Centros de menores: de posible polvorín a ejemplo de resiliencia

Mónica Pérez Vilar
mónica p. vilar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

En el centro coruñés San José de Calasanz, 38 chavales afrontan el confinamiento con las dificultades propias de una convivencia intensa. Fijar rutinas y trabajar en pequeños grupos es esencial. Por suerte, cuentan con espacios abiertos y para practicar deporte. También han organizado proyecciones de películas y acciones solidarias como este mural
En el centro coruñés San José de Calasanz, 38 chavales afrontan el confinamiento con las dificultades propias de una convivencia intensa. Fijar rutinas y trabajar en pequeños grupos es esencial. Por suerte, cuentan con espacios abiertos y para practicar deporte. También han organizado proyecciones de películas y acciones solidarias como este mural

De momento ha habido dos positivos entre los 1.300 niños en tutela residencial de la Xunta

20 may 2020 . Actualizado a las 21:39 h.

«En un primer momento se nos pusieron los pelos de punta: 40 niños metidos en el centro, sin poder salir ni ir con sus familias». Con mucha sinceridad, Patricia Conde, directora del centro de menores San José de Calasanz de A Coruña, reconoce que eso fue lo que pensó cuando el día 13 de marzo, antes que otros sectores de la población, un protocolo conjunto de Política Social y Sanidade optó por proteger a los niños bajo tutela de la Xunta con medidas especiales.

En su centro residen 38 chavales de entre 3 y 19 años. Un polvorín en potencia para una convivencia obligada de 24 horas al día, siete días a la semana. Sin embargo, la respuesta de los chicos les ha sorprendido. «Son un ejemplo diario. Nos sorprende su capacidad de adaptación, su paciencia, cómo intentan resolver las situaciones que surgen y la cantidad de cosas que están proponiendo hacer durante este confinamiento», dice Conde. En términos parecidos se expresa José Antonio Zaldívar, director de las casas de familia y la aldea de Aldeas Infantiles en Redondela. «Lo están llevando sorprendentemente bien. Nuestros chicos siempre nos dan una lección de vida», asegura.

Ambos coinciden en que está siendo algo más fácil para los más pequeños. «Los adolescentes llevan peor estar lejos de sus amigos. Cada cierto tiempo alguno se reúne conmigo para pedirme que relajemos las medidas y convencerme de que podrían verse un rato», reconoce Zaldívar. «Los más pequeños se entretienen con más facilidad, y al tener un grupito de niños de edad parecida se les hace más llevadero. Aunque también tienen momentos complicados y algunos preguntan mucho por sus familias», abunda la directora del San José.

Y es que la anulación de las salidas de fin de semana o vacaciones a sus casas y de las visitas familiares está siendo lo más difícil, pero evitar contagios en un espacio de convivencia tan intensa es prioritario. Para paliar la situación, en los centros de menores gallegos se organizan llamadas y videollamadas casi a diario.

El funcionamiento de residencias y centros también se ha visto alterado. Los niños, que por lo general pasaban toda la mañana en clase e iban a actividades extraescolares, pasan allí muchas más horas, por lo que en muchos casos se ha reforzado personal. En el San José, por ejemplo, se han incorporado dos educadores y tres limpiadores. En Aldeas Infantiles han reorganizado los turnos de los trabajadores para, además de atender mejor a los chicos, reducir las entradas y salidas y, con ello, rebajar los riesgos.

Dos casos detectados en Ferrol

Las precauciones parecen dar fruto. Según datos de la Xunta, hasta el momento entre los alrededor de 1.300 chavales que viven en centros de menores o viviendas tuteladas solo ha habido dos positivos, ambos en un centro de Ferrol. Uno de ellos fue hospitalizado pero los test muestran que ya ha superado la infección. «Ante posibles casos faise un esforzo extra, habilitando espazos e persoal de atención para manter aillados aos rapaces. Ademáis temos un contacto moi directo coas áreas sanitarias e as probas realízanse con axilidade», explica Cristina Blanco, Subdirectora xeral de Política Familiar, Infancia e Adolescencia.

Dado que la labor de amparo a menores no cesa en este tiempo de confinamiento, se ha abierto en A Coruña un nuevo recurso residencial para acoger a los niños que se incorporen al sistema de protección durante el estado de alarma, evitando que que haya contactos de riesgo y que otros centros se vean desbordados.

