Atardecer de sangre y arena en Muíños

SOCIEDAD

El Cordobés hijo no tuvo su mejor tarde, pero a los astados les fue peor

07 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Tarde de sangre en Muíños, Ourense. En una plaza de quita y pon estaban convocados, en las armas, el rejoneador Alfonso López Bayo y los toreros Marcos Serrano y Julio Benítez, hijo -legítimo- de El Cordobés. Y, en la muerte, seis bravos. Banderas españolas, abanicos, y una UTE de charangas a las partituras pintureras, que la ocasión lo merecía. Muíños cañí, y a competir sin complejos con el arranque de La Peregrina y el Coliseo.

Venía de sonar Morena, ¡Ay mi morena! cuando salió el primer enemigo, para López Bayo. España retratada: clarines, polvo, la Guardia Civil... López Bayo puso a Dios de su lado con la discreta coreografía de la cruz y Dios le hizo caso. Sangre, banderillas, juego espectacular de amagos y quiebros muy celebrados en el tendido. El toro muere a las 19.00 y aún tiene tiempo de mearse ante sus verdugos mientras le dan los últimos capotazos. Ya a pie, López Bayo lo descabella sin saña, como quien le apagara al animal el interruptor de morir. Al despojo, sin dos orejas, lo enganchan con cadenas a dos mulillas rojas y gualdas, fúnebre cortejo hacia la sala de despiece.

El segundo, 48, se va de costado ante Marcos Serrano y se espatarra. Pero se recupera y sigue su carrera imparable hacia el otro mundo. «O touro mira ao tipo que nin a Virgen», dicen en la grada. Pero no mira al torero, qué va, que mira al túnel que se le abre en medio de la plaza, con una luz que, al fondo, le dice: «¡Ven, 48!». Primera estocada. Fallida. Segunda. Descabello. La luz del túnel se abre y recibe a 48 en la dehesa celestial. Festival de orejas, otras dos.

Abucheos

Turno del heredero de El Cordobés, flojo en el primero. El 18 es un toro mayor de edad que tiene la espalda Schwarzenegger antes de ser gobernador de California. Benítez no acierta. El 18 le engancha el capote y lo hace jirones. El picador castiga. Banderillas y ya muleta. El Cordobés hijo tiene el pelo y el traje del color de la arena. Suena Jalisco, no te rajes. El óbito se resiste y los de Muíños abuchean. Hasta cuatro veces ataca Benítez. Después de regar la arena con una motobomba de Protección Civil sigue la faena. Nuevo triunfo de Alfonso López a caballo, aunque la muerte se le encasquilla.

Serrano arrasa en el quinto con dos orejas y rabo. Y ya en el sexto y final, El Cordobés se crece, pero falla en el estoque hasta que, por fin, clava el acero en el animal como quien le ensartara al motor la cala del aceite. Pero hay que apuntillarlo. Orejas. Para la madrugada anunciaban en Muíños un estriptís. Pero eso, si acaso, se lo cuento mañana.