












Muerte al sábado. Lo más «cool» es salir el primer día de la semana. Se evitan colas y muchedumbres y, si se escoge bien el local, se puede escuchar la mejor música. Solo para los oídos más sibaritas.
10 may 2014 . Actualizado a las 14:00 h.Empezó como una forma de disfrutar del tiempo libre y ya se ha convertido en tendencia. De momento se observa solo en las grandes ciudades. Dos ejemplos: Barcelona y Nueva York ya bailan a golpe de lunes. ¿Lunes? Sí, lunes. El patito feo de la semana, históricamente el día más odiado por los españoles, es el elegido. ¿La explicación? Muy sencilla: un pequeño golpe de suerte y, sobre todo, la necesidad de escapar de la muchedumbre, del garrafón (no es una leyenda urbana), de las interminables colas para entrar en cualquier antro infesto y de las disputas a vida o muerte por hacerse con un taxi libre que te transporte de camino a casa. También de la necesidad de escapar de la estratificación. Ese está lleno de pijos, este otro de pastilleros, aquí aún siguen poniendo a Bisbal y en aquel hay dos peleas cada noche. Es cierto que hubo un tiempo en el que en algunas ciudades universitarias era más frecuente coincidir con los compañeros de la facultad un martes por la noche en el Maycar que dentro del aula, pero era otra época, y un espacio reservado para universitarios y buscavidas. Eso se acabó. Ahora hablamos de tendencia. La gente guapa sale los lunes.
Buena parte de culpa también la tienen el barcelonés Sören Manzoni y el argentino Max Ochoa, padres fundadores de los Nasty Mondays (sucios o repugnantes lunes), la sesión de la Sala Apolo que ha puesto patas arriba el ocio nocturno de la ciudad. Hace casi diez años un amigo que trabajaba de portero en la sala Fonfone les invitó a pasarse los lunes, el único día que quedaba libre. Comenzaron a llevarse discos para pinchar la música que más les gustaba y pronto empezaron a dejarse caer por allí los amigos, luego los amigos de los amigos y al poco estaban pinchando en una sala de mayor aforo. Para ellos, el secreto del éxito es la interacción con el público, nada de dress codes (códigos de vestimenta) y una exquisita selección del mejor rock & roll.
La diseñadora, interiorista y arquitecta compostelana Susana Soto Martorell asistió por primera vez en el 2008 atraída por la oferta musical, cuando todavía era estudiante universitaria. «Te lo pasabas tan bien que a la gente le empezó a compensar acudir aunque fuera un lunes. Todo daba igual. Cada vez había más peña y más peña». Los DJ suben al escenario a parte del público. Sören entabló conversación con ella, en inglés. Estaba convencido de que era una de las muchas suecas. Cada noche asiste un alto porcentaje de extranjeros, en el que destaca el gran número de jóvenes escandinavas.Y hoy, son una de las parejas de moda en Barcelona.
La sala Apolo
El nuevo local se volvió a quedar pequeño y de nuevo tocó mudanza. Fue entonces cuando se trasladaron a la emblemática Sala Apolo, buque insignia de la noche de la Ciudad Condal, en la que continúan instalados. Puntuales, cada lunes, a las 00:00, arranca el momento más esperado de la semana. Susana asegura que «Nasty se ha convertido en una visita obligada en Barcelona».
Nasty Mondays cruzó el charco y llegó a asentarse en Nueva York. Allí pinchaban una vez al mes. Recientemente han dejado de acudir porque, instalados en Barcelona, desplazarse allí con frecuencia suponía una gran paliza, pero todavía les siguen llegando ofertas desde la Gran Manzana. Allí conocieron a Macaulay Culkin. El protagonista de Solo en casa era uno de los fijos y acabó estableciendo amistad con Sören y Max. De vez en cuando se sube a un avión y se planta en Barcelona.
Su música ha sonado en los mejores clubes de Ibiza y han ido de gira con Franz Ferdinand. En Galicia actuaron en el Music Way (Santiago) del pasado año y un par de ocasiones en O'Marisquiño (Vigo).
Ellos consideran que están aprovechando la oportunidad que se les presentó para vivir como quieren, y el trabajo en Nasty Mondays es parte de su estilo de vida: subidos a un monopatín, cabalgando sobre una tabla de surf o asando unos deliciosos pedazos de carne en una barbacoa al aire libre, pero siempre con música y espíritu rock de fondo. Nunca se lo tomaron como un negocio. Sören y Max ni se consideran a sí mismos DJ. Según ellos, simplemente se limitan a pinchar la música que les apetece. Se suben a un escenario y a partir de ahí improvisan toda la noche.
En el 2014 celebraron por todo lo alto el noveno aniversario de Nasty Mondays, y en la Sala Apolo les ofrecieron hacerse cargo de otras dos sesiones: los Crappy Tuesdays, con un ambiente más universitario, y los jueves Cupcake, con un aire más ochentero.