Cristina Blanco reconoce que la «convivencia intensa» genera algunos conflictos «como sucede en todos os fogares neste momento tan complexo, pero ningún grave. Non fixo falta, por exemplo, facer ningún traslado», explica, rechazando la acusación de que haya habido «motines» en centros de menores que cumplen medidas judiciales. «Na nosa comunidade nunca, nin agora nin antes, sucedeu algo así. E falar neses términos estigmatiza aínda máis a eses rapaces», censura.

Programa de apoyo online

Para facilitar la convivencia se ha puesto a disposición de los centros un programa de asesoramiento telefónico y en línea para ayudar, tanto a los profesionales como a los propios niños, a afrontar situaciones de crisis, con asistencia psicológica y terapéutica. Además, los niños que seguían algún tipo de terapia o apoyo continúan recibiéndolo a distancia. «Es otra vía por la que pueden compartir las angustias que puedan tener y recibir pautas para llevar mejor la situación», explica Patricia Conde.

No obstante, la primera medida para disminuir su incertidumbre es mantenerles bien informados. «Desde el principio hacen muchas preguntas. Les explicamos bien cada medida que se toma y también siguen las noticias. Les ayuda ver que todo el mundo está en la misma situación», dice la directora. En su centro también han encontrado consuelo en actividades solidarias como escribir cartas para las residencias de la tercera edad o participar en un homenaje a los profesionales del hospital Materno Infantil de A Coruña, situado justo enfrente del centro.

Establecer rutinas ha sido otro punto básico para afrontar los días de encierro. «Mantener los hábitos de estudio y la realización de tareas escolares ha sido fundamental, explica Zaldívar, que se muestra orgulloso del apoyo que se están mostrando los más de 60 niños que atiende Aldeas Infantiles. «Sus caracteres y circunstancias son muy variopintas pero es muy bonito ver cómo han hecho piña entre ellos», apunta.

«Os rapaces do sistema de protección, que xa traen as súas propias bagaxes, están nunha situación complicada pero nesta crise están a dar unha lección de convivencia e resiliencia», sentencia Cristina Blanco.

Se estudiará prorrogar la acogida de quienes cumplen la mayoría de edad

Unos 70 chicos y chicas tutelados han cumplido o cumplirán los 18 entre el 14 de marzo, fecha en que se decretó el estado de alarma, y el 1 de junio. Sobre ellos planea la mayor incertidumbre, como reconoce José Zaldívar. «Tenemos a varios chicos que tenían ya programada su salida de la aldea. Muestran bastante inquietud, aunque les da seguridad sentirse respaldados por nosotros», indica.

Por el momento, la Xunta ha prorrogado la estancia en los centros de quienes han alcanzado estos días la mayoría de edad, para que no se rompan las medidas de confinamiento. Una prórroga con la que deben estar de acuerdo los chavales y que, hasta ahora, han aceptado.

Respecto a qué pasará cuando acabe el estado de alerta, el compromiso es ser flexibles. Y es que la fecha del cumpleaños no es la que marca la salida de los menores del sistema de protección, sino el que hayan completado su preparación o su proyecto de vida independiente, explica el director del programa de Jóvenes de Aldeas Infantiles, José Cortizo. En este sentido, el final del curso suele ser un momento de ruptura habitual. Pero son muchos los que han visto interrumpidos sus planes, por ejemplo, al no poder realizar sus prácticas de FP. Por ello, la Administración gallega se ha comprometido a revisar cada caso con la mejor disposición: «Haberá un acompañamento máis alá dos 18 para paliar este tempo de parada nas súas vidas», asegura Cristina Blanco.

Cortizo explica que desde la oenegé están manteniendo el trabajo de preparación a la vida independiente durante este período de confinamiento, por ejemplo, realizando sesiones de orientación vocacional por medios telemáticos, tranquilizándolos y normalizando lo más posible la situación. Con todo, tiene las miras puestas en qué pasará más adelante. «Nuestra preocupación son las oportunidades que puedan tener después. Son chicos preparados pero no sé cómo de débiles económica y socialmente saldremos de esto. Tendremos que estar pendientes de que nuestros chavales no acaben siendo doblemente castigados», advierte Cortizo.