China, un país donde durante milenios los más mayores en las familias eran venerados por tradiciones religiosas, prepara una reforma legal que podría castigar a los hijos adultos que no visiten a sus padres ancianos. El texto señala en uno de sus epígrafes que «los familiares no han de ignorar o aislar a los mayores, y deben visitarlos frecuentemente si no viven bajo el mismo techo», ofreciendo la posibilidad de llevar casos ante los tribunales si no se respeta esta obligación.
El cambio legal es importante en un país donde, debido a la política del hijo único, el porcentaje de personas de la tercera edad es cada vez mayor, un envejecimiento demográfico que amenaza con causar problemas económicos al gigante asiático. Según cifras del 2009, en China hay 167 millones de personas mayores de 60 años, muchas de ellas viviendo solas, en un país donde los asilos para ancianos son escasos.