Molinos, puentes, diques naturales de piedra y una cascada de 15 metros de altura forman parte de una ruta señalizada que permite conocer la importancia del agua en la comarca carballiñesa
31 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Es tiempo de lluvias y las cascadas presentan este diciembre su mejor imagen. En algunos casos estos tesoros naturales van acompañados de rutas que permiten al caminante largos paseos en los que descubrir, además, joyas etnográficas y arquitectónicas, como molinos o puentes. Es el caso de la Fervenza do Barbantiño, también llamada de O Cachón y de O Viñao. Se encuentra en los límites de los concellos ourensanos de Maside y Punxín. La ruta principal del denominado Camino Natural del Barbantiño —forma parte del programa Caminos Naturales de España— lleva hasta la cascada y pasa, ademas de por los dos municipios, por Amoeiro. Comienza en O Bañiño (Punxín), una pequeña surgencia de aguas templadas, y toma un sendero que asciende a la cuenca fluvial. Es un circuito de quince kilómetros de longitud que se inicia con un paseo por el cauce en el que se puede disfrutar de un bosque autóctono, donde aparecen indicaciones para conocer la dirección a tomar y la distancia hacia el destino.
En la dos orillas del río asombran diversas infraestructuras hidráulicas, molinos abandonadas, restaurados y en uso, que dan cuenta de la importancia que el agua tuvo en la economía de la comarca carballiñesa. En el punto kilométrico 1,4 de la ruta se puede ver uno de ellos, reformado, y rodeado de una pasarela de madera. Muy cerca, un paso metálico permite cruzar a la otra orilla y tomar, si se quiere, el camino de vuelta.
Si se pretende avanzar hacia la cascada se sigue el sendero, que se estrecha en ese punto, y es posible ver diques artesanales de piedra que servían para estancar el agua y desviarla hacia los molinos. Infraestructuras que se mantiene con el tiempo pero que el agua ha ido modelando a su antojo.
Poco antes del kilómetro cuatro, el caminante debe abandonar el cauce del río para ascender por una ladera hasta un área recreativa, donde se puede descansar y disfrutar del paisaje. Hay dos bancos de piedra bajo un tejado que protege tanto de las lluvias de estas épocas como del sol y el calor del verano ourensano. Desde allí, un pequeño paseo que cruza una pasarela metálica lleva hasta el paraje natural de la Fervenza do Barbantiño. Para facilitar la visita se empedró el camino —a este punto se puede llegar en un coche adecuado para el monte desde Listanco (cogiendo la salida de la AG-53 en Maside)— y se habilitaron pasarelas de madera con el fin de permitir su visita. La cascada tiene unos quince metros de altura y sus pozas son de agua cristalina. Desde este punto se puede iniciar el regreso, cruzando hacia la otra orilla del río, a través de una pasarela metálica. Sobre ella se ve la fervenza desde su parte alta y, una vez que se atraviesa, se llega a los Muíños das Penas. Algunos están restaurados y se pueden visitar por dentro.
Los que quieran ampliar la ruta principal pueden tomar desde ese punto el camino de San Fiz, que sube al pueblo y baja hasta un puente medieval por el que discurría el antiguo Camino Real que unía Ourense con Santiago de Compostela.