Intentar un milagro cada cuatro horas

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

El 20 de enero de 1990 la maternidad Belén hacía público el nacimiento del primer bebé probeta de Galicia. Era una niña que pesó 3,2 kilos y de la que se desconoce su identidad, al igual que la de sus padres. Era también el primer bebé obtenido mediante la fecundación in vitro en todo el noroeste de la Península. En la imagen posa con los doctores Ángel Ron, María José Varela y Vicente Goyanes
El 20 de enero de 1990 la maternidad Belén hacía público el nacimiento del primer bebé probeta de Galicia. Era una niña que pesó 3,2 kilos y de la que se desconoce su identidad, al igual que la de sus padres. Era también el primer bebé obtenido mediante la fecundación in vitro en todo el noroeste de la Península. En la imagen posa con los doctores Ángel Ron, María José Varela y Vicente Goyanes CÉSAR QUIAN

En 1990 nacía el primer bebé probeta de Galicia; en el 2017 el Sergas hizo 2.244 procedimientos de reproducción asistida

01 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mariana García tiene 2.000 hijos. A alguno lo ha conocido en el supermercado, soltando el carro de la compra porque se lo ponían en los brazos diciéndole, «mira, es tu hijo». En realidad, ya lo había visto. Los ha visto incluso antes de ser. A través del microscopio. Mariana García, con su sonrisa perenne, dice de sí misma que ha nacido y crecido en la segunda planta del Materno Infantil de A Coruña. Como sus 2.000 hijos. Es la embrióloga de la primera unidad de reproducción asistida de la sanidad pública gallega. Una de las primeras de España, que empezó a gestarse en 1988. El primer incubador costó 250.000 pesetas.

El año pasado, la sanidad pública gallega llevó a cabo 2.244 procedimientos de reproducción asistida entre inseminaciones y fecundaciones in vitro. Eso significa que, solo en el Sergas, se intenta un milagro científico cada cuatro horas. Que se obra, según la estadística, en el 30 % de las ocasiones. Pero la estadística es eso, solo una cifra. Cada caso es distinto. Cada mujer, cada pareja, cada ciclo, cada tratamiento, lleva consigo su propio porcentaje. Su tasa de éxito. Todo, absolutamente todo, depende de las circunstancias.

De hecho, hasta concebir de manera natural es un acontecimiento milagroso. Un sistema «poco eficaz», que necesita de millones de espermatozoides y de miles de óvulos. Es casi una alineación de astros. La confluencias de muchísimas variables. Un prodigio de la biología que se va haciendo cada vez más insólito a medida que la edad avanza. «Que en la reproducción asistida sea un 30% demuestra que incluso con ayuda, es un proceso poco eficaz».

El primer hijo de Mariana nació el 4 de marzo de 1991. En aquel entonces, Louise Brown, la primera hija de la ciencia, tenía 13 años. Manuel es hijo del Materno Infantil, pero más que nada es el primer hijo de Montse Escalera, que recuerda claramente otra fecha: 19 de junio de 1990. «Acuérdate de que hoy te quedas embarazada», le dijo aquel día el doctor. Era la sexta vez que lo intentaba. «Teníamos que estar con la cabeza más baja que las piernas ocho horas, imagínate». Allí, viendo pasar las horas tumbada. Aquel 19 de junio estaba con otra amiga. «Me levanté a la hora y media de la implantación». Tenía que ir al cuarto de baño. Se saltó las indicaciones y aun así, llegó. Se aferró a la vida.

Y cada 4 de marzo, la unidad de reproducción asistida recibe un mensaje. Primero una carta; después, una llamada. Ahora es un WhatsApp: «Felicidades, estamos de cumpleaños».

Manuel, que hoy tiene 27 años, sabe desde bien pequeño que es el primer niño nacido de reproducción asistida en la sanidad pública gallega. Se lo dijeron en el colegio, como se dice que los Reyes Magos no son tan mágicos como pensabas. «Empezaron a llamarlo bebé probeta». Así que, antes de lo que planeaba, porque Manuel aún era pequeño, Montse le explicó, sentada con él en su habitación, por qué le llamaban en clase niño probeta.

Manuel, que aquel día que su madre le preguntó por qué se vio a sí mismo en el periódico, es un primero, pero no es el primero. Porque el primer bebé probeta de Galicia vino al mundo un año antes, en enero de 1990. Fue una niña que nació en la maternidad Belén de A Coruña y pesó 3,2 kilos. No se sabe quién es. Ni quiénes son sus padres. Por aquel entonces, era una técnica novedosa, valiente, moderna. Y daba miedo. Y había polémica. Así que no todas las parejas querían dar un paso al frente, contar más allá de su intimidad cómo había sido aquella experiencia. «Aprendimos a ser discretos, a emocionarnos en el interior», dice Mariana. A darle a las parejas toda la intimidad que necesitan.

Mariana García, la embrióloga de la unidad de reproducción asistida del Chuac, la primera pública que hubo en Galicia
Mariana García, la embrióloga de la unidad de reproducción asistida del Chuac, la primera pública que hubo en Galicia MARCOS MIGUEZ

«Es muy emocionante»

«Hay parejas que te marcan». Moisés Moreira dirige ahora el HM Fertility Center, que cada año lleva a cabo unos 400 procedimientos de reproducción asistida y que lleva a orgullo haber sido no solo los primeros de Galicia, sino del noroeste de la Península. «Es una alegría muy grande siempre» cuando conocen al nuevo miembro de una familia, «pero los pacientes que lo han peleado mucho, que han sido muy persistentes, muy perseverantes, esos nos marcan especialmente». Y muchas veces van con sus bebés «y dicen mira, este es el doctor que te vio por primera vez. Y es muy emocionante».

Por lo que pasan las parejas suele ser un proceso emocional devastador. La palabra es de Moisés Moreira. Y sin embargo, Montse Escalera jamás se lo tomó como un drama. Jamás discutió con su marido. Ni en sus viajes a Bilbao para intentar la fecundación. Ni mientras lo hacía en la recién estrenada unidad de A Coruña. No discutieron hasta que llegaron los hijos, dice con una sonrisa que tintinea al otro lado de la línea telefónica. Porque después de Manuel, llegó Alberto. De manera natural. Sin recurrir a la estimulación ovárica.

Moreira, durante la conversación, señala un reloj. El biológico. El que a partir de cierta edad, va disminuyendo las posibilidades de poder tener un hijo. Es el factor más determinante. A partir de los 35 años empieza el declive. A los 40, obtener un embarazo con el propio óvulo es muy difícil. Dos años después, empiezan a recomendar la opción del óvulo donado. Las técnicas han avanzado mucho, muchísimo. Y cada vez son más personalizadas. Pero no se puede ir en contra de la biología. De ese reloj que siempre avanza.

Es una carrera de obstáculos: la estimulación, la fecundación, que los embriones sean de calidad. Y después, la transferencia. Un momento equivalente a un trasplante fisiológico. Crítico. El milagro biológico: que dos individuos conecten y se conozcan para que surja una nueva persona. Una implantación. La que Montse vivió aquel 19 de junio de 1990.