La alternativa europea al GPS podrá completarse sin los satélites perdidos

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

El nuevo revés no impedirá que Galileo esté plenamente operativo en el 2020

07 sep 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

Tibieza política a la hora de afrontar un proyecto estratégico de gran calado, presiones de Estados Unidos para cancelarlo, un presupuesto que cada vez se disparaba más con respecto a las previsiones iniciales.... Demoras y más demoras. Esta ha sido hasta ahora la tortuosa historia de la alternativa europea al GPS estadounidense, una constelación de satélites de posicionamiento y geolocalización que en un principio tenía que haber entrado en funcionamiento en el año 2008 y que ahora ha sufrido un nuevo revés con el fallo hace unos días en el lanzamiento de los dos primeros aparatos operativos. Los dos ingenios quedaron fuera de órbita, por lo que, en un principio, no podrán ser utilizados para los fines previstos.

El error, a falta de las conclusiones finales, se ha atribuido a un fallo en el software del cohete ruso Soyuz que tenía que poner en la órbita adecuada a los dos satélites. Pero al margen de la depuración de responsabilidades, el fallo ha supuesto un duro varapalo para el proyecto Galileo, salpicado de contratiempos sin estar aún operativo. Sin embargo, los expertos consultados aseguran que este revés en nada debe perturbar un programa esencial para los intereses europeos. A diferencia del GPS estadounidense, del Glonass ruso o del Beidou chino, todos ya en funcionamiento, Galileo es el primer sistema de navegación y posicionamiento por satélite exclusivamente civil, que no solo será el más avanzado, sino que también abre la puerta para el desarrollo de nuevas aplicaciones y para liberar a Europa de la dependencia externa.

«Vamos agradecer que Europa tenga su propio sistema de satélites», explica Carlos Mosquera, que trabajó en la Agencia Espacial Europea y ahora catedrático de Teoría de la Señal y las Comunicaciones en la Universidade de Vigo. «Te libera de la dependencia tecnológica de terceros, que también podrían desconectar sus satélites para uso civil en cualquier momento por cuestiones estratégicas y, además, está llamado a generar riqueza en Europa. Esta tecnología actúa de motor para que la industria pueda desarrollar nuevos servicios. Creo que va a ser una inversión muy rentable».

Una de las cuestiones que plantea Mosquera no es precisamente baladí. Si Estados Unidos, por problemas de seguridad, decide en un momento determinado orientar sus satélites para uso exclusivamente militar o para sus intereses propios todos los sistemas de vigilancia que dependen de este servicio, incluidos los operativos de rescate, quedarían desconectados. Y no solo eso, sino que cualquier usuario con GPS en el coche o con servicios de posicionamiento en el móvil se quedaría sin señal.

Completo en el 2020

El sistema Galileo tiene en la actualidad cuatro satélites en órbita, aunque son de prueba para verificar que todo funciona bien. Los que ahora han quedado fuera de órbita eran los primeros plenamente operativos, aunque este contratiempo no debería suponer un gran problema. Sobre todo si se tiene en cuenta que la red completa deberá estar integrada por 24 ingenios y otros seis de reserva que deben estar plenamente en funcionamiento en el 2020, lo que significa que su señal llegará a cualquier punto de la Tierra y a cualquier hora del día. «Si en el 2020 no están todos tampoco supondría ningún drama, porque con 22 se puede tener una cobertura de todo el planeta de entre un 90 % y un 95 %», explica Manuel García Sánchez, también catedrático de la Teoría de la Señal y las Comunicaciones de la Universidade de Vigo. Lo que sí sería un problema es que se perdieran nuevos satélites.

13.000 millones

Costo del proyecto

El gasto se ha visto ampliamente superado con respecto al presupuesto inicial de 1.100.