Boticaria García: «Galletas industriales no hay ninguna buena»

Mónica Pérez
Mónica Pérez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

La experta en nutrición revela en su último libro los secretos para comprar sano en el supermercado

08 oct 2019 . Actualizado a las 16:16 h.

Se llama Marián pero todo el mundo la conoce por su nombre de guerra en Internet: Boticaria García. Farmacéutica de profesión hace años que aparcó la bata blanca para dedicarse de lleno a la divulgación sanitaria. Eso sí, con mucho humor. Comenzó con un blog y a través de las redes sociales (es especialmente activa en Instagram), y también colabora en programas de radio y televisión como Zapeando en La Sexta. Da consejos, derriba mitos en forma de canción y en su último libro sostiene que El jamón york no existe. Ella es más de Portugal y de pollo lento.

-¿Qué le llevó a abrir un blog?

-Trabajaba en una farmacia de Cuenca, un pueblo de 500 habitantes y me di cuenta de dos cosas. Primero, que la gente llegaba a la farmacia con su diagnóstico hecho porque buscaba en el doctor Google. Y que cuando salía también buscaba cualquier consejo que yo le hubiera podido dar, para ver qué decía Google al respecto. Es decir, el paciente estaba buscando información en Internet. Además yo trabajaba en un pueblo muy pequeño y mi consejo solo podía llegar como máximo a 500 personas. Y pensé: 'Si el paciente está en Google por qué el farmacéutico no va a Google también'. Siempre hemos ido a dar charlas a colegios, asociaciones… Decidí abrir un blog que ahora mismo tiene dos millones de visitas al mes y es muy satisfactorio. Porque desde un sitio muy pequeñito Internet nos da la posibilidad de llegar a tantísima gente. Desde el año 2013 ya no estoy en esta farmacia pero me gusta recordar que desde pueblos remotos de Cuenca se puede llegar a todo el mundo gracias a Internet y las redes sociales. 

-¿Ahora se va la farmacia con el diagnóstico hecho?

-Tú llegas y dices, quiero este medicamento, porque has entrado en un foro o en un blog en el que a alguien le fue bien ese medicamento. La gente llegaba buscando un medicamento concreto saltándose todos los protocolos racionales. 

-¿Cuáles son las consultas más populares en su blog?

-Sobre antiinflamatorios y temas relacionados con el embarazo y los bebés. Los primeros son los medicamentos más comunes, y siempre hay alguien buscando cuál es la dosis o si se puede alternar un paracetamol con ibuprofeno. Con el tema del embarazo siempre hay muchas dudas de si se puede comer determinado alimento, porque es una etapa de la vida en la que se generan muchas preguntas que nadie te resuelve. Cuando eres padre siguen las dudas y siguen las búsquedas. 

-De ahí surgió la publicación de uno de sus libros: «El moco radiactivo».

-Sí. Es que la información en Internet tiene un problema. Lo que es riguroso suele ser poco entendible para el publico general y lo que es entendible por el público general, no suele ser riguroso. Por eso en ese libro se responde a las preguntas que más se hacen los padres, un texto ameno pero con rigor cientíco. Eso es algo que falta porque las instituciones usan un lenguaje demasiado académico en ocasiones, y sí que hay algunas sociedades científicas que tienen páginas para pacientes, pero igual no son suficientes o simplemente no son fáciles de encontrar en Google. En Google no vale con estar, es que tienes que aparecer en las primeras posiciones.

-Hace un tiempo se hizo eco de una polémica sobre los menús de varios colegios en Galicia, en la que padres se quejaban de que eran casi veganos.  

-Los menús no eran veganos ni estaban cerca de serlos. Además afortunadamente puede que haya más fruta y verdura que en otros. Tenemos una falsa concepción de que la carne, como es más cara es mejor.  Y no, las legumbres tienen proteína que es más saludable que un chuletón. Lo más sano, que nos vendría muy bien a todos, sería empezar a reducir el consumo de carne y en su lugar aumentar el de legumbres, porque las carnes que se recomiendan con las de pollo y pavo, y luego pescado y huevos. Pero las proteínas de origen vegetal están muy menospreciadas y es una lástima. Son mitos y clichés que ya deberían estar superados pero que de vez en cuando vuelven y hacen mucho ruido. Es una pena porque hace flaco favor a los que nos dedicamos a divulgar hábitos saludables. 

