Rocío Carrasco sobre el problema de Ortega Cano: «Lo tiene desde mucho antes de morir mi madre»
SOCIEDAD
La hija de Rocío Jurado habla sin tapujos de cómo se comportó el segundo marido cuando estaba enferma
05 ago 2022 . Actualizado a las 20:32 h.Definitivamente, José Ortega Cano no pasa por su mejor verano, ni mucho menos. Mientras su matrimonio con Ana María Aldón lleva semanas en el disparadero mediático con continuos rumores de un divorcio inminente, tiene que enfrentarse también a su pasado más doloroso.
Y es que Rocío Carrasco ha revelado en un nuevo capítulo de En el nombre de Rocío, la docuserie que emite Mitele, que el problema (ser refiere con el alcohol) de Ortega Cano «lo tiene desde mucho antes de morir mi madre». De una manera muy elegante, pero sin morderse la lengua, Carrasco recordó cómo vivió el torero la enfermedad de Rocío Jurado. «José en el momento que mi madre ingresa en Houston cae en picado», afirma.
Y según ella se le acrecienta «un problema que él tenía y que luego salió a la luz y que desgraciadamente dio lugar a la pérdida de la vida de una persona», recuerda refiriéndose a la muerte de Carlos Parra, que causó Ortega Cano al conducir bajo los efectos del alcohol. «No es verdad que él empiece a tener el problema por la muerte de mi madre, a lo mejor con la muerte de mi madre se acrecienta pero él ese problema lo tiene desde mucho antes», asegura.
De los ingresos en el hospital de su madre, afirma que su marido «estaba ausente». Y asegura que la artista, que se enfrentaba a un duro cáncer que finalmente acabaría con su vida, estaba constantemente preocupada por su marido y «le quería tener controlado para que no tuviera problemas, se ponía muy nerviosa cuando él desaparecía». Es más rememoraba que tras continuas ausencias le reprochó ante su propia hija: «Ni aquí me vas a respetar». «Ella se lo había dicho en varias ocasiones… Al final era más preocupación por él que por ella», confiesa.
Según Carrasco, Ortega Cano tenía en aquel tiempo una mezcla de «dolor y mala conciencia». «Mala conciencia por saber que no ha hecho las cosas correctamente. Bajo mi punto de vista le costaba asumir la enfermedad que tenía mi madre y le costaba saber cómo él se había portado con ella», explica en la docuserie en la que habla de la muerte de su madre.
En todo caso Rocío Carrasco asegura que todos conocían el problema de Ortega Cano. «Unos nos poníamos en su lugar porque no deja de ser un ser humano que lo está pasando mal y otros se dedicaban a echar fuego, criticar…», añade.
La hija de Rocío Jurado relata también en este octavo episodio que vivió con el marido de su madre poco antes de morir, cuando su situación era irreversible. En un momento en el que Ortega Cano se encontraría algo mareado y dormido, Rocío Jurado quería verle y Carrasco salió a buscarlo al pasillo. «Sin venir a cuenta, cuando volvemos a casa, empieza a increparme por las palabras que tuve con él en el pasillo y me dice: '¡Tú me vas a decir a mí lo que yo tengo que hacer cuando tú estás matando a tu madre!'. Así termina esa conversación y me pongo a llorar», explica la hija de la artista.
En ese momento intervino Fidel Albiac, que le espetó al diestro: «José, estamos en un treinta y pico, si le vuelves a decir eso a mi mujer me bajo contigo por los cristales para abajo. Que tú tengas la poca vida y vergüenza a una niña que su madre se está muriendo, nos vamos para abajo los dos'. Intervino, porque yo empecé a llorar, porque yo no sabía por qué me estaba diciendo esa barbaridad».
Tensiones familiares y un detalle «dantesco»
A los problemas del matrimonio, Rocío Carrasco le une los que también tenía la artista con el resto de la familia. Y es que recuerda cómo durante su estancia en Houston llegaron a vivirse momento que ella califica como «dantescos». «Ella mandaba sacar dinero y lo tenía en un bolsito pequeñito donde tenía guardadas las llaves. Para mí era una situación que me parecía dantesca, tener que estar ella en la cama de un hospital repartiendo dinero a cada uno. Era una situación muy fea», explica Rocío Carrasco, para apuntar que todos (sus hermanos y su propio marido) pedían dinero a Jurado, ya muy malita, salvo ella y Fidel, que se costeaban ellos mismos sus gastos.
«Era una situación muy extraña, grotesca y asquerosa. Dan tirria y grima ese tipo de situaciones», asevera, recordando que hasta le pedían dinero para llenar el depósito de combustible de un coche que les habían prestado para moverse por la ciudad.