Quedar en estos establecimientos sin romper la distancia de seguridad es una de las medidas que algunos han tomado para poder ver al ser querido y esbozar una sonrisa
19 mar 2020 . Actualizado a las 16:00 h.La necesidad de ver a nuestros seres queridos, a nuestras parejas, a nuestros amigos hace agudizar el ingenio de algunas personas que, sin romper las normas y manteniendo la distancia de seguridad, coinciden en el supermercado del barrio a una hora concreta para verse. Solo eso. Mirarse a los ojos y esbozar una sonrisa. Imagínate una pareja de enamorados que acaba de iniciar su relación y que la cuarentena les ha obligado a no poder verse o a los padres que hace días que no coinciden con sus hijos, las videollamadas no son suficientes. Hay ocasiones en las que es necesario ver, aunque sea a dos metros de distancia, a la persona querida. Y eso es lo que algunos ya empiezan a practicar.
A hurtadillas, como si el amor estuviera prohibido coinciden en la pescadería de este establecimiento o se ven en el reflejo de las puertas de los congelados. También en las colas para entrar en el establecimiento, sacan la cabeza y ven que está ahí. Diez puestos detrás de él. Exactamente igual que desde el pasado viernes, cuando la vio por última vez y pudo tocarla. Es la fuerza del corazón la que empuja a estas personas a tener unos minutos de encuentro y a hablar un rato si tienen ocasión. Sin querer romper las normas ni exponerse más de lo que ya están al maldito COVID-19 que nos ha obligado a confinarnos en casa y nos aleja de nuestro círculo más íntimo de personas queridas.
También hay quien se las ingenia para sacar al perro a la misma hora y cruzarse en el parque. Hablarse a la distancia oportuna y al menos volver a escuchar su voz sin la intermediación de una línea telefónica o de una pantalla del ordenador. Porque la mascota les ha traído un soplo de aire fresco en este confinamiento. Una excusa para poder salir y verse. Coincidir aunque sea a dos metros de distancia en el mismo espacio.
Detrás de cada puerta hay una historia de separación que contar. Algunos están solos en casa y el paseo al supermercado es el único momento del día en el que pueden respirar aire puro y sentirse libres. Otros lo viven en familia, con niños pequeños, y matan las horas intentando entretenerlos para que no pidan salir a la calle. Otros tienen más de 60 años y son población de riesgo. Se han visto obligados a no poder ver a sus hijos ni nietos por si los contagian. Los días comienzan a hacer mella en algunos y ven en las citas del súper una salvación. Eso sí, a dos metros de distancia, por favor.