Con una simple huella dejada en una mochila se puede conocer el origen biogeográfico de su dueño o, cuando menos, de la persona que la ha utilizado. En el caso de los atentados del 11-M en Madrid esta técnica desarrollada en el Instituto de Ciencias Forenses Luis Concheiro de la Universidade de Santiago fue vital para esclarecer la procedencia de los sospechosos. Es una muestra de los avances de la genética forense, pero que todavía tiene que ser perfeccionada, como también es necesaria la identificación y validación de nuevos marcadores genéticos que permitan en el futuro trazar con un alto grado de fiabilidad el retrato robot de un sospechoso a partir de una muestra biológica.
ADN muy degradado
Por ejemplo, a partir de la saliva, de un pelo o incluso de restos de caspa se podrá conocer el color de la piel del individuo, de los ojos, su edad, origen geográfico, estatura y rasgos faciales. Pero hoy en día aún es futuro, pese a que los grupos de investigación más punteros ya hayan desarrollado en algunos casos marcadores para poder hacerlo. Sin embargo, «los únicos que están validados a día de hoy son los que determinan el color de los ojos», advierte el investigador gallego Ángel Carracedo, quien también explica que otro de los retos es poder extraer ADN de restos muy degradados. En el caso de José Bretón, que estudió el equipo gallego, no fue posible. Pero lo será.