-En su primer libro, «El paciente impaciente», recoge las anédoctas más esperpénticas que vivió detrás de un mostrador de una farmacia. ¿Cuáles son las que más recuerda? 

-La que cuento siempre es la del supositorio. Llegó una chica y me dijo que se había comido un supositorio, le pregunté el motivo y me dijo que en la caja ponía vía rectal y lo más recto era por la boca, según había entendido ella. Después está el que me dijo que se había tomado la caja entera de supositorios y le dije que eso era imposible, se levantó la camisa y se los había pegado con esparadrapo en los riñones, porque era un supositorio antiinflamatorio y se lo había puesto donde le dolía, (no le hacían efecto claro). Y una señora que vino, me dejó una bolsa de plástico encima del mostrador, y me dijo: «Es que no sé si tengo ladillas me he recortado un poco vello púbico, en un rato vuelvo y ya tú lo analizas y me dices». Cosas de esas son frecuentes en una farmacia, más de nos que parece.

-Entonces, ¿el jamón de York no existe como dice en su último libro?

-Claro, la duda es si el jamón York no existe qué estoy metiendo en el bocadillo, ¿no? Pues estás metiendo o jamón cocido o fiambre, porque la palabra York no existe en la legislación, no es como jabugo, que cumple unos requisitos para ser de jabugo. El jamón de York no tiene que cumplir ningún requisito porque la palabra York no significa nada a efectos de ley, puedes decir magdalenas York. Lo que sí que está en la legislación es el fiambre, el de peor calidad, que tiene la mitad de carne y el resto es patata (con azúcar, sal y aditivos). Después tenemos el jamón cocido que tiene entre un 70 y un 80 % de jamón y no tiene fécula. Y por último el jamón cocido extra, que es el de mejor calidad porque tiene entre un 80 y un 90 %. Hay que buscar en la etiqueta jamón cocido extra, sin olvidar que la OMS califica el jamón cocido, aunque sea extra, como una carne procesada que es potencialmente carcinógena y cuyo consumo recomienda evitar. Por lo tanto hay que volver al pollo lento. Nos puede gustar mucho el jamón cocido extra, pero en el día a día no debemos tomarlo. Porque tomemos una loncha o un sandwich no pasa nada, pero no es recomendable. Aunque nos los digan en las dietas, aunque lo pongan en los hospitales, aunque te lo recomienden cuando tenemos gastroenteristis. No, el jamón de york no existe, y el que existe no es saludable.

«El jamón de York no existe, y el que existe no es saludable»

-Si el jamón de York no existe, entonces el sandwich mixto es un invento diabólico...

-(Sonríe). En los quesos hay un poco de todo. Por ejemplo hay quesos rallados buenos y hay queso rallado que es un sucedáneo. Cuando vemos que en los envases no pone queso delante de «rallado, para gratinar, pizza» es que están compuestos por una emulsión de grasas vegetales, normalmente grasa de palma y algo de queso, pero en un porcentaje muy pequeñito. El queso de verdad lleva leche, cuajo y fermentos lácticos. Hay queso fundido en lonchas y envases que solo ponen lonchas. Son truquitos en los que hay que fijarse.

-Existe hoy más preocupación por lo que comemos.

-Muchísimo más, antes el pasillo bio era un lineal en el supermercado (si lo había) y ahora hay supermercados enteros de productos ecológicos o secciones enteras. Ya no solo la tendencia por lo bio, sino por alimentos con propiedades curativas. Porque ahora los alimentos son los nuevos medicamentos. Antes comías un yogurt y era un yogurt, ahora tiene que subirte las defensas, bajarte el colesterol, la tensión… Realmente los alimentos no curan, puede que haya alguno que puntualmente pueda bajar el colesterol porque realmente contiene algunos compuestos que lo permiten, pero no se debe tomar junto con la medicación. Si yo no necesito medicación con la dieta y el ejercicio me vale, no necesito yogurt, y si necesito medicación no puedo tomar el yogurt que me baja el colesterol.

-¿Hay alguna galleta sana?

