El pontés Gonzalo Alonso Abella escribe desde Madrid un diario de cuarentena dirigido a su abuela, que vive en Cariño
31 dic 2024 . Actualizado a las 18:18 h.Él vive en el barrio de las Letras, en el centro de Madrid. Y ella, en Cariño. Los días previos al estado de alarma, cuando unos corrían con las maletas para escapar y otros se apresuraban a vaciar los lineales de los supermercados de la capital, Teresa Docanto, Terita, le insistía a su nieto: «Sal de ahí ahora mismo, vente para aquí». Pero Gonzalo Alonso Abella, por esta vez, ignoró el mensaje de su abuela: «Me voy ahí, donde toda la población es mayor, e imagínate que tengo el virus...».
Nació en As Pontes hace 40 años, estudió Sociología en A Coruña y Publicidad en Madrid, donde reside desde hace tres lustros. En su blog Zaloalo se autodefine como «publicista con titulación, redactor de vocación, fotógrafo como afición, observador por tentación, lector por compulsión o despistado sin solución». Y trabaja como community mánager, ahora encerrado en su piso, de treinta metros cuadrados y dos pequeños balcones.
Su abuela materna, octogenaria, es hija del fundador de la conservera La Pureza, Vicente Docanto Martínez. «Cuando empezó la historia [del COVID-19] se asustó y me volvía loca por WhatsApp», relata. Entonces decidió escribir un diario del confinamiento a través de su cuenta de Facebook, sin tener muy claro si su abuela lo leería. «A mí me sirve de desahogo, y para calmarla a ella».
«Hola, abuela. Hoy es el primer día de cierre casi total. Ya sé que lo sabes, porque estás todo el día con la televisión encendida. Yo, en cambio, hoy tengo todo apagado. Claro, abuela, te lo expliqué estas Navidades. Escribo sobre distintos productos, y la gente, si le gusta, marca con el dedo o pone un corazón. Cuantos más me gusta o cuanto más se comparta, más lo ve la gente y mis clientes están más contentos».
«Me contó un pajarito que mamá y tú estáis preocupadas porque estoy soliño y que incluso estáis diseñando un plan para sacarme de la zona cero [...]. Aunque vivo solo, no estoy solo. Al lado tengo a la señora Feli...; enfrente, a Javi, Ana y Mari Tere; más abajo están Julián y Juanjo... A tiro de piedra, Nuria...».
Misa y cuota de autónomos
«Antes de que me olvide, que estos días dijo el Papa de Roma que la misa, si la ves por la tele, te la convalidan, y tú, con las veces que subiste esa cuesta endemoniada de la iglesia, ya tienes los domingos de varias vidas convalidados [...]. Al abuelo dile que aplauda desde el sillón, que también se lo convalidan. Ahora lo convalidan y lo perdonan todo, menos la cuota de autónomos». «¿Abuela, sabes qué? Hice una carne a la jardinera como la que hacías tú los domingos...». «Vienen meses económicos muy duros y no nos va a quedar otra opción que mantener la calma y trabajar». «Abuela, ya sé que hay un caso en Cariño, ya vi el vídeo del alcalde tal cual mensaje de Navidad del rey. Me parece un gesto muy loable, espero que los casos no se le vayan de las manos porque el pobre hombre, como tenga que hacer confirmación institucional por cada enfermo, a él le va a pasar como a mí, que ni levantándome a las cinco».
La emoción del papel higiénico
«No puedo esperar para contártelo a mañana, que sé que estás preocupadiña: Tengo papel higiénico, lo compré hoy. Seis rollos [...]. No llores, abuela, ya sé que es la emoción. A mí también, al verlo, se me llenaron los ojos de lágrimas». «¿Sabes qué creo? Que intentar sacar rédito político de este momento es igual de ruin y vergonzoso que echar balones fuera cuando nos equivocamos tomando medidas o llegando tarde. Reconocer errores nos humaniza». «Ya sé que no entiendes nada, a mí me cuesta también. Que pueda hablar contigo desde Madrid en directo, que me veas, que veas mi casa. Tanta tecnología, tanta rapidez...».
Las natillas del abuelo
«Vamos a por la segunda semana, con fuerza eh, como cuando te ponías guapa para ir a misa o a bailar el día de San Bartolo a la plaza Roja, igual». «Creo que esto lo va a cambiar todo. Estoy seguro de que en enero de 2021 nada será igual». «Creo que lo mejor es que nos tomemos a partir de hoy como si la vida nos hiciese un regalo. El mes de abril». «¿Sabes qué me tomaría ahora? Un plato de esas natillas que le haces al abuelo con gallegas María. Abrígate cuando salgas a aplaudir al balcón, no vayas a coger frío».