Fernando Simón, el epidemiólogo convertido en estrella mediática

SOCIEDAD

Esto es lo que se sabe del médico que se cuela cada día en la casa de todos los españoles para informar sobre el covid-19

15 sep 2020 . Actualizado a las 18:20 h.

Fernando Simón se ha convertido en una estrella mediática y eso es todo un logro teniendo en cuenta que no es ni cantante, ni actor, ni futbolista. Ni siquiera político (aunque algunos le acusan de haber traspasado esa línea). Es un médico epidemiólogo con sus propios fans y, por supuesto, haters. Tiene ya más memes y gifs que el mismísimo Julio Iglesias e, incluso, imitadores en programas de televisión. La gente habla de él en sus conversaciones con amigos y es también presa fácil en las redes sociales.

Desde hace cuatro meses se cuela cada día en los hogares de todos los españoles. Su peculiar voz resuena en los telediarios y en la radios y su pelo alborotado es una foto fija de los periódicos. Repasando las imágenes de sus comparecencias desde febrero queda claro que es un hombre sencillo. Al menos, en su forma de vestir. Camisa de manga corta con el último botón desabrochado y chaqueta de punto abierta por encima.

La primera vez que reapareció para convertirse en la voz del coronavirus muchos lo reconocieron: «Es el del ébola». Porque, efectivamente, Fernando Simón también fue el encargado en el 2014 de explicar la crisis del ébola tras la muerte de dos misioneros y el contagio de la gallega Teresa Romero. Al igual que en esta ocasión su objetivo estaba claro: explicar a los ciudadanos algo completamente desconocido y, sobre todo, calmarlos recordándoles al mismo tiempo que había que mantenerse alerta.

Fernando Simón en noviembre del 2014, durante una rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa, durante la crisis del ébola
Fernando Simón en noviembre del 2014, durante una rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa, durante la crisis del ébola Emilio Naranjo | efe

Viéndolo cada día delante de los micrófonos y las ráfagas de flashes que lo siguen sorprendiendo a él mismo puede costar imaginarlo en un todoterreno tiroteado en África.

Nació en Zaragoza en el año 1963. Su padre era un reconocido psiquiatra y él se licenció en Medicina en la Universidad de su ciudad. Trabajó como médico generalista en distintos pueblos hasta que decidió comenzar su particular vuelta al mundo.

Se casó con María Romay-Barja, eminente científica especializada en enfermedades tropicales y hoy Community mánager de la Red de Investigación Cooperativa en Enfermedades Tropicales (Ricet) en el Instituto de Salud Carlos III. Juntos tienen tres hijos de entre 22 y 10 años.

En los años 90 su primera parada fue Burundi. Allí aprendió a hablar kirundi y dirigió dos años el hospital de Ntita. Después se fue a Somalia con Médicos Sin Fronteras. Le siguieron Mozambique, Tanzania y Togo. Entre medias, pasó dos años en Inglaterra para formarse en la London School of Hygine and Tropical Medicine.

Siguiente parada, Guatemala y Ecuador hasta que en el año 2001 se fue a París como epidemiólogo del Instituto de Vigilancia Sanitaria. «Sí que he tenido una vida, digamos, diferente a la de la mayoría de la gente», admite. Dos años después toda la familia hizo las maletas para volver a España. A Fernando Simón le ofrecieron montar la Unidad de Alertas y Emergencias de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica y aceptó. ¿Por qué? «Mis tres hijos preguntaban por sus abuelos y sus primos», reconoció.

En el año de 2012 durante el gobierno de Mariano Rajoy y con Ana Mato como máxima responsable de Sanidad lo nombraron director del Centro de Coordinación de alertas y Emergencias Sanitarias. Siete ministros del ramo después sigue siendo el encargado de dar respuesta «a las situaciones que suponen una amenazada para la salud de la población».

De su vida privada se sabe lo que ha ido confesando en algunas entrevistas y lo que deja entrever en sus comparecencias diarias.

Es un gran aficionado al deporte y su medio es la naturaleza. Practica desde niño windsurf, piragüismo y vela ligera. Con su llegada a Madrid descubrió lo que se ha convertido en una de sus pasiones: la escalada. Una afición que ha hecho las delicias de los titulares dedicados al hombre encargado de la desescalada del país. «El rato que estoy escalando me olvido de absolutamente todo, desaparece el mundo», confesó hace unos días a Desnivel. También lamentó que su confinamiento fuera a durar más de los normal: «La gente me reconoce mucho por la calle y eso me agobia un poco».

El director del CCAES también tiene su nexo con Galicia. En este caso el hilo es su mujer, de la familia Romay. Juntos han disfrutado del verano gallego en varias ocasiones.

Durante esta pandemia ve poco a su familia porque al llegar a casa cae «rendido en la cama». En una de sus citas diarias con los medios de comunicación también confesó que era «un tipo muy afectuoso» y en una de sus primeras intervenciones sorprendió a todos pidiendo perdón mirando a cámara tras haber molestado a la Iglesia Evangélica de Leganés.

Es el mismo que el primer día de su vuelta tras pasar el coronavirus se atragantó en pleno directo porque se comió una almendra justo antes de empezar a hablar. También es el mismo que desató las iras de muchos por toser en medio de una rueda de prensa y taparse la boca con su mano sin seguir las recomendaciones que llevaba meses dando a la población. Podría parecer un mero despiste pero el vídeo corrió como la pólvora y hasta se convirtió en argumento político.

Hace unos días, el pueblo de Caspe, donde Simón pasó gran parte de su infancia, amaneció con pintadas pidiendo su dimisión. Las querellas contra el experto se multiplican al mismo tiempo que las críticas por su gestión. Las palabras que pronunció a finales de enero todavía resuenan. «Nosotros creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado. Esperemos que no haya transmisión local. Si la hay, será transmisión muy limitada y muy controlada…», dijo entonces.

Fernando Simón tiene cinco hermanos y hace unos días Marcos, el pequeño de la familia, decidió escribirle una carta pública en la que hablaba de él como su héroe y en la que también manifestaba su preocupación: «Se expone, no hay duda. Y desde hace unos días estoy muy preocupado por él. Porque hay insensatos que no se dan cuenta de lo que atacan cuando atacan a Fernando. Es muy peligroso que consigan hacer mella en él. Porque Fernando nos está ayudando a todos y lo seguirá haciendo mientras tenga oportunidad de hacerlo».

Fernando Simón tiene a día de hoy una misión que no es fácil, es el hombre que pone voz y cara a la pandemia en nuestro país.

Vida en áfrica: «Fernando era el único médico, en él recaía todo el trabajo»

El aventurero Marco Pascual publicó en marzo un artículo en el Diario del Alto Aragón narrando cómo conoció a Fernando Simón en Burundi. Simón estaba allí como médico voluntario de Medicus Mundi. «Fernando pasaba consulta a unos 120 pacientes diarios por las mañanas, y en la tarde se ocupaba de los 60 pacientes que regularmente tenía ingresados, entre enfermos y parturientas», cuenta.Estaba el riesgo añadido de la guerra. «Los rebeldes habían atacado la capital matando a 234 personas. Dos semanas después Fernando había ido allí para abastecerse de medicamentos, aún conociendo la prohibición de circular por la ciudad. Cuando iban a comprar las medicinas fueron tiroteados por los militares. Ese día salvaron la vida, los impactos de bala dieron en la parte trasera de su todoterreno», explica en esta crónica.