El lado más íntimo de Feijoo: «Eva no necesitaba para nada un tío como yo, vivía mucho mejor antes de conocerme»
SOCIEDAD
El líder del PP le reconoció a Bertín Osborne que no es justo con su mujer al irse a Madrid
02 may 2022 . Actualizado a las 15:56 h.En lo político Feijoo se hizo bastante el gallego —en términos conceptuales de Bertín Osborne, que no pudo resistirse al tópico de la escalera— y en el plano más personal aprovechó las dos horas y media de entrevista en el programa Mi casa es la tuya para exponerse como no había hecho nunca antes en televisión. La pregunta del millón, que Telecinco utilizó como gancho toda la semana, respecto a si pactará con Vox para llegar a la presidencia del Gobierno, no obtuvo, como era de esperar, una respuesta directa. El líder del Partido Popular y presidente de la Xunta en funciones desde el viernes, se quedó en que llega para «sumar contundentemente» y que del partido de Abascal le interesan «muchísimo sus votantes». Eso sí, bendijo el pacto de Mañueco en Castilla y León, por la negativa del PSOE a permitirle gobernar y deslizó que «Draghi [el primer ministro italiano] se apoya en partidos como Vox», que en Francia han llegado a la segunda vuelta. Dijo que «Sánchez ha roto muchas reglas», que la pandemia se la gestionaron las comunidades y que «la ideología de Podemos no está en ningún Gobierno de Europa».
Hasta ahí lo más político, aparte de contar que había votado a Felipe González —que entró en el programa con un mensaje grabado— en el 82 y que «lo volvería a hacer» porque «fue un excelente presidente del Gobierno». También hubo menciones a Rajoy, Aznar y a su mentor, Romay Beccaría, y, por supuesto a Fraga. «Fui vicepresidente con él, sabía que no le había votado y nunca sacó esa conversación», rememoró Feijoo dentro de su explicación de cómo llegó a cargos de gestión en el 91 con 29 años y no se afilió al PP hasta el 2000.
Arrancó el relato de infancia en la aldea de Os Peares, con la «honradez cartesiana» de su abuela, viuda joven con ocho hijos y al frente de la fonda donde su padre conoció a su madre. Se paró especialmente en el 10 de septiembre de 1971, el día que cumplía diez años y tomó el camino del internado de los maristas en León cuando nunca antes había salido de la aldea. «Que a un chaval con 10 años lo metan en un tren con una maleta que podía llevar con dificultad y lo manden a León sin más, eso te marca» —reconoció— hasta el punto de que aún hoy tiene «sensaciones agridulces» en sus cumpleaños.
Hizo memoria de cómo estuvieron a punto de expulsarlo del colegio por pelearse con un compañero y acabó castigado «en el fregadero» un mes. También de cómo en el monasterio de Samos, a donde se fue con un amigo «de cachondeo» para ver qué estudiaban, el que hoy es deán de la catedral de Santiago, José Fernández Lago, les habló de la opción de Derecho cuando su compañero quería hacer Filosofía y él Historia. Luego vino la renuncia a las oposiciones a juez, cuando en el 85 su padre se quedó en el paro, y las de letrado que pudo hacer más rápido, seguida de toda la carrera en la Xunta, el Insalud, Correos y de nuevo la Xunta.
Ahora sobre la vuelta a Madrid desveló alguna anécdota curiosa, por ejemplo con Julio Iglesias, con el que habla a menudo. «Estaba en Miami, me invitó a su casa y se pasó la mitad de la cena echándome la bronca por no presentarme». Entonces ganó Casado y ahora, después de la crisis que casi descompone el PP, lo vio claro. «Solo podía retirarme de la política o decir que sí», afirmó, al tiempo que hizo referencia a los costes personales de irse a Madrid, a donde le acompañan su mujer y su hijo.
