Un acuerdo de mínimos evita el fracaso en la cumbre del clima

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Las expectativas de los ecologistas de un compromiso ambicioso se han visto defraudadas.
Las expectativas de los ecologistas de un compromiso ambicioso se han visto defraudadas. jaafar < / span>afp< / span>

El Protocolo de Kioto se prorroga hasta el 2020, pero con menos países

09 dic 2012 . Actualizado a las 22:39 h.

El Protocolo de Kioto sigue vivo, aunque maltrecho y moribundo. En la hora extra e incluso con alguna que otra estratega, la presidencia de la conferencia de la ONU de cambio climático logró un acuerdo in extremis que permitirá prorrogar ocho años más, hasta el 2020, el tratado mundial, legal y vinculante, para la reducción de gases de efecto invernadero, que expira este mismo mes. El pacto salido de la ciudad árabe de Doha, que reunió durante dos semanas a representantes de 194 países, sirve para evitar abiertamente la palabra fracaso en las negociaciones, que se prolongaron un día más de lo previsto para salvar el consenso, pero tendrá un efecto muy limitado. Es como un protocolo light.

La prórroga de Kioto solo ha sido refrendada por la Unión Europea, Australia y otros diez países, entre ellos Croacia o el minúsculo Mónaco, que en conjunto solo suman el 15 % de gases contaminantes, principalmente el dióxido de carbono, que cada año se liberan a la atmósfera y que son los propulsores del cambio climático. Japón, Rusia, Canadá y Nueva Zelanda, que hasta ahora sí estaban dentro del acuerdo, han quedado descolgados. El protocolo aún en vigor obliga, desde que entró en vigor en febrero del 2005, a reunir a un mínimo de 55 países que, en conjunto sumen al menos el 55 % de las emisiones mundiales tomando como año base 1990. Este porcentaje se había superado incluso sin la adhesión de Estados Unidos, que nunca ratificó el acuerdo, ni de países emergentes como China, India o Brasil, que quedaron exentos del compromiso de reducción de emisiones.

«No escucho objeciones»

Pero aprobar este descafeinado Kioto tampoco fue fácil en la cumbre de Doha. El presidente de la conferencia, Abdalá al Attiya, en vista de que países como Rusia o Ucrania presentaban objeciones, leyó a toda velocidad los enunciados de los acuerdos. «No escucho objecciones, así que yo decido. Queda aprobado», dijo. «Es algo sin precedentes», denunció el representante de Rusia, que consideró la aprobación como un procedimiento forzado.

Si Kioto sigue vivo, aunque ya con carácter simbólico, lo que sigue en el aire es su sucesor, el acuerdo que debe comprometer la reducción global de emisiones de efecto invernadero a partir del 2020. De Doha apenas salieron vagos acuerdos al respecto, aunque, en teoría, debería sentar las bases para la negociación del futuro marco legal que comprometa a la gran mayoría de los países contaminantes, incluidos Estados Unidos y China. Lo que se decidió en la ciudad árabe fue que los países tendrán que ponerse de acuerdo para conseguir antes de mayo del 2015 un borrador de acuerdo que debería ser firmado en diciembre de ese mismo año con el objeto de que pueda entrar en vigor en el 2020. Pero, hasta ahora, no se ha hablado de qué compromiso de emisiones tendrá que reducir cada país ni de si va a tener o no un carácter legal y vinculante.

De la conferencia del clima tampoco salió un acuerdo económico que permita financiar en los próximos años a los países en desarrollo que ya están sufriendo los efectos del cambio climático. Los países del sur habían pedido 60.000 millones de dólares de aquí al 2015. La crisis mundial ha impedido que, por ahora, llegue la ayuda.

Los firmantes

La Unión Europea, Australia y diez países más, que en conjunto solo suman el 15 % de las emisiones mundiales.

Las bajas

Japón, Canadá, Nueva Zelanda y Rusia se han dado de baja.