-Galletas industriales no hay ninguna buena, por mucho que algunas que te prometen bajar el colesterol. Lo pone en la caja, pero para cumplir los requerimientos de tomar tres gramos de betaglucano al día, que es lo que tendría que tomar un paciente con el colesterol alto, tienes que comerte 18 galletas, con un 20 % de azúcar. Una galleta está hecha con harina refinada con azúcar, eso nunca va a ser saludable. A las que le quitan el azúcar les ponen edulcorantes, que no nos aportan nada. A las que son integrales, les ponen también azúcar. Ahora tenemos una nueva legislación del pan, que no afecta a las galletas. Y esto vuelve a ser un drama. Porque claro, ahora el pan integral va a ser pan integral de verdad, pero las galletas integrales van a poder seguir siendo de harina refinada con un poco de salvado. Esto es un coladero porque un producto que realmente no es saludable nos lo comemos pensando que sí lo es. Porque antes te tomabas una palmera de chocolate, y sabías que no era saludable, pero ahora te tomas unas magdalenas 0 % que te cuidan, porque lo pone la caja, y tú te piensas que te estás cuidando. Te estás tomando unas magdalenas que no tienen azúcar pero que a lo mejor tienen una grasa que no es saludable. Todo este márketing interesa a mucha gente, porque interesa al que lo vende, pero también al que lo consume, porque realmente es como una lavadora de conciencia grande.

-¿Algunos productos destinados a bebés y niños no deberían estar regulados por sus altos índices de azúcar?

-Recuerdo en algún sitio que leí «No existe mi primera pera conferencia». Y es cierto. Tenemos mi primer yogurt, mi primera galleta, mi primer gusanito… ¿Nos estamos volviendo locos? ¿En qué momento de la vida los niños han comido su primer nada? Son todos productos azucarados, principalmente, que al niño le gustan porque tienen azúcar. Y fisiológicamente estamos preparados para que el azúcar libere dopamina en nuestra corteza prefrontal y eso nos haga sentir bien, queramos repetir y nos enganche. Se desencadena una reacción fisiológica que nos lleva a querer buscar el placer que nos provoca comer azúcar. Si tú educas a un niño desde pequeño en que su primer yogurt o su primera galleta es con azúcar, en vez de su primer pan integral con aceite de oliva virgen, que es lo que debería desayunar un niño por las mañanas, cuando le des una tostada, te la tira a la cara. Tenemos que educar el paladar porque estamos comiendo alimentos que están buenos por encima de nuestras posibilidades. En la naturaleza no hay alimentos tan ricos, en la Edad Media no comían alimentos tan palatables con esas grasas que se funden en la boca. La tecnología está permitiendo desarrollar unos productos muy palatables y sobretodo muy baratos, porque comer saludable no es caro, pero comer mal es muy barato. Se puede comer barato, con legumbres, hortalizas,… pero realmente puedes comprar ultraprocesados por dos duros, y eso hace mucho daño.

«Estamos comiendo alimentos que están buenos por encima de nuestras posibilidades»

-¿No se deberían de tomar medidas a nivel gubernamental contra la proliferación de esos alimentos?

-Hay una falsa percepción de «siempre se ha hecho así, nunca ha pasado nada» y no es cierto. Realmente no siempre hemos comido así y no siempre hemos tenido un índice de obesidad y sobrepeso como en la actualidad entorno al 50 %. Eso es un problema que antes no había.

-Bio, estilo casero, sin gluten,… ¿Cómo aclararse a la hora del ir al súper?

-Hay personas que necesitan comer alimentos sin gluten y sin lactosa porque tienen intolerancias. Pero el resto que está sana no tiene porque tomarlos y en ocasiones sirven como reclamo. Una magdalena sin gluten sigue siendo igual de poco saludable que una magdalena normal, que no lleva gluten porque en vez de estar hecha con trigo está hecha con maíz. Muchas veces los productos sin gluten son menos ricos y la industria lo que hace es añadirle más azúcar o otras grasas para compensar esa diferencia de sabor. Hay estudios que dicen que los productos ultraprocesados sin gluten son incluso peores que los con gluten, y eso es una mala noticia. Estoy muy a favor de que haya una oferta cuánto más grande mejor de productos sin gluten, pero no de los ultraprocesados sin gluten, ni de los tradicionales. Una persona con celiaquía puede alimentarse perfectamente sin necesidad de comprar estos productos. Lo que pasa es que muchas veces se comprar por modas y esto no ayuda ni a unos ni a otros. Ni a la celiaquía porque frivoliza con una enfermedad que necesitaría muchos más recursos, ni a los que consumen erróneamente productos sin gluten pensando que así van a estar mejor. Es verdad que si haces una dieta sin gluten hay gente que adelgaza, pero no es por el gluten, es porque si antes tomaba una palmera de chocolate, pizza o hamburguesas, y ha dejado de consumirlas probablemente se encuentre mejor, pero no es por el gluten.