«Sé que no soy justo con Eva, una directiva de primer nivel, que no necesitaba para nada un tío como yo. Vivía mucho mejor antes de conocerme». Un encuentro que se produjo «en un avión» en el año 2009-2010, cuando volvía de Madrid «de una entrevista con Zapatero». En el asiento de al lado «iban dos mujeres estupendas y una de ellas era Eva». Se pusieron a hablar y «me dijeron: "Oye nos has caído bien, si te hubiésemos conocido antes hubiésemos votado al PP". O sea, que no me votaron», bromeó Feijoo.
No volvió a saber de Eva Cárdenas hasta el año 2013 cuando en durante una visita a Inditex, ya al frente del Gobierno gallego y de la mano del presidente de la compañía, Pablo Isla, su hoy compañera le presentó la tienda modelo de Zara Home, la división de multinacional que ella encabezaba.
«Me la quedé mirando, volví a tener la misma impresión que en el avión, pero la verdad es que no la reconocí. De hecho, me lo recuerda, me dice: "eres un maleducado, porque esperaba que me saludases y te hiciste el avión"», dijo el nuevo líder, que disfruta «cada hora» con su pareja y con el niño pequeño de ambos, «porque no es lo mismo tener un hijo con 25 que con 55».
Sobre todo le está muy agradecido a su compañera porque «es tan generosa...» que «ha renunciado por el niño a ser presidenta de una gran compañía». Un pequeño al que le han intentado convencer de «que en Madrid hay muchos campos de fútbol» para hacer más llevadero el tránsito desde «el patio pegado al mar de su colegio en A Coruña».
A partir de ahí, del regalo a Bertín Osborne de un tinto de la Ribeira Sacra, un buen despliegue de fotos familiares de todas las épocas y de muchos guiños a Galicia y el Camino, la jornada solo dio para que compartiesen mesa con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y el andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, en una exhibición de buena sintonía.
Ayuso ante Feijoo: «No me importa lo de tonta, ida, incapaz, loca... donde sí pongo la línea es en la honra»
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Aunque el tono de «Mi casa la tuya» es distendido por definición —y resulta evidente que Bertín Osborne se encuentra más cómodo con Feijoo, Ayuso y Moreno Bonilla que con el secretario general del Partido Comunista—, a nadie se le escapa que cualquier político aprovecharía dos horas largas de televisión en horario de máxima audiencia para colar sus mensajes. Y eso fue lo que hicieron el nuevo presidente del PP y, en su medida, los líderes en Madrid y Andalucía.
Feijoo aprovechó el enganche de Felipe González para incidir en su estrategia de marcar distancias entre el PSOE de siempre, un partido de Estado con peso institucional, y el actual liderado por Sánchez al que pinta como alguien capaz de todo por llegar y mantenerse en el poder.
Al mismo tiempo, fue salpicando el programa completo de referencias a sus principales bazas como futuro aspirante a la presidencia del Gobierno: la mesura, la reflexividad y, sobre todo, la experiencia de gestión. «El primer y único hijo lo he tenido a los 55 años, para que veas que me tomo las cosas con tranquilidad», bromeó con Bertín, al que le une una relación de cercanía desde que —al igual que a Julio Iglesias— le dedicaron un sello cuando el todavía presidente gallego en funciones estaba al frente de Correos. De esa época, en la que desde la Administración —algo que no tenía experimentado antes— «había que competir con Seur, con DHL, con FedEx... para pagar 20.000 millones de nóminas» extrajo un conocimiento muy diferente habitual al de «gastar dinero» que domina la gestión política. Pero puso el acento sobre todo en la etapa anterior, la del Insalud. Fraga quería que diese el salto ya a conselleiro de Sanidade pero Romay le pidió que se fuese con él al ministerio y no supo —probablemente tampoco quería ni podía— decirle que no. Y ahí cree que fue donde, al margen de la Xunta luego de regreso, cimentó su trayectoria. Considera que es en el campo sanitario donde más claramente se ven las capacidades y las carencias de un cargo público. El que está ahí «a lo mejor no es buen político, pero de gestión sabe, porque la sanidad solo es noticia si la noticia es mala», ejemplificó.
