«Galicia es a nivel artesanal tres veces más fuerte que Madrid o Barcelona»

SOCIEDAD

El diseñador gallego Gabriel Nogueiras, director creativo de Rubearth.
El diseñador gallego Gabriel Nogueiras, director creativo de Rubearth. J.J. GUILLEN | efe

La Fashion Week de Madrid vuelve a premiar el talento emergente del diseñador gallego Gabriel Nogueiras

21 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Va a premio por edición, huracán gallego. Desde que Gabriel Nogueiras pisó por primera vez la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid hace un año su firma Rubearth no ha hecho más que acaparar medallas, una tras otra. Nacido en Caracas en 1988, el domingo pasado volvió a casa con su tercer EGO bajo el brazo y el pase directo a la semana de la moda de Praga. No al hogar de Poio en el que se instaló con su familia tras abandonar Venezuela, sino a su piso de Barcelona donde vive desde hace siete meses y desde donde capitanea una marca que considera gallega. En su voz, el orgullo: «Lo que te ofrece Madrid y Barcelona a nivel visibilidad Galicia no te lo va a dar, pero a nivel artesanal Galicia es tres veces más fuerte. Tenemos una larga tradición textil, que además es cultivada, de muy buen hacer. Llevar la marca Galicia es garantía de calidad».

—Resulta que sí se podía destacar desde la periferia.

—Rubearth nació hace dos años y medio, cuando dejé Bimba & Lola [antes pasó por Givenchy, Carolina Herrera, e Inditex], por una necesidad vital de hacer algo propio. Vi que era el momento de saltar a la piscina y poco a poco se ha ido transformando en una firma sólida. Ahora vivo en Barcelona, pero sigo manteniendo mi equipo gallego. Tanto el punto como la costura los hago ahí, a través de videollamadas y de paquetería urgente. Somos un equipo satelital. Sé que mi gente de Galicia me va a sacar las prendas exactamente como a mí me gusta.

—Ese punto es de lo más característico de Rubearth.

—Es un punto que podía considerarse casi de lujo, manual, hecho por artesanas gallegas. Imagínate explicarle tú a una señora que lleva haciendo jerséis toda la vida que quieres uno con una determinada textura, con un mix de hilo concreto, con este grosor, con aquel cuello tres veces más grande, con esta estructura de patrón… Es un proceso fascinante, de verdad, realizado con mucho mimo. Luego, cuando pasan cosas como esta, cuando recibimos premios, llamo a todo el equipo y se emocionan casi como si fueran mis propios padres. Es mágico.

—Entonces, ¿es la suya una firma de lujo?

—No, diría que está a medio camino entre el lujo y la fast fashion. Mi intención siempre ha sido tocar una vertiente nueva, una marca más slow, que se piensa muy bien todo lo que tiene que hacer. Creo que esto también me permite tener una clientela un poco más seleccionada, gente a la que le gusta vestir con una prenda más única, que no se vea repetida hasta la saciedad cada vez que sale a la calle, con precios relativamente asequibles, de los 130 euros a los 1.500.

—En su caso la etiqueta de sostenibilidad no es solo una cuestión de imagen.

—En mi caso, no, es algo serio. Es llevar una filosofía que me apetece llevar. Yo no uso coche, voy en bici al trabajo. Para mí es importante. Intento suprimir las malas prácticas del textil en lo que yo hago. Por ejemplo, en las ferias me hago con stock de telas que suelen acabar destruyéndose porque a la moda de bajo coste no le interesan, porque tienen precios un poco más elevados. Yo me las quedo para hacer prendas más contadas y exclusivas. Aunque ya estamos trabajando en productos que puedan tener algo más de trayectoria, con tiradas más grandes, y en complementos y en zapatos, por ahora nos compensa hacer por ejemplo siete abrigos cuidados. 

—¿Qué tiene de especial la colección «Pata pollo», con la que acaba de ganar por segunda vez el premio Mercedes-Benz Fashion Talent? 

—Hasta ahora, para inspirarme siempre escogía temas random de la historia, en general. Pero esta vez, como era mi último EGO, me propuse hacer algo personal y lo hice inspirándome en el origen, en la tradición y en la multiculturalidad que aprendí de pequeño. Cuando vine a Europa sentí que esa era una parte que había perdido, por eso siempre ha estado en la base de la firma: todo ese imaginario de Sudamérica, la obsesión por los colores. En esta colección está más marcado. El nombre es un homenaje a uno de mis tíos, al que llamamos «tío pollo» porque tenía las piernas muy muy delgadas. A él le gustaba mucho la escalada y la exploración, y en estas prendas hay muchos guiños a eso.

—Se fue incluso a la Guajira para hacer alguna de las piezas.

—Sí, para evitar todo el tema de apropiación cultural nos fuimos directamente allí, a ver a las indígenas. Nos plantamos en una cooperativa de mujeres con nuestras fichas técnicas y nuestras ideas para desarrollar bolsos wuayús y gorros. No fue sencillo [ríe]. Nos costó explicar nuestro imaginario a unos artesanos acostumbrados a hacer prendas vinculadas al espíritu y la tierra para conseguir un producto algo más comercial, enfocado a una colección, adaptado a una sociedad distinta. Un gorro tradicional con un bolsillo en un lateral con una correa para guardar los AirPods, por ejemplo. Yo no quería romper con algo cultural para transformarlo en un negocio, pero todo resultó muy fluido, muy emocionante. 

—Y el mes que viene presenta la colección en Praga. ¿Primera vez en una pasarela internacional?

—Sí, el premio Mercedes-Benz Fashion Talent incluía el pase directo a la semana de la moda de Praga. Estoy como un flan, pero también muy emocionado, deseando ver todas las reacciones. Quiero ver cómo son otros sistemas, porque en Madrid ya me siento muy cómodo. Allí voy a volver a revivir los nervios de la primera vez.

—En Madrid, desfilaron con sus prendas cuatro mujeres deportistas, dos de ellas con diversidad funcional.

—El patrocinador del premio que ganamos en la MBFW el pasado septiembre, Allianz, tenía una colaboración con LaLiga de Fútbol femenina y la Genuine Santander, y me propusieron esta iniciativa. Al principio no me encajaba muy bien el fútbol con la selva amazónica, pero al ver los perfiles de las cuatro jugadoras me encontré palabras como lucha, esfuerzo, trabajo, dedicación… Y pensé que en realidad conectaba muy bien con todo lo que yo estaba viviendo en ese momento. Y estuvieron con nosotros Anair Lomba, exjugadora del RCD Espanyol; Aintzane Encinas, exjugadora de la Real Sociedad; Sandra García y Rosalía Fernández. Fue emocionante, muy especial. Conocí a cuatro personas maravillosas que lo hicieron de maravilla. Me cuesta llorar, pero cuando vi salir a Sandra aluciné.