¿Nos molestan los niños? En Galicia por ahora es difícil encontrar hoteles «solo para adultos» pero los hay. El sociólogo César Rendueles rebate por su parte los argumentos que se suelen usar para justificar los vetos a menores de edad

Los sociólogos lo llaman «antiniñismo» o «niñofobia». Alertan del peligro que conlleva separar a los menores de la vida social y lo asocian con el individualismo creciente.

¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Por qué empiezan a surgir indignados por el lloro de un bebé en un restaurante cuando antes se asumía como una incidencia? La decana de la Facultade de Socioloxía de la UDC Raquel Martínez Buján encuentra un motivo en la bajada de la natalidad de las últimas décadas: «Ha llegado una generación para la que es habitual no ver niños. Y antes eso no ocurría».

En Galicia estas actitudes son excepcionales. La cultura familiar aún pesa mucho. Pero empiezan aparecer. Existen algunos hoteles que promueven el only adults. También casas rurales. Pero no es lo normal. 


En contra de los vetos

Desmontando el «antiniñismo»

«Las ciudades están pensadas para adultos sanos, con trabajo y con poder adquisitivo». Cualquier experiencia de vida que se salga de ese esquema, sea la de los niños o la de los ancianos sin ese poder de gasto, «se ve opacada, infravalorada y ninguneada». Ese es el planteamiento de César Rendueles, profesor de Sociología de la Universidad Complutense. Explica el florecimiento de lo que él denomina antiniñismo. «Nos hemos ido desacostumbrando a los niños. Cada vez es más habitual ver a gente que no sabe cómo son», explica antes de contradecir los argumentos habituales de quienes justifican los vetos y el distanciamiento de los pequeños.

«Los niños molestan»

¡Pues claro que molestan! Además es muy importante que lo hagan. Si no, se morirían sin que le hiciésemos caso.

«Antes eran más educados»

Es mentira. Ese argumento de que ahora están desmadrados lo llevamos escuchando desde Platón. Se ve con la percepción de la delincuencia y el vandalismo adolescente. Se piensa que lo de ahora es peor, pero si ves la estadística son increíblemente estables. Estoy convencido que con los niños ocurre lo mismo. Existe esa mirada romántica de que antes era diferente, pero no es real

«No pintan nada en un bar»

¿Y quién pinta en un bar? ¿No pintan nada en un bar porque me molestan a mí? Dicho esto, hay muchas cosas que molestan. A mí, por ejemplo, algunas conversaciones en voz alta, porque me gusta leer en las cafeterías. ¿Hay que hacer bares solo para gente que quiere leer? ¿Y si hay gente mayor a la que le lleva tiempo contar las monedas para pagar y se retrasa mi café? ¿Uno solo para gente joven? Vivir en sociedad es molestarnos unos a los otros.

«No soy antiniños, soy antipadres que los maleducan»

Lo he oído muchas veces. Me suena a «no soy racista pero...». O «yo tengo muchos amigos gitanos pero...». Por supuesto que hay gente maleducada y niños maleducados. Pero creo que hay poco contacto con niño. Tienen carácter. Mucha gente piensa que tienen un botón de on/off y que los callas cuando quieras. Eso es una idiotez. Unos son más movidos y otros menos. A unos les gusta estar con extraños y otros no. Y eso no tiene nada que ver con la educación de los padres. Esa frase me parece una excusa de adultos que quieren la ciudad y el espacio social para ellos.

«No he tenido hijos, cuídalos tú»

Se dice mucho y tiene una parte de verdad, claro. En el fondo no dice que no quiera cuidar a tu hijo, sino que los cuidados en general no estén presentes en su vida. Esa negación de los cuidados es la misma que hace el mercado laboral. En nuestros empleos se nos exige que durante ocho horas nos olvidemos de todo eso, como si no tuviésemos hijos ni padres de los que cuidar. Esa gente reproduce esa lógica. Lo que quieren decir es: «Yo no quiero saber nada de que tú tengas que cuidar de tu hijo». Claro que no tienes que hacerlo, pero tienes que saber que alguien los tiene que cuidar y eso es un problema social y colectivo. No te pido que vengas a mi casa a cuidar al niño cuando se despierta, pero sí que sepas que los niños se despiertan y hacen ruido. Y con eso hay que convivir.

