Salvar el segundo pulmón del planeta

miguel lorenci MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

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La novela «La bruma verde», de Gonzalo Giner, es un canto al conservacionismo con la mirada puesta en África

12 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Su profesión de veterinario impulsó a Gonzalo Giner (Madrid, 1965) a colaborar con algunas tribus masái hace algunos años en África. Como suele ocurrir, quedó fascinado por la belleza de un continente «esquilmado y olvidado» y de aquella experiencia surge, en parte, La bruma verde (Planeta). La séptima novela de Giner es un canto al conservacionismo con el que su autor ganó el premio Fernando Lara. Mezcla aventuras y amor con tintes de ecothriller a través de un secuestro. Da además una vuelta de tuerca al mito del niño salvaje y quiere «concienciar antes que denunciar» sobre los clamorosos abusos en un continente riquísimo al que no se le permite coger tren del desarrollo.

«Para concienciar vale más una buena historia que mil sermones», asegura Giner, que sigue el modelo de la primatóloga Jane Goodall, muy presente en la cocina de su novela a través de quien es hoy su mano derecha, la también veterinaria y primatóloga gallega Rebeca Atencia, inspiradora parcial del relato. «Goodall dijo que contar historias era la única manera que ella conocía para llegar a la gente y convencerla de la importancia del clima y la conservación de la naturaleza. Que una buena historia es mejor que un rapapolvo, y es lo que trato de hacer con la novela», dice Giner.

El autor visitó hace años una zona selvática cercana al Congo, contactó con sus pobladores y sintió «esa inquietud que te asalta en África, que te transforma y te hace preguntarte cómo puedes ayudar». Su respuesta es este alegato ecologista y conservacionista lanzado desde la hondura de la selva y alejándose «de la mirada paternalista que aún hoy contamina nuestra percepción de África».

Bineka es la joven protagonista de la novela. Huyendo de la maldad de sus congéneres acabará hallando refugio en una manada de chimpancés.

Muestra en su fábula la brutal devastación de África ecuatorial con las explotaciones de coltán y de diamantes y otras materias. Los efectos de la caza furtiva, la deforestación masiva y las agresivas técnicas agrícolas que consumen al segundo gran pulmón verde del planeta: la cuenca del río Congo, un paraje de más de 200 millones de hectáreas tan esencial para el clima y la biodiversidad como desconocido. «Se habla mucho del Amazonas y poco de África, donde los occidentales lo hemos hecho fatal y de la que China se está adueñando», denuncia. «Están entrando a saco desde hace dos décadas. Su estrategia es agrícola y alimentaria: quieren todo el continente como granero y realizan compras masivas de terreno, algunas de más de 400.000 hectáreas, que es como todo Álava. Se calcula que han comprado hasta ahora dos veces la superficie de España».