Eurovisión expulsa a Rusia del festival por la invasión de Ucrania

La Voz REDACCIÓN

SOCIEDAD

Alina Pash no representará a Ucrania en Eurovisión tras ser acusada de prorrusa
Alina Pash no representará a Ucrania en Eurovisión tras ser acusada de prorrusa

Varios países habían amenazado con no participar en el certamen después de que la UER intentara mantener al país invasor alegando que el certamen es «apolítico»

25 feb 2022 . Actualizado a las 19:43 h.

La Unión Europea de Radiodifusión (UER), organizadora del festival de Eurovisión, ha confirmado que Rusia no podrá participar en la edición del 2022 después de la invasión de Ucrania. La entidad organizadora del certamen musical ha cedido finalmente a las numerosas presiones recibidas a lo largo de este viernes por parte de distintos países que amenazaban con boicotear el festival si Rusia estaba presente.

A primera hora del día, la UER había descartado adoptar ninguna medida contra el país invasor alegando que su célebre festival «es un evento cultural apolítico». A la luz de las numerosas críticas desatadas por su comentario, la UER señaló esta tarde que «debido a la crisis sin precedentes de Ucrania, la inclusión de la candidatura de Rusia en el certamen de este año supondría un desprestigio para la competición». Afirma ahora que ha tomado esta decisión después de consultar con sus miembros y subraya su vocación de servicio público y de celebrar la diversidad a través de la música.

A raíz de las agresiones que sufre Ucrania desde el pasado jueves por parte del ejército ruso, la cadena ucraniana UA:PBC fue la primera en solicitar la expulsión del concurso de los canales rusos por ser «un portavoz del Kremlin y una herramienta clave de propaganda política financiada con el presupuesto estatal ruso», según recoge Efe. Ante esta petición, la respuesta de la UER fue intentar evitar un posicionamiento ante la escalada bélica. «El Festival de la Canción de Eurovisión es un evento cultural apolítico. Sin embargo, la UER está preocupada por los acontecimientos actuales en Ucrania y continuará vigilando de cerca la situación», señalaba en un breve escrito.

La esquiva reacción de la entidad promotora de Eurovisión causó sorpresa e indignación en muchas delegaciones y países participantes. La televisión ucraniana no se quedó sola en su petición y las presiones en Europa para que la UER abandonase su pasividad y sancionase a Rusia fueron en aumento.

La televisión finlandesa YLE fue la más contundente y anunció que renunciaría a participar en el festival si Rusia subía al escenario en Turín. «El ataque de Rusia sobre Ucrania es contrario a todos los valores que YLE y otras cadenas de televisión europea representan. YLE defiende siempre la democracia occidental, el imperio de la ley, la libertad de expresión y la dignidad humana. YLE no puede tomar parte en ningún acontecimiento en el que Rusia, que ha atacado descaradamente esos valores, pueda usar una de las marcas más reconocidas de Europa para promover sus propios intereses».

Sin avanzar si se retirarían o no de la competición, las televisiones públicas de Dinamarca, Noruega, Países Bajos, Islandia y Suecia también habían exigido a la UER la expulsión de los canales estatales rusos del festival. La televisión pública de Lituania también se había sumado a esta postura y la de Estonia consideraba «inconcebible» participar en un concurso al que acudiera Rusia.

Los representantes elegidos por Letonia, Citi Zeni, se pronunciaron a favor de la expulsión del país que ha invadido Ucrania. «El sonido de la belleza no puede convertirse en el sonido de la guerra», escribieron en su petición oficial a la UER para que esta reconsiderase su postura inicial de abrir las puertas a Rusia.

Televisión Española, uno de los «cinco grandes» que más aportan al festival, no se ha posicionado públicamente ni a favor ni en contra de la participación rusa y se limitó a difundir, ya por la tarde, el comunicado de la UER.

Numerosas voces, como el actor Stephen Fry, han expresado su perplejidad con la postura inicial que la Unión Europea de Radiodifusión intentó mantener hacia Rusia. Mientras, en las redes se empezaron a promover campañas de recogida de firmas para pedir un boicot a la participación de la Federación Rusa. 

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha alcanzado a menudo a este concurso musical. Este mismo año, la ucraniana Alina Pash se alzó con la victoria en la preselección de su país, pero tras su victoria fue acusada de haber viajado a Crimea después de la anexión rusa del 2014 sin el permiso correspondiente. También se difundieron imágenes suyas vestida con los colores de la bandera rusa. Aunque ella lo negó, la presión hizo que terminara cediendo y finalmente no viajará a Turín (Italia) para participar en la gran final el mes de mayo.

Rusia no había elegido por el momento a su representante para la edición del 2022.

No era la primera vez que algo similar sucedía. En el 2019 la televisión pública ucraniana declinó participar en el festival después de que la ganadora de la preselección de ese año y una de las favoritas de los «eurofans» para la victoria en Eurovisión, Maruv, se negara a cancelar sus conciertos en suelo ruso.

Ucrania había conocido la victoria en el concurso poco antes, en el 2016. Aunque están prohibidas las canciones con mensaje político, se permitió que Jamala compitiera con su tema 1944 por narrar un hecho histórico, la deportación de miles de tártaros de Crimea, algo que violentó a Rusia, más aún tras su victoria.

Precisamente la edición del año siguiente tuvo lugar en un punto neurálgico de este conflicto, el puerto de Odesa. Ucrania, como país anfitrión, bloqueó la participación de la representante rusa, Yulia Samoylova, al prohibirle la entrada en su territorio por haber viajado a Crimea dos años antes «de manera ilegal» para participar en un concierto.

Eso solo en los últimos años, porque los mensajes dirigidos contra Rusia ya asomaron en la sonada participación de Ucrania en el 2007, cuando Verka Serdyuchka acabó en segundo lugar con una disparatada actuación y canción, Dancing lasha tumbai, título que hacía un juego de palabras que, al ser pronunciado, parecía decir «Russia goodbye».