«Hay muchos hoteles familiares...»

Es la idea de que los cuidados son una preferencia que buscas. Y del mismo modo que si te gusta poner música a las tres de la mañana te vas a un hotel donde permitan esas cosas, si tienes hijos debes de ir a uno donde permitan esas cosas. Pero es que no son cuestiones equiparables. Cuidar a una persona es una realidad humana completamente universal e insustituible.

«Llevo mi negocio como quiero»

¿Y cuál es el límite de eso? ¿Y si no quiero que entren negros? Eso es una tontería. No puedes llevar el negocio como te da la gana a cualquier precio. No puedes hacer cosas ilegales en tu negocio. No puedes poner en marcha dinámicas que contravienen derechos civiles absolutamente básicos en la sociedad. Eso me parece aberrante.

«Nuestros clientes buscan una tranquilidad que se ve quebrada cuando hay niños»

UXÍA RODRÍGUEZ

En Galicia es difícil encontrar hoteles «solo para adultos» pero los hay

La oferta de hoteles solo para adultos ha crecido mucho en los últimos años. Según HotelsCombined, España es el tercer país del mundo con más hoteles que se promocionan así. Se calcula que hay entre 120 y 160 con ese veto específico. Maspalomas, Palma de Mallorca e Ibiza encabezan la lista pero ¿qué pasa en Galicia?

No es fácil encontrar hoteles que prohíban, específicamente, la entrada de niños. El Pazo de Bentraces, a 7 km de la ciudad de Ourense, es uno de ellos. En el apartado de sus condiciones se puede leer: «Los niños menores de 13 años no pueden alojarse en este establecimiento». ­Guillermo Vázquez, uno de los propietarios, explica los motivos. «Nuestro concepto de alojamiento comenzó en 1996 y lo hicieron mis padres. Fueron pioneros del turismo rural de calidad. Nuestro pazo tiene antigüedades, productos muy valiosos a nivel decorativo. Encajaba muy bien con un turismo que estuvo en auge en ese momento pero que se ha ido perdiendo porque el turismo rural se ha convertido en un turismo más familiar. Ni nosotros ni nuestros clientes estábamos cómodos con esa opción».

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A favor de los vetos

«Nuestros clientes buscan una tranquilidad que se ve quebrada cuando hay niños»

La oferta de hoteles solo para adultos ha crecido mucho en los últimos años. Según HotelsCombined, España es el tercer país del mundo con más hoteles que se promocionan así. Se calcula que hay entre 120 y 160 con ese veto específico. Maspalomas, Palma de Mallorca e Ibiza encabezan la lista pero ¿qué pasa en Galicia?

No es fácil encontrar hoteles que prohíban, específicamente, la entrada de niños. El Pazo de Bentraces, a 7 km de la ciudad de Ourense, es uno de ellos. En el apartado de sus condiciones se puede leer: «Los niños menores de 13 años no pueden alojarse en este establecimiento». ­Guillermo Vázquez, uno de los propietarios, explica los motivos. «Nuestro concepto de alojamiento comenzó en 1996 y lo hicieron mis padres. Fueron pioneros del turismo rural de calidad. Nuestro pazo tiene antigüedades, productos muy valiosos a nivel decorativo. Encajaba muy bien con un turismo que estuvo en auge en ese momento pero que se ha ido perdiendo porque el turismo rural se ha convertido en un turismo más familiar. Ni nosotros ni nuestros clientes estábamos cómodos con esa opción».

Así que, desde hace tres años, en este pazo ourensano no se alojan niños. «A nosotros nos gusta viajar y hemos vivido en diferentes partes del mundo. Por eso, vimos que ese concepto de solo adultos sí que existía pero que no había llegado a Galicia. No es un veto absoluto. Una familia con niños o un grupo puede reservar el pazo pero tiene que ser el alojamiento completo y tener claro cuáles son nuestros límites. No tenemos ni tronas, ni microondas, ni cunas, ni camas supletorias... No tenemos ningún servicio para niños. Podemos hacer una excepción pero con todo claro», asegura Guillermo. «El público que nosotros tenemos busca tranquilidad, sosiego y relajación. Nuestros clientes buscan una tranquilidad que se ve quebrada cuando hay niños», explica uno de los dueños de este alojamiento rural. 

Ahora, según confirman desde el Pazo de Bentraces, la mayoría de los huéspedes aseguran que eligen ese alojamiento, precisamente, porque no se admiten niños. «Creo que perdemos clientela porque Galicia está volcada con un turismo más familiar pero estamos más contentos porque ofrecemos lo que queremos. Antes de dejar de admitir a niños tuvimos muchas quejas», admite Guillermo Vázquez que cuenta cuál fue el desencadenante para tomar la decisión: «El punto de inflexión fue la queja de varios clientes a la vez por culpa de una familia con un bebé llorando muy intensamente durante muchas horas. Se oía por todas partes. Eso condicionó el descanso del resto de clientes».

En la Pensión Costa Caión tampoco suelen alojarse menores pero, en este caso, el gerente no está a favor ni del veto, ni de la prohibición. «Prohibir me parece excesivo. Pero si tú no adecúas un local a los niños. Al final, no vas a tener niños», confirma Xosé Vázquez. «Tenemos 11 habitaciones y todas menos una son con cama de matrimonio. El entorno tampoco lo favorece. Este fin de semana, por ejemplo, seguro que alguna de las cinco parejas alojadas tenía hijos pero los dejaron en casa para disfrutar solos». Desde este hotel aseguran que ni siquiera se han planteado la opción de regular la admisión de los menores: «Por nuestras características ya segmentamos sin vetar. Podemos seleccionar a nuestra clientela sin tener que prohibir la entrada de nadie. Pueden venir niños pero no vienen».

«Lo que está en auge es la especialización del hotel. Tanto para adultos como para familias. El mercado se está fragmentando. Sobre todo, en destinos vacacionales como Canarias o Baleares», confirman desde Kuak Viajes. «Hasta las parejas con hijos, cuando van solos, nos piden un hotel para adultos», afirman desde la agencia. Eso sí, no se habla de vetos: «Nosotros lo que vemos son recomendaciones. Si tienen solo actividades para adultos, directamente, ya no vas a esos hoteles con niños. Y al revés, si ves toboganes y actividades de niños y eres una pareja pues, probablemente, no elijas ese establecimiento. Más que vetar recomiendan.Tampoco los hoteles dirigidos a familias prohíben a las parejas. Pero yo no voy a mandar a una luna de miel a ese hotel de los toboganes y las ofertas de niños gratis».

Adultos que quieren a los niños lejos

Javier Becerra

Los sociólogos lo llaman «antiniñismo» o «niñofobia». Alertan del peligro que conlleva separar a los menores de la vida social y lo asocian con el individualismo creciente

En el campo de batalla dialéctico de las redes sociales han surgido en los últimos tiempos etiquetas que hablan por sí solas: #HotelesSinNiños, #tushijosnosonmios o #RestaurantesSinNiño. Reflejan claramente una tendencia social creciente. En ella los niños se ven como una fuente de molestias que es mejor evitar; bien sea restringiendo su acceso a establecimientos; bien sea llevando el llanto de un bebé a una reunión de la comunidad de vecinos; o bien pidiendo a un ayuntamiento acciones como restringir el uso de los parques por críos.

Esto último ocurrió en A Coruña en uno los encuentros que tiene el gobierno municipal con los vecinos para anunciar sus proyectos y recoger propuestas. En el barrio de Los Rosales una vecina demandó que se habilitase un horario sin niños para poder tener a los perros sueltos. Algo parecido ocurría recientemente en Madrid. Proponían al Ayuntamiento que acabase con el ruido que hacían los niños en el patio de un colegio. El sociólogo César Rendueles lo calificaba como «un hito del antiniñismo».

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El «antiniñismo», a debate