A parte de los rivales y de su propia carrera, también tuvo ocasión de mirar hacia dentro del Partido Popular. Se remontó a la salida de Fraga de la Xunta para lanzar un dardo con efectos retroactivos, porque recordó que cuando el fundador del PP se fue a un pequeño despacho en el Parlamento de Galicia el amplio grupo de personas que orbitaban a su alrededor «desapareció de repente». Pero se centró en la abrupta ruptura de Casado, cuyo nombre no pronunció nadie en las prácticamente dos horas y media de programa. Feijoo defendió que por más que antes se lo pidiese mucha gente, incluido Julio Iglesias, «que sigue muchísimo la política española y se lee todos los editoriales de los periódicos» y el propio Bertín Osborne, no era el momento. Cuando se presentaron Soraya Sáez de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Pablo Casado, justo después de las autonómicas, «no podía hacer la maleta en 15 días y marcharme». Recordó su compromiso con la comunidad, que para nada entiende que se haya roto porque «trabajar por España es trabajar también por Galicia». Sin embargo ahora, cuando todos los varones autonómicos bramaban porque veían como se desangraba el partido, no le quedó otra. Que los asuntos internos se estuviesen ventilando con «ruedas de prensa en prime time» suponía que pensasen: «hemos perdido el control del partido, hemos perdido el horizonte», porque «puedes discutir en casa, lo que no puedes es radiar la conversación en el vecindario», sentencia Feijoo, que no quiso entrar en profundidad en el cisma Casado-Ayuso a cuenta de las comisiones del hermano de la presidenta, pero sí se posicionó claramente del lado de la madrileña. Destacó que cuando estás en una responsabilidad como la que comparten ambos, y más con el estrés de la pandemia, de las cuestiones más específicas de los contratos «ni te enteras, ni las conoces» y hay «miles de filtros» en la Administración por lo que resulta «ridículo» pensar que se ejecutan de manera irregular por directrices políticas.
Por eso durante la conversación que compartieron los cuatro durante el almuerzo, laudatoria entre todos ellos como cabía esperar entre compañeros de partido, salieron bastantes referencias al coste personal que tiene la exposición pública. A Feijoo lo que más le cuesta es la «pérdida de la intimidad» y los ataques que puedan sufrir su hermana o su pareja con «insidias, calumnias...» porque «sabes que por el hecho de ser familiares tuyas van a ir a por ellas». Ayuso, en la misma línea, dijo: «Nos queda la honra. ¿Si te quitan eso qué queda?» se preguntó de manera retórica para dejar claro que no le molesta tanto que la traten de «tonta, ida, incapaz, loca...». que la ridiculicen por «llevar la cuenta de un perro» o que la vean como una marioneta de su jefe de gabinete. Lo que le produce indignación es tener que soportar, al igual que al alcalde de Madrid, las acusaciones de corrupción.
A Feijoo, por supuesto, le dedicaron calificativos halagadores. Juanma Moreno destacó ese «cierto magnetismo» que le permite integrar sensibilidades muy distintas y lo calificó como «un gestor venido a político». A Ayuso, en cambio, le llama la atención «ese liderazgo que no es en base a las broncas ni las imposiciones». Y aparte de las referencias al nuevo líder, los dos principales activos autonómicos del PP dejaron bien a la vista esas dos almas del partido ilustradas por su propio carácter, cuando Bertín les preguntó si se iban de cañas con alguien de la oposición. Moreno Bonilla dijo que sí, que tiene «una relación fluida y cordial», pero Ayuso fue tajante: «Yo no». Por un lado cree que «puede haber buenos políticos en todos los partidos», pero de otros entiende que quieren nada menos que «la destrucción completa del país. Yo con esos no pierdo el tiempo».
Feijoo, en cambio acabó con una advertencia, la de que nunca la perdonaría a un compañero «que esté en el partido para lucrarse» y una promesa: «una frase de Václav Havel, el primer ministro checo, que dijo: ‘no estoy aquí para mentiros». Por eso asegura: «Si no puedo decir toda la verdad no la diré, pero mentir nunca».