Sheldon, el hijo del taxista

María Blanco

SOCIEDAD

30 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Es el hijo de una familia de inmigrantes judíos ucranianos asentada en Estados Unidos. Su padre era taxista y su madre vendía ropa tricotada. Su primer trabajo fue el de repartidor de periódicos a los 12 años. A los 16 trató de hacer negocios con unas máquinas expendedoras de caramelos. Intentó estudiar comercio, pero acabó en el Ejército. Al licenciarse insistió con otros negocios: vendedor de espray para descongelar parabrisas, de kits de aseo, de terrenos inmobiliarios? Y no quieren que venga a Madrid a trabajar. Todo tipo de prejuicios han brotado como champiñones tras la lluvia, no solo por la región, sino por todo el territorio nacional. ¿Por ser judío? ¿Por ser inmigrante? ¿Por ser hijo de un taxista? ¿Por no acabar los estudios? No, por ninguna de esas razones. Porque le fue bien. Porque el personaje descrito es, ni más ni menos, Sheldon Adelson, quien tras mil intentos dio con la clave y logró triunfar en los negocios. Uno de ellos, los casinos. En Las Vegas, primero, y en otros lugares como Macao o Singapur, después. Y ahora quiere abrir uno de sus emporios en Madrid. ¿Qué pide? Que se pueda fumar. Ni hablar. Que los empleos se pierdan, las oportunidades se esfumen y se vaya con su dinero a otro sitio, que aquí andamos sobrados de pasta. Como diría el grupo musical Supertramp «¿Crisis? ¿Qué crisis?».