Nicolás Sarkozy ha visitado esta mañana a su mujer y a su hija.
20 oct 2011 . Actualizado a las 11:21 h.No fue necesario esperar a que hablase el feliz padre para saber el sexo del bebé: Carla Bruni y Nicolás Sarkozy fueron ayer padres de una niña, que nació sobre las ocho de la tarde. Bruni ingresó a primera hora de la mañana en la Clínica de la Muette, en París, donde siguió dos años de tratamiento para quedarse embarazada. Sarkozy la acompañó para volver rápidamente al palacio del Elíseo y presidir la reunión del Consejo de Ministros. Volvió a visitarla por la tarde durante media hora antes de viajar a Fráncfort para despedir de su cargo al presidente del Banco Central Europeo. Los asuntos de Estado mandan.
La pareja presidencial tenía reservada desde primeros de mes la octava planta del centro médico, próximo al palacete donde viven habitualmente. La habitación de la primera dama tiene terraza, pero serán los agentes de seguridad quienes ocupen la mayor parte del espacio.
Un impresionante dispositivo policial mantiene la clínica acordonada para impedir el acceso de los cientos de periodistas que hacen guardia a una distancia de 200 metros. El celo de los funcionarios les llevó a retener durante unos minutos a un joven padre que llevaba una máquina de fotos destinada en realidad a inmortalizar a su propio hijo recién nacido.
Mismo ginecólogo
Bruni ha confiado nuevamente en el doctor Bernard Fonty, el ginecólogo que trajo al mundo hace diez años a Aurélien, fruto de sus relaciones con el filósofo Raphaël Enthoven. Nicolás Sarkozy ha aportado tres vástagos a la familia: Pierre y Jean, de su matrimonio con Marie-Dominique Culioli, y Louis, el hijo en común con Cecilia Ciganer-Albéniz. Fue el primer divorcio de un presidente en activo que volvería a romper esquemas al casarse con su actual esposa en el palacio del Elíseo. Pero no viven allí, sino en la casa que Carla Bruni tiene en el lujoso distrito 16 de París. Para que los llantos nocturnos no roben horas de sueño al papá presidente, han trasladado el dormitorio un piso más arriba.
Harta del embarazo
La primera dama ha pasado el embarazo casi recluida. A sus 43 años y con riesgos evidentes, ha limitado al máximo sus apariciones en público prácticamente desde que hizo oficial su estado en la cumbre del G-8 de Deauville. Estas últimas semanas ha salido solo para visitar tiendas de bebés. A finales de septiembre se desahogó con un grupo de becarios de su fundación en una galería de la plaza de los Vosgos. «Francamente, no puedo más. Tengo que estar sentada o acostada la mayor parte del tiempo, no puedo fumar ni beber vino. Estoy deseando que esto se termine».
No será fácil descubrir si la criatura se parece al padre o la madre, al menos si Bruni cumple su promesa. No ha olvidado a Aurélien escondiéndose de los fotógrafos cuando se fugó con Sarkozy a Petra en enero del 2008. «Haré todo lo posible para proteger a este niño y lo haré con toda mi energía. Nunca enseñaré fotos de mi hijo», ha afirmado.
Como se han encargado de recordar ministros y consejeros del presidente durante estos últimos nueve meses, «se trata de un acontecimiento de orden privado», aunque para los franceses sea el primer bebé presidencial de la V República. Un bebé que llega además en vísperas electorales.
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