¿Pueden los tatuajes causar cáncer de piel? No, pero pueden enmascararlo

fermín apezteguia COLPISA / MADRID

SOCIEDAD

Los expertos recomiendan vigilar los de colores rojos y marrones

03 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los tatuajes resultan mucho más inocuos de lo que se pensaba. Ni favorecen la aparición de cánceres, ni tienen por qué ser una contraindicación para la aplicación de la anestesia epidural. No hay evidencia científica que ni siquiera apunte o haga sospechar de algo así, según se ha puesto de manifiesto en el congreso nacional de Dermatología, que se celebra desde ayer en Bilbao y en su jornada inaugural reconoció la labor de todos los dermatólogos durante la pandemia por covid-19.

Los expertos analizaron los peligros de tatuarse la piel y concluyeron que la única pega que, a día de hoy, admite la piel tintada -y no es menor- es que en ocasiones puede enmascarar un tumor en evolución, especialmente cuando los diseños incluyen colores oscuros o marrones. Tampoco es para alarmarse.

El tiempo ha permitido demostrar que los argumentos sanitarios contra los tatuajes tienen más de prejuicio que de razones de salud. «Por regla general, un tatuaje puede provocar problemas incluso molestos, pero nadie muere de ello», explica el dermatólogo Donís Muñoz Borrás, que dirige en Valencia una clínica especializada.

Hasta la fecha, no ha habido ni una sola investigación que haya podido demostrar la relación entre esta práctica y el cáncer, ni siquiera cuando las lesiones se han dado en el mismo lugar del tatuaje.

La complicación más habitual que generan estas grabaciones en la piel es la inflamación, que de tanto rascarse puede llegar incluso a ulcerarse. Por razones que no se conocen del todo bien, el rojo es el color que da más guerra. El 80 % de los casos de hinchazón se producen en zonas coloreadas con tonos rojizos. Hace 50 años, según detalla Muñoz, el rojo para tatuar se fabricaba con sales de mercurio, que están prohibidas desde hace 40. En la actualidad, no representan un problema. Los colores que se emplean en centros homologados están todos elaborados a partir de pigmentos sintéticos.

¿Qué pasa, entonces, con el rojo? Algunas investigaciones, las más recientes, apuntan a que este color podría contener de fábrica más impurezas que el resto de la gama cromática. Pero tampoco está tan claro que sea así. «Aquí hay una incógnita pendiente de aclaración».

Esas pequeñas úlceras sí pueden ser, en ocasiones, la señal de que existe un problema de salud que podría ser más preocupante, una sarcoidosis. Con ese nombre se conoce a una enfermedad que se caracteriza por el crecimiento de pequeñas acumulaciones de células inflamatorias.

De la piel, puede extenderse luego a otros órganos, como los ganglios, el pulmón, los ojos, el corazón... Los expertos sospechan que se trata de una respuesta del sistema inflamatorio, pero tampoco esto parece estar tan claro. «Puede afectar a todo el cuerpo, aunque como en todo existen grados. Hay formas graves y otras menos graves», destaca el especialista, que, sin embargo, insiste en la idea de que no hay que «demonizar los tatuajes».

Los que se hacen en la zona lumbar no son peligrosos para la epidural

 La tendencia de dibujarse la región lumbar llevó a los anestesistas hace años a negar a las parturientas las anestesia que les posibilita parir sin dolor. El tiempo ha demostrado que aquello carecía de sentido. «Un estudio evidenció que los supuestos argumentos científicos para negar una punción lumbar a una paciente tatuada eran puramente sentimentales», razona Muñoz Borrás.

«Con un milímetro de buena voluntad —un pequeño corte para separar bien la piel antes de introducir la aguja— se puede hacer perfectamente», defiende. Cada vez hay más gente tatuada en nuestra sociedad. Algunas estimaciones apuntan a que el 30 % de las personas con edades comprendidas entre los 20 y 40 años luce un tatuaje. Entonces, las posibilidades de que surja un tumor en medio de un dibujo en la piel crecen. «¿Si esa persona no llevara la piel tatuada se hubiera librado del cáncer? No existe confirmación de que sea así. La relación entre cáncer y tatuajes es casual, no causal», resume Muñoz.