Las claves de la sexta temporada de «Élite»: Un caso similar al de La Manada y el primer personaje trans de la producción

Iker Cortés MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Iván (André Lamoglia) y Patrick (Manu Ríos) durante el rodaje de la serie.
Iván (André Lamoglia) y Patrick (Manu Ríos) durante el rodaje de la serie. MATÍAS URIS / NETFLIX

La ficción de Netflix se enfrenta al reto de que, por primera vez, ninguno de los personajes de la primera entrega forma parte del reparto

17 nov 2022 . Actualizado a las 13:14 h.

Ni Ander, ni Nadia, ni Omar, ni Samu, ni Polo, ni Guzmán, ni Rebeka, ni Cayetana, ni Philippe... La sexta temporada de Élite se enfrenta a un reto desconocido: por primera vez, ninguno de los personajes que formaron parte de la primera entrega tendrán cabida en la ficción de Netflix, que mañana pone en marcha su nueva temporada. El hecho de que sea una serie juvenil invita más a la renovación de rostros, pero Carlos Montero y Darío Madrona, creadores de la ficción, jamás habían renunciado a mantener a personajes que sirvieran de ancla con el pasado.

Y eso que los propios actores no se lo han puesto fácil. La popularidad y la llegada de nuevos proyectos hicieron que ya en la tercera tanda de episodios fueran descolgándose intérpretes como Miguel Herrán o Jaime Lorente. Posteriormente, abandonarían el barco Ester Expósito, Arón Piper, Miguel Bernardeau, Álvaro Rico, Mina El Hammani o Danna Paola, mientras la temporada pasada marcaba el punto final para Samu. El personaje al que daba vida Itzan Escamilla, un estudiante de clase media-baja que estudia en Las Encinas gracias a una beca, moría en brazos de un amigo tras un forcejeo con Benjamín, el director del instituto ficticio, y un desafortunado golpe en la cabeza.

Un atropello misterioso

Pero no es por ahí por donde comienza esta nueva entrega. La sexta temporada de Élite sigue fiel al esquema que sus creadores pusieron en marcha desde la primera: mostrar un impactante suceso y luego saltar al pasado para reconstruir cómo se ha llegado hasta ahí. Aquí, lo que ha ocurrido es que un vehículo negro ha atropellado a Iván (André Lamoglia), el hijo de Cruz (Carlotto Cota), una estrella del fútbol que oculta su homosexualidad. Buena parte de esta temporada abordará la relación entre Iván y Patrick (Manu Ríos), mientras trata de saber quién ha atropellado al joven y por qué. Eso sí, como en las últimas temporadas, ese misterio apenas es un pretexto para la pertinente ración de fiesta, alcohol, drogas y sexo.

Si no recuerda bien cómo acabó la quinta temporada, solo tiene que saber dos cosas. Benjamín (Diego Martín), el director de Las Encinas, se encuentra ahora en prisión, mientras espera a su juicio por la muerte de Samu, pero ha pedido a su hija Ari (Carla Díaz) que convenza a sus hermanos Patrick y Mencía (Martina Cariddi) de que regresen al instituto y traten de hacer una vida lo más normal posible. El otro tema que tendrá largo recorrido en esta temporada es que al final de la pasada Isadora (Valentina Zenere) fue violada por tres chavales del instituto, Hugo, Álex y Javier, en una fiesta.

Nuevas localizaciones

Para una serie en la que la fiesta resulta vital, es curioso que hasta ahora todas tuvieran lugar en el mismo local. Después de cinco temporadas, Élite se atreve a presentarnos nuevas localizaciones. Sí, se acabó, al menos en los tres primeros episodios, el restaurante a la orilla del lago donde trabajaba Omar, y la sala de fiestas en la que, capítulo sí y capítulo también, los chavales daban rienda suelta a sus pulsiones. Ahora, y aquí empiezan las incongruencias, los momentos de exaltación de la amistad y despendole tendrán lugar en el Isadora Club. Así es, los padres de Isadora han pensado que para que la joven sane sus heridas lo mejor era abrirle una discoteca, en cuyo piso de arriba vive, atendida por personal de servicio. ¿Qué puede salir mal?

Un caso muy similar al de La Manada

Evidentemente, Hugo, Álex y Javier son los grandes villanos de esta nueva temporada, con una historia que tiene muchos puntos en común con el famoso caso de la manada, en el que cinco jóvenes violaron a una joven durante las fiestas de San Fermín. Temas como la salud mental, la culpabilidad que buena parte de la sociedad hace sentir a las víctimas, las dudas que siembran en torno al caso o el victimismo al que se aferran los violadores marcarán parte de la senda de esta nueva tanda de capítulos.

Pero no son los únicos villanos. Al centro acaban de llegar Sara (Carmen Arrufat) y Raúl (Álex Pastrana), una pareja de influencers que se hace llamar @Saraul en las redes sociales. Ambos se pueden costear el privado centro estudiantil porque han llegado a un acuerdo con la nueva directora para hacer de Las Encinas un sitio más atractivo en redes. Ninguno de los dos creerá inicialmente a Isadora. «Ahora por culpa de tías como Isadora que se inventan cosas para que les hagan casito, igual no se cree a las que denuncian cosas de verdad porque una mentira se recuerda más que mil verdades», llega a decir Sara en uno de sus polémicos directos. Después verá que las cosas no son así, pero es que ella también lleva una pesada carga encima. Mencía es la tercera en discordia en esta tóxica pareja.

El primer personaje trans

Ander Puig, actor trans protagonista de Ser o no ser (Playz, RTVE), desembarca en la serie para dar vida a Nico, el primer personaje trans de la producción, por el que pronto mostrará un inusitado interés, a veces casi hasta de forma faltona, Ari. Con su llegada, la ficción aborda sin ningún tapujo y con una evidente falta de tacto todo tipo de cuestiones en torno al tema trans, desde la transfobia, hasta las dudas o la necesidad de aceptación, pasando por las generalizaciones que buena parte de la población asume en torno al colectivo LGTBI.

Dos asuntos parecen centrar buena parte de los arcos narrativos de esta temporada, pero habrá que esperar a ver cómo los resuelven los creadores y guionistas de la ficción. Por un lado, está el tema de la homosexualidad de Cruz (Carlotto Cota), la gran estrella del fútbol. ¿Saldrá del armario? Por el otro, una peligrosa tendencia de Ari a dejarse llevar cada vez más por el alcohol. ¿Tendrá alguna consecuencia?