La comunidad astronómica gallega coincide en que el rojo que presentó el satélite era más oscuro de lo normal
21 ene 2019 . Actualizado a las 18:07 h.Finalmente las nubes no impidieron disfrutar del único eclipse de Luna del 2018. En Galicia habrá que esperar hasta el 2022 para poder observar cómo el satélite atraviesa la sombra que proyecta la Tierra. La Luna no desaparece sino que adquiere tonos rojizos. «La dispersión de la luz de la atmósfera es mayor en el azul, que se pierde, que en el rojo, que se mantiene más y consigue llegar hasta la Luna», explica el astrónomo Borja Tosar. El proceso físico que colorea el satélite es idéntico al que tiñe de rojo los amaneceres y los atardeceres. «En realidad en un eclipse lunar lo que estamos viendo es el reflejo de todos los amaneceres y atardeceres que se están produciendo en la Tierra. La luz roja que hay durante la primeras y últimas horas del día se proyecta sobre el satélite», añade Tosar.
Este eclipse sorprendió, sin embargo, por su oscuridad. Lo confirman quienes están acostumbrados a observar este tipo de fenómeno, como el astrofotógrafo Óscar Blanco, que trasnochó para poder capturar el evento en todas sus fases. «Fue de los más más oscuros que he visto en los últimos años”. Tosar, muy madrugador, también coincide. “Nunca he visto uno tan oscuro». Ese rojo más pagado que lucía la Luna puede tener varias explicaciones. Una de ellas apunta a la distancia que hay actualmente entre la Tierra y la Luna. «El satélite se encuentra ahora mismo más cerca de la Tierra, en el perigeo, y esto puede que haga que la luz no focalice tan directamente» propone Blanco. «Al estar en perigeo, hay más en sombra que cuando está en apogeo ya que está más dentro del cono de oscuridad que proyecta la tierra» añade el matemático y astrofotógrafo Ángel Arós.
Otro de los motivos que pudo haber afectado a la tonalidad del rojo fue la reciente erupción volcánica del Anak Krakatoa, en Indonesia. Tras la fuerte explosión, el cono volcánico, que se elevaba unos 350 metros de altura, ahora solo tiene 110 metros. Mucho del material volcánico liberado ha ido a parar a la atmósfera. «Cuando se produce una erupción tan potente siempre hay una mayor concentración de aerosoles en la atmósfera y si coincide con un eclipse lunar como en esta ocasión puede que haya provocado que el rojo de la Luna haya sido más oscuro», explica Tosar