Felipe de Edimburgo, rey de las meteduras de pata, cumple 95

a. l. LONDRES / AFP

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BEN STANSALL | AFP

Alto y tieso, su temperamento es volcánico, sin ninguna consideración por lo políticamente correcto, aunque en los últimos años se ha calmado

10 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El príncipe Felipe de Edimburgo, que hoy cumple 95 años, ha pasado más de medio siglo a la sombra de su esposa, la reina Isabel II, con gran lealtad y propensión a las meteduras de pata. Si su mujer tiene el récord de longevidad en el trono, él es el príncipe consorte que más años ha ostentado tal honor, desde que en el 2009 superó a Carlota, la esposa de Jorge III.

«Es mi roca. Ha sido mi fuerza y mi sostén», dijo en el 2011 la reina, poco inclinada a las muestras de cariño en público. Ese año, el duque de Edimburgo cumplió 90 años y soltó: «Es mejor desaparecer que alcanzar la fecha de caducidad».

Alto y tieso, su temperamento es volcánico, sin ninguna consideración por lo políticamente correcto, aunque en los últimos años se ha calmado. «¿Habéis logrado que no os comieran?», preguntó a un joven británico que venía de viajar por Papúa Nueva Guinea en 1998.

«Vosotros tenéis mosquitos, yo tengo periodistas», dijo en República Dominicana en 1966 (luego los compararía con los monos de Gibraltar). En Australia en 1960, un tal Robinson lo abordó y le confió: «Mi esposa, doctora en filosofía, es mucho más importante que yo». «Tenemos el mismo problema en mi familia», le respondió el duque. En otra ocasión, un niño le confesó que quería ser astronauta y el duque le respondió que estaba demasiado gordo para volar.

Cuando se le preguntó si le gustaría visitar la Unión Soviética, dijo: «Me encantaría visitar Rusia, aunque esos cabrones asesinaron a la mitad de mi familia» (en alusión a la suerte de los Romanov).

A un profesor de conducción escocés, le preguntó: «¿Cómo te las arreglas para mantener a los nativos lo suficientemente lejos de la bebida para aprobar el examen?». «La gente tiene la impresión de que al príncipe Felipe no le importa nada lo que piensen de él, y tienen razón», dijo el exprimer ministro Tony Blair.