Clamor por los 30 del Ártico

nacho blanco REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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Greenpeace moviliza a la opinión pública con actos simbólicos para pedir la liberación de los activistas presos en Rusia desde hace un mes

27 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La ONG ecologista Greenpeace dio ayer un paso más en su campaña de presión mediática para lograr la liberación de los 28 activistas y dos fotógrafos freelance, detenidos desde el 19 de septiembre en Rusia. Y lo hizo con simbólicas acampadas sobre la torre Eiffel de París, desde donde descolgó una pancarta que clamaba por la libertad de los retenidos, y en concentraciones en varias ciudades del mundo, entre ellas Madrid, donde los ecologistas se enjaularon. Ayer, se colaron en el emblemático monumento francés poco antes de su apertura al público y, desde la segunda planta, deslizaron un cartel con el lema: «Activistas en prisión, clima en peligro», así como el más contundente «Liberad a los 30 del Ártico».

El 19 de septiembre la policía marítima rusa asaltó la embaración de Greenpeace Arctic Sunrise, que pretendía encaramarse a una plataforma petrolífera del gigante energético Gazprom, para denunciar la explotación sistemática de los mares limítrofes con el Ártico, en su mayoría lugares protegidos de gran valor medioambiental. La detención de la tripulación y dos periodistas gráficos no quedó en mera anécdota, pues las autoridades eslavas imputaron a los ecologistas los cargos de piratería, que acarrean penas de prisión de diez años. A esta durísima imputación le siguió otra aun más rocambolesca, al asegurar la policía rusa que habían hallado drogas a bordo del Arctic Sunrise. Sin embargo, esta última acusación fue retirada y los ecologistas solo serán juzgados por vandalismo, cuyas desproporcionadas penas en Rusia van de los 8 a los 10 años de cárcel.

Desde que comenzó la crisis las peticiones de puesta en libertad de la tripulación fueron contrarrestadas desde Moscú con una política de mano dura. El presidente Vladimir Putin, con un talante paternalista, y el primer ministro, Dmitri Medvedev, más intransigente en sus palabras, no quieren que nadie pinte nada en sus aguas, especialmente en aquellas de interés económico y geoestratégico como son las que rodean al Ártico. En el trasfondo de su postura está el control de las riquezas pelágicas y de las futuras rutas de transporte marítimo, que con el deshielo y el cambio climático pasarán por la zona.

Mientras, la treintena de detenidos continúa a la espera de un juicio, aislados en una prisión de la fría ciudad de Murmansk, con la esperanza de que el final de su reclusión llegue cuanto antes. Greenpeace, con actos como el de ayer, quiere dar publicidad planetaria al asunto, y exigir a la comunidad internacional que presione a Moscú, para que los 30 del Ártico recuperen la libertad.