uno de los principales.