La herramienta de Tencent es indispensable en el día a día del gigante asiático, y permite hacer todo tipo de gestiones, desde transferencias de dinero o pagar en comercios a pedir un taxi, comida a domicilio, gestionar las cuentas bancarias o hacer trámites administrativos
10 ago 2023 . Actualizado a las 18:03 h.No es casual que Elon Musk haya puesto sus ojos en WeChat, la superapp china que el magnate quiere replicar en Occidente bajo el nombre de X. WeChat es lo que se puede considerar una «app total», un programa que parece, a primera vista, otra versión más de WhatsApp, pero bajo el que se centralizan prácticamente todas las acciones que el ciudadano necesita en su día a día, y que no tiene parangón en ninguna aplicación móvil occidental. WeChat es WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, Telegram, Uber, JustEat, Bizum y Tinder, todo en uno.
Pero es más, mucho más: sin salir de la app móvil, cualquier usuario chino puede hacer cualquier gestión del día a día, desde pagar en comercios, manejar sus inversiones o gestionar las cuentas bancarias hasta pedir comida a domicilio, un taxi o reservar habitación en un hotel o mesa en un restaurante, e incluso pagar facturas o tramitar un divorcio. Un programa móvil sin el que es prácticamente imposible sobrevivir en China y que permite una comodidad virtual difícil de imaginar aquí. Eso sí, a costa de una recopilación de los datos de los usuarios que no tiene precedentes. Para entender la importancia de WeChat, y el interés de Elon Musk por trasladarla a nuestros móviles, vamos a desgranar las múltiples virtudes de esta gran plataforma que nos todo nos da, y a la que damos todo.
La vida es un gran QR
La vida diaria en China está rodeada de códigos QR, y buena parte de la culpa la tiene WeChat.
Ya desde el momento de conocer a cualquier persona nueva en China. «¿Te escaneo o me escaneas?», es la frase por excelencia al establecer el primer contacto personal con alguien. Ni número de teléfono ni Instagram ni nada parecido. Al conocer a una nueva persona, se abre la app de WeChat y uno se lanza a mostrar el código QR para que el otro lo escanee, y así pasa a formar parte de nuestros contactos en la red social por excelencia del gigante asiático.
Lo mismo sucede para los pagos, que supusieron la primera gran revolución en WeChat. Ya sea en una tienda local o en un vendedor ambulante de mandarinas en una montaña remota, el comerciante muestra un código QR y nosotros lo escaneamos desde nuestra cuenta de WeChat, introducimos la cantidad y autorizamos el pago; le mostramos la prueba al comerciante, y la operación queda hecha. Igual sucede en las compras online. No hace falta meter tarjetas ni recordar la caducidad, el código de seguridad o el número PIN. Escaneamos el código QR correspondiente que se muestra al final de la compra y, tras la autorización en nuestro móvil, ya sea con nuestra contraseña numérica o con la huella digital, la transacción queda hecha en cuestión de segundos.
En los supermercados es aún más fácil. Con el mismo lector de códigos de barras con los que se escanean los productos, la persona que está en la caja nos pregunta si vamos a usar «Weixin» (así es el nombre en chino de la app, que significa «micro-mensaje») y solo tenemos que mostrarle nuestro código QR de pago para que descuente de nuestro saldo el montante total de la compra.
Tanto es el uso de WeChat para las compras que, en China, han pasado prácticamente de forma directa desde el uso del efectivo al pago por móvil, sin conocer apenas la utilización de las tarjetas de crédito, que ha sido residual como método de pago entre la mayoría de los ciudadanos. Su única competencia en China es AliPay, la plataforma de pago de su gran rival, Alibaba, matriz de la famosa tienda global AliExpress.
Mucho más que chats
Pero el flujo de dinero que posibilita WeChat no solo se hace a través de los códigos QR, sino también en los propios chats personales, que incorporaron mucho antes que WhasApp funciones como los audios (limitados, eso sí, a un minuto) y que cuentan incluso con traducción instantánea. A simple vista, son como cualquier conversación de WhatsApp, pero en China cumplen también la función que en España tiene Bizum, aunque aún más ágil. En el propio chat con un colega o con un grupo de personas, y del mismo modo que enviamos una fotografía, un archivo o un vídeo, WeChat permite también hacer transferencias de dinero, sin ningún coste y de manera inmediata. Es posible porque WeChat se vincula directamente a nuestra cuenta bancaria o a nuestras tarjetas de crédito, que se pueden gestionar, además, a través de la propia aplicación. Se calcula que hay más de 200 millones de tarjetas de crédito vinculadas con la plataforma.
La app permite también dividir fácilmente las facturas para repartir de forma ecuánime el importe de una compra, una comida o una ronda de bebidas, en un sistema semejante al que permiten apps como SplitWise.
Aparte de una transferencia normal, y muy en sintonía con las tradiciones chinas, WeChat también permite otra opción muy popular entre sus usuarios: los sobres rojos. Imitan una costumbre del gigante asiático, donde, en acontecimientos importantes (como una boda, un cumpleaños o la celebración del año nuevo chino) se regalan dinero metido en unos llamativos sobres de ese color, identificado con la fortuna y la buena suerte. Los sobres rojos de WeChat tienen varias particularidades con respecto a las transferencias normales: el receptor no conoce de antemano la cantidad que le estamos enviando; se puede mandar un mensaje y una imagen personalizadas acompañando al «regalo», y, además, permite, en chats grupales, enviar una cantidad general que se reparta de forma aleatoria entre quienes abran el sobre. Puede parecer una nimiedad, pero estas sorpresas en forma de pequeñas cantidades de dinero son estrategias de mucho éxito tanto en grupos de amigos como en chats de algunos negocios, como bares o restaurantes, para fidelizar a la clientela a la que tienen añadida en WeChat.
Los negocios, también amigos en WeChat
Esta es otra de las grandes bazas que tiene WeChat. Las herramientas de la app permiten a las empresas interactuar de muchas formas más directas con sus clientes. Casi cualquier negocio chino cuenta con un código QR en el local que permite suscribirse a su canal de noticias, y muchos pequeños comercios forman grupos privados en los que incluyen a sus clientes habituales. Los usuarios pueden enterarse así de las noticias sobre esos negocios, hacerse socios y conseguir descuentos o contactar con los responsables para conseguir información. Unas herramientas, ya disponibles en aplicaciones como Telegram, que se han imbricado profundamente en el día a día de los residentes en China, quienes no tienen ninguna duda de que, a través de WeChat, podrán ver en un par de clics qué eventos u ofertas hay cada día en sus locales de confianza.
Las acciones del día a día
Y precisamente es en los servicios del día a día en lo que se puede considerar que WeChat es la app total, a través de los conocidos como miniprogramas, que supusieron la gran revolución de la plataforma junto a los pagos electrónicos y que ya se cuentan por cientos de millones.
Esta herramienta permite que los desarrolladores creen programas de, como mucho, 10 MB, que se instalan dentro del propio WeChat. Y ahí hay de todo. Todo lo que cualquier ciudadano o consumidor necesita en su día a día, desde trámites gubernamentales a servicios de empresas privadas: se pueden controlar las inversiones financieras, gestionar las pólizas de seguros, pedir asistencia legal, llamar un taxi o un chófer privado, recargar la tarjeta del móvil, operar en las cuentas bancarias, reservar billetes de tren, avión o habitaciones de hotel, pedir comida a domicilio y reservar mesa en un restaurante, entre muchas otras cosas más. Porque las posibilidades son ilimitadas. Casi cualquier aplicación imaginable tiene su versión en estas miniaplicaciones que se usan sin tener que abandonar WeChat.
Una red social para contactar… y para ligar
Las cosas que se pueden hacer sin tener que salir de la app no se acaban ahí, porque WeChat también tiene su parte de red social, a medio camino entre Facebook, Instagram o Twitