Por qué el papa Francisco causó «dolor de corazón» a Benedicto XVI: el dardo de «il bello Georg», secretario de Ratzinger
SOCIEDAD
Georg Ganswein, mano derecha del pontífice emérito, carga contra Bergoglio por haber puesto límites a las misas en latín con el rito previo al Concilio Vaticano II después de que el alemán hubiera abierto la mano
04 ene 2023 . Actualizado a las 19:10 h.Es paradójico que se desate la tormenta en la Santa Sede justo cuando la muerte de un pontífice no desencadena la tensión del proceso de elección de un sucesor. Pero lo cierto es que ha estallado la polémica. Los miles de fieles que han pasado hasta el momento por la capilla ardiente de Benedicto XVI instalada en la basílica de San Pedro del Vaticano se han encontrado con una presencia casi perenne a su lado, la del arzobispo Georg Ganswein, el histórico secretario personal de Jospeh Ratzinger Acompañado por las Memores Domini, las cuatro laicas consagradas del movimiento Comunión y Liberación encargadas de cuidar al papa emérito durante estos últimos años de retiro, Ganswein ha recibido sin descanso el pésame de los mandatarios, eclesiásticos y feligreses que acuden a dar un último saludo a Ratzinger, fallecido el pasado sábado a los 95 años de edad.
La figura de este monseñor apodado en los corrillos vaticanos il bello Georg por sus bellas facciones, que le granjearon comparaciones hasta con el actor George Clooney, fue durante los primeros años tras la elección de Francisco el anillo de unión con el pontificado de su antecesor por su responsabilidad como prefecto de la Casa Pontificia. Aunque oficialmente sigue en el cargo, el Papa argentino le dio en enero de 2020 una permiso laboral indefinido, de manera que dejó de ser su sombra en las audiencias generales y otros encuentros. Aquella decisión fue un castigo en toda regla después de que Ganswein se viera envuelto en la publicación de un polémico libro sobre el celibato sacerdotal, en cuya elaboración participó Benedicto XVI y que fue visto como una intromisión en el pontificado de su sucesor.
Con el cuerpo del papa emérito todavía presente, ya que no será sepultado hasta este jueves, una vez concluido el funeral presidido por Francisco en la plaza de San Pedro del Vaticano, Ganswein ha comenzado a ajustar cuentas con el pontífice argentino. En una reciente entrevista concedida al semanario católico germano Die Tagespost, el hombre más cercano a Ratzinger durante los últimos veinte años critica a Bergoglio por haber puesto límites en el 2021 a la celebración de misas en latín con el rito previo al Concilio Vaticano II. Le enmendaba así la plana a Benedicto XVI, que había abierto la mano en el 2007 en un intento de seducir a los sectores más conservadores de la Iglesia. Este recorte último de Francisco le provocó un «dolor en el corazón» a su sucesor, marcando además una «ruptura» entre ambos pontificados.
Al bombazo que ha supuesto la entrevista se une la expectación que ha generado lo que pueda añadir Ganswein en el libro de memorias sobre su relación con recién fallecido pontífice, titulado Nient'altro che la verità (Nada más que la verdad) y que se publicará en italiano la semana que viene. Según el texto promocional de la editorial, contará «su verdad» frente a las «siniestras calumnias y a las oscuras maniobras» que habrían tratado de enfangar el magisterio de Benedicto XVI, «demasiado a menudo calificado injustamente por los críticos como el panzerkardinal o el Rottweiler de Dios». El secretario personal de Ratzinger siempre ha defendido al papa emérito en entrevistas previas.
El ajuste de cuentas en el que se ha embarcado Ganswein es una manifestación del larvado choque que se vive dentro de la Iglesia católica entre el sector aperturista y el conservador, con la misa en latín como uno de los más abiertos campos de batalla. Esta según Ganswein ha supuesto durante siglos «una fuente de vida espiritual» para muchos santos, por lo que resulta «imposible imaginar» que ya no tenga «nada que ofrecer». Cardenales afines a Francisco como Arthur Roche, máximo responsable del ministerio vaticano encargado de la liturgia, consideran en cambio que estos ritos previos al Concilio Vaticano II se han utilizado como «motivo de división» al ser «instrumentalizados por visiones ideológicas» por parte del sector más conservador.
La toma de posición pública de Ganswein en este asunto contrasta con el mutuo respeto que siempre se mostraron Francisco y Benedicto XVI durante los cerca de 10 años en los que el alemán fue papa emérito. En la audiencia general que presidió este miércoles en el Aula Pablo VI del Vaticano, Bergoglio volvió a recordarlo con cariño calificándolo de «maestro de la catequesis» y aplaudiendo su «pensamiento agudo y educado», destacando que era «eclesial» y no «autorreferencial».