El hijo de Carlos y Diana se asocia a las causas sociales de su madre y quiere modernizar la monarquía en sintonía con el deseo de su padre
21 jun 2022 . Actualizado a las 13:11 h.El príncipe Guillermo cumple este martes cuarenta años y las portadas de los medios destacan sus recientes actividades benéficas. La semana pasada vendió en la calle ejemplares de la revista Big Issue (Gran cuestión), que recauda dinero para las personas sin casa. Lo hizo en el centro de Londres, acompañado de uno de los vendedores habituales. En el artículo que ha escrito para la revista, recuerda que visitó un albergue de otra organización benéfica a los 11 años, con su madre, Diana, y su hermano Enrique.
Su motivación esta vez era la oportunidad de subrayar que «este problema puede resolverse, aunque no de un golpe». Requiere, según él, «un enfoque continuado y una red de apoyo general».
También acudió a otra organización dedicada a la búsqueda de techo para jóvenes sin casa que patrocinaba su madre. Lo hace más de una docena de veces cada año, según sus gestores. Entre otras actividades, llama por teléfono a las oficinas de la seguridad social para obtener información sobre las ayudas que podrían recibir los jóvenes que ese día están en el centro.
Su mujer, Catalina, ha recibido elogios porque, tres días después de la clausura de la celebración del Jubileo de Platino de la reina Isabel II, acudió a una organización de Brent, uno de los barrios más pobres de Londres, dedicada al abastecimiento de necesidades básicas para niños.
Esa actividad pública se produce en tiempos de mudanza doméstica. Antes del final del verano, abandonarán el Palacio de Kensington, en el centro de la metrópoli, y se irán a vivir a Adelaide Cottage, en un complejo con dos viejas casas modernizadas y relativamente modestas para los estándares de la realeza británica. No tendrán servicio doméstico interno, según los medios.
Inicio del curso en Windsor
La mudanza ha de ser rápida para que sus tres hijos inicien el curso en una escuela de Windsor. El castillo real está a muy poca distancia de la villa que ocuparán los Cambridge. Según el Daily Mail, Guillermo querría estar cerca de la reina, que ha convertido el castillo en su residencia permanente.
En el Palacio de Buckingham se hacen obras para acoger a los futuros reyes, Carlos y Camila. Aunque cortesanos citados por Robert Jobson, en William at 40 (Guillermo a los 40) afirman que Carlos cree que sus dos hijos han heredado el temperamento volátil de Diana, Guillermo es retratado como apegado a su padre, con quien compartiría un afán por modernizar la monarquía, modificando su papel en la sociedad del siglo XXI y reduciendo drásticamente el tamaño de la familia real que recibe salarios.
De hecho, padre e hijo habrían convencido a la reina de que el príncipe Andrés debe ser excluido de la vida pública de manera permanente. Su ausencia en los actos de la Orden de la Jarretera y en las carreras de caballos de Ascot sería un signo. Guillermo ha elogiado y seguido la labor 'pionera' de su padre sobre la ecología del planeta y el cambio climático. Las heridas del pasado parecen curadas en la relación entre padre e hijo.
Jobson describe al joven príncipe como una persona temperamental, cuyos ayudantes observan por la mañana «en qué dirección sopla el viento». Levanta la voz cuando se irrita y tiene broncas con Catalina, que respondería con el talante igualitario de las modernas plebeyas. Ambos restaurarían la paz al cabo de un rato, como cualquier matrimonio bien engrasado.
Al maniqueísmo de Diana, que pasaba con facilidad del amor al odio, se achaca la irreconciliable disputa entre los dos hermanos. De la monarquía de los Fab Four que Guillermo, Catalina, Enrique y Meghan encarnaron brevemente, como los Beatles de la corona británica, quedan solo cenizas y rencores.