«Comer saludable no es caro, pero comer mal es muy barato»

-¿El estilo de vida moderno es una excusa para comer peor?

-En el libro insisto mucho de que hay opciones saludables y fáciles, tenemos fast food de comida saludable. Podemos coger un bote de lentejas cocidas y hacernos una ensalada, o hacerlas estofadas; las conservas de atún, los pimientos de piquillo, tenemos incluso los ultracongelados, guisantes que los echas a la sartén directamente; puedes hacerte un salmón al microondas en menos tiempo en el que tardas en calentar una pizza. No tenemos tiempo, pero es falta de recursos. Hay muchos alimentos que son muy gratificantes para llegar a casa, por la sensación que te produce, y a la gente le apetece más tomarse una pizza que un poco de ventresca con pimientos, pero tardas menos en hacerlo lo segundo que lo primero.

Puedes hacerte un salmón al microondas en menos tiempo en el que tardas en calentar una pizza

-¿Cuáles son las claves para huir de los ultraprocesados en el súper?

-Pues hay siete mandamientos para leer el etiquetado que realmente se resumen en dos: elegir alimentos que tengan tres o cuatro ingredientes como máximo y lo segundo es lo que digo siempre, «cuánto menos bulto más claridad». Cuando ves una etiqueta con veinte ingredientes ya directamente lo dejas. Saludable no es. Y a ser posible, alimentos sin etiqueta.

-¿Recibe presiones por parte de la industria alimentaria?

-Sí claro, por supuesto. Pero ahora ha cambiado mucho. Hace unos años te llamaban y te pedían que lo retiraras o te amenazaban, pero ahora la industria ha cambiado, se ha dado cuenta es que las redes sociales están ahí y que ese tipo de amenazas se les pueden volver en contra y lo que intentan es comprarte vilmente. Y los caminos son un poco más complicados. Sí que me llaman de vez en cuando, pero a mí no me interesa señalar a nadie, me interesa que la gente aprenda a comer. Lo que quiero es que la gente vaya al súper y sepa elegir cual es el mejor. Suelo medir mucho lo que digo, y si digo que estos tallarines de colorines realmente tienen un 2 % de espinacas y un 5 % de tomate y que en una ración de pasta hay tres gramos de verdura, aunque tú piensas que te estés comiendo las espinacas, si tienen tres gramos de verdura, tienen tres gramos de verdura.  

Del «pollo lento» al «zorromostro» pasando por «Portugal», la jerga de Boticaria

Marián García tiene miles de seguidores en las redes sociales, a los que ha bautizado como la «adscritancia». Tirando de humor ha creado un lenguaje propio para invitar a seguir unos hábitos más sanos, como el «pollo lento», «comer Portugal» o un «zorromostro».

-¿Qué son el pollo lento?

-Es pollo al vacío cocinado a baja temperatura, y es un nombre bastante poco marketiniano. La gente quiere algo para merendar y realmente todas las opciones, son carnes ultraprocesadas que no son saludables. Hay una opción que es cocinar el pollo a baja temperatura al vacío y se queda una textura fantástica y mucho más sana. Se me ocurrió ponerle un emoticono en Instagram de un pollo con la cabeza de Trump saltando, la gente cuando lo ve lo asocia. Todos los días recibo fotos de pollo lento y es una satisfacción. Un mensaje contado de forma tradicional aburre hasta las ovejas, pero pones a un Trump dando saltitos a la gente le gusta y empieza a cocinarlo

-¿El plato Portugal?

-Es muy fácil, porque el plato de Harvard (el plato para comer saludable, que dice que la mitad de lo que tienes que comer es frutas y verduras) si lo miras en la representación gráfica es verde y rojo: yo lo vi dije «esto es la bandera de Portugal». Entonces pensé, come Portugal, que es más pegadizo que la recomendanción de come frutas y verduras. Con la tontería la gente se acuerda de echar más verde y más rojo.

-¿Y un «zorromostro»?

-El zorromostro es una palabra que se emplea mucho en la Mancha, allí se dice mucho lo de «vas hecho un zorromostro». Es cuando vas desarreglado, con la ropa sin planchar y ese tipo de cosas. Y yo lo he aplicado a cuendo el alimento es un poco desastroso o de mala calidad, pues es un zorromostro.