La cumbre del clima de Perú evita el fracaso con un acuerdo de mínimos en el último momento

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Por primera vez, cada país asume planes individuales para frenar las emisiones

15 dic 2014 . Actualizado a las 08:42 h.

El guion se ha vuelto a repetir. Tocando la campana, con un día extra que se sumó a los doce anteriores de negociaciones previas y con los delegados de los 195 países asistentes haciendo las maletas, la cumbre del clima de la ONU celebrada en Perú alcanzó un acuerdo de mínimos que le sirve para evitar el fracaso, pero que deja muchas interrogantes sobre cómo se encauzará el pacto mundial que deberá acordarse el próximo año en París, en el que el mundo deberá decidir una estrategia ambiental que sustituya al Protocolo de Kioto.

El documento final de consenso no establece medidas concretas y vinculantes, pero sí estipula por primera vez el compromiso de todos los países de desarrollar planes individuales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático. El pacto establece que todos los países tienen responsabilidades diferentes en la liberación a la atmósfera de gases como el dióxido de carbono, el principal causante del calentamiento global que vive el planeta, por lo que deben ser los más desarrollados y contaminantes los que tienen que hacer un mayor esfuerzo. Un liderazgo que también deberá traducirse en el apoyo financiero a los estados en desarrollo para ayudarles a adaptarse al cambio climático y a paliar sus consecuencias.

De la reunión de Lima salió un compromiso de inversión de 10.000 millones que irán destinados al llamado Fondo del Clima. Lo que no se dice, sin embargo, es cómo se recaudará el resto del dinero hasta completar los 100.000 millones necesarios para este fin de aquí al 2020.

En los doce meses que quedan de recorrido hasta la cumbre de París los países deberán establecer en un documento, que podrá revisar la ONU, cuál es su grado de compromiso en la contención de los gases de efecto invernadero, tanto en la reducción de los mismos o de una simple limitación. Es último el caso de China, que en el acuerdo suscrito recientemente con Estados Unidos no establece rebajas, sino su intención de frenar sus contaminantes a partir del 2030. Los objetivos de cada uno de los estados deberán presentarse antes de la próxima primavera, con el objetivo de que a finales del próximo año exista un consenso común.

Gran objetivo

Todos los esfuerzos deberán estar encaminados a cumplir el gran objetivo: que la temperatura en el planeta no supere a final de siglo los 2 grados con respecto a los registros que existían en la época preindustrial. Hasta el momento el planeta ha experimentado un incremento de 0,8 grados, cifra que, de continuar con el actual nivel de emisiones, podría elevarse a entre tres y cuatro grados, según las previsiones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC). Un aumento mayor de dos grados, según los estudios científicos, convertiría al cambio climático en irreversible, con una aceleración de los fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, sequías, huracanes e inundaciones y un aumento del nivel del mar por encima de un metro. Para lograr el reto propuesto, el mundo deberá rebajar sus emisiones en conjunto entre un 40 % y un 70 % de aquí al 2050 con respecto a los niveles de 1990.

La cumbre del clima de Lima también deja abierta la fórmula jurídica que tendrá el futuro acuerdo de París, aunque propone tres opciones: protocolo, con lo cual seguiría la línea actual de Kioto, con compromisos vinculantes a nivel jurídico; instrumento legal o resultado acordado. Las dos últimas alternativas son más laxas y dan vía libre al voluntarismo de los países.

El documento final también habla de un «pacto equilibrado y de equidad que contenga responsabilidades comunes».