Un puente entre África y Galicia

Marta Otero Torres
marta otero REDACCIÓN

SOCIEDAD

La Obra Social la Caixa financia un programa de intercambio de formación en el que varios jóvenes de sudáfrica se incorporan a centros educativos gallegos como auxiliares de conversación de inglés

16 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Ocho jóvenes africanos, repartidos entre varios centros gallegos, se forman como docentes mientras trabajan como auxiliares de conversación gracias al proyecto Calidez africana para Galicia, un proyecto de cooperación para el intercambio de formación entre ambos países. «Son chicos estudiantes de último año de carrera, o que ya la han finalizado, procedentes de países de África subsahariana, que realizan prácticas durante unas 25 horas semanales en centros educativos de Galicia —explica Isabel Camino, enlace de la coordinadora y creadora del proyecto, Belén Rodríguez Lago, en Asdegal—. Son auxiliares de conversación en inglés, y aquí tienen a su disposición tecnologías a las que no pueden acceder en su país de origen».

Los jóvenes reciben también formación en emprendimiento, en lengua y cultura española, y además van a la escuela oficial de idiomas. «No es una ayuda solamente para los chicos que hacen las prácticas, sino que también ayuda a que nosotros entendamos mejor su cultura y la problemática de los países en los que residen», asegura Camino. El proyecto beneficia a unos 2.900 escolares gallegos de los colegios Montecastelo, Las Acacias, Colegio Andersen, Divino Salador, Vigo y Daniel Castelao, en Vigo; el Hogar de Santa Margarita, en A Coruña; el CPR Cervantes, en Lugo; el CPR Tirso de Molina, en Ferrol y el colegio Coristanco.

«Se trata de favorecer programas educativos inclusivos y que promuevan la multiculturalidad; y al mismo tiempo que el alumnado conozca de mano de los propios jóvenes africanos la cultura, su vida allí». Durante el tiempo que dura el proyecto los estudiantes se alojan con familias de alumnos o en las residencias de los centros, en donde las hay. «Los acogen de forma voluntaria y gratuita, y las familias están encantadas. De hecho hay familias que han repetido porque realmente los chicos son ya un miembro más».

A los ocho participantes actuales habrá que sumar otros dos que están pendientes de un visado, una gestión que siempre se encuentra con muchos problemas. «Estamos esperando porque es muy difícil lo de los visados, prácticamente tienes que saber hasta el número que calzan».

La experiencia hasta ahora ha resultado increíble. «Estamos contentísimos. —afirma Isabel Camino— la verdad es que los chicos son personas muy especiales que tienen historias impactantes. A pesar de que sus vidas son complicadas la alegría que contagian es increíble. Cuando te cuentan tu experiencia tu piensas, ‘¿yo de qué me quejo?'. Una de las chicas ha vivido toda su vida en el orfanato y ni siquiera sabe si cuando vuelva va a tener un sitio allí, pero ella está encantada y orgullosa de ser la mayor de sus hermanos, que son sus compañeros de orfanato».