Hablan las víctimas del horror de los abusos sexuales de los curas: «Aborté en tres ocasiones porque él no quería un preservativo»

Kelly Velásquez CIUDAD DEL VATICANO

SOCIEDAD

VATICAN MEDIA

Sus voces se escucharon en la primera cumbre antipederastia convocada por el papa

24 feb 2019 . Actualizado a las 12:13 h.

Nunca, como este jueves, el Vaticano había reunido a los representantes de las conferencias episcopales de todo el mundo para debatir y encontrar una solución al escándalo de los abusos sexuales protagonizados por clérigos que ha sacudido los cimientos de la Iglesia Católica en los últimos años. Y nunca como este jueves se dio voz a las víctimas, en la primera e histórica cumbre contra la pederastia. El testimonio de sus horrores retumbó como el chasquido de un látigo en los salones de la Santa Sede y en la conciencia de los religiosos.

Sus nombres no fueron revelados por respeto, aunque el relato de sus historias tiene como objetivo sacudir las conciencias de los obispos para que asuman el combate contra la pederastia con firmeza y responsabilidad. Estas fueron sus voces:

Víctima de Suramérica: «Me trataron de mentiroso y me dieron la espalda»

«Una vez que uno se atreve a ir a contar, en nuestro caso, por ejemplo yo, lo primero que pensé es: voy a ir a la Santa Madre Iglesia, donde me van a oír y me van a respetar. Lo primero que hicieron fue tratarme de mentiroso, darme la espalda y decir que yo y otros éramos enemigos de la Iglesia», contó el primer testimonio ante unos 200 prelados, entre patriarcas, cardenales, obispos, secretarios de congregaciones.

«Yo sé que están hablando sobre cómo terminar y cómo empezar de nuevo y cómo reparar todo este daño», reconoció.

«Primero, perdones falsos, perdones obligados ya no funcionan. A las víctimas hay que creerlas, respetarlas, cuidarlas y repararlas. Hay que reparar a las víctimas, hay que estar con ellas, hay que creerlas, hay que acompañarlas», solicitó.

«Yo les pido que oigan a lo que el Santo Padre quiere hacer, no asientan con la cabeza y después hagan otra cosa», dijo.

Víctima de África: «Él me golpeaba y sufrí todo tipo de humillaciones»

El segundo testimonio es una mujer, que mantuvo relaciones sexuales con un sacerdote durante trece años. Confesó que abortó en tres ocasiones. «Simplemente porque él no quería un preservativo ni un método anticonceptivo. Al principio tenía tanta confianza en él, que no sabía que podía abusar de mí», afirmó.

«Él me golpeaba. Y como yo dependía totalmente de él económicamente, sufrí todas sus humillaciones», resumió.

«Los religiosos tienen los medios para ayudar y también tienen los medios para destruir. Deben comportarse con responsabilidad, como personas sensatas», instó usando un lenguaje sencillo.

Víctima de Europa del Este: «Él tocaba mis partes. Pasé una noche en su cama»

El tercer testimonio, un sacerdote de 53 años, sufrió abusos cuando era adolescente, después de la conversión, por parte de otro religioso. «Él tocaba mis partes. Pasé una noche en su cama. Esto me hirió profundamente. La otra cosa que me hirió fue el obispo a quien, después de muchos años como adulto, le hablé de lo que había pasado», relató.

«El obispo me atacó sin tratar de entenderme, y eso me hirió. Por un lado el sacerdote y por otro este obispo ... ¿Que qué siento? Me siento mal, porque ni ese sacerdote ni el obispo respondieron a mi carta, y ya han pasado ocho años (...) ¿Qué me gustaría decir a los obispos? Que escuchen a estas personas, que aprendan a escuchar a las personas que hablan», dijo.

Víctima de Estados Unidos:«Perdí la inocencia»

El cuarto testimonio fue más allá al ser interrogado. «¿Qué es lo que más me ha herido? Al reflexionar sobre esta cuestión, pienso en la totalidad... en la plena realización de la pérdida total de la inocencia de mi juventud y en cómo eso me ha afectado hoy en día», contó. «Yo pediría a los obispos liderazgo. Liderazgo, visión y coraje. Eso es a lo que respondo, eso es lo que espero ver», subrayó.

Víctima de Asia: «Fui acosado más de cien veces»

El quinto y último testimonio proviene de un país asiático y es uno de los más desgarradores. «He sido acosado sexualmente durante mucho tiempo, más de cien veces, y este acoso sexual me ha creado traumas y recuerdos a lo largo de mi vida. Es difícil vivir la vida, es difícil estar con gente, conectarse con la gente», reconoció.

«Cada vez que he hablado con los Provinciales y con los Superiores Mayores, todos han encubierto prácticamente cada asunto, han encubierto a los autores y eso a veces me mata», aseguró.

«Hace mucho tiempo que doy esta batalla... y la mayoría de los Superiores, por razones de amistad, son incapaces de detenerlo», lamenta. «Pido (...) actos firmes» que «pongan en su lugar al perpetrador», clamó.

«Si queremos salvar a la Iglesia, los perpetradores deben ser castigados. Pido a los obispos que sean claros en esta materia, porque esta es una de las bombas de tiempo que están ocurriendo en la Iglesia de Asia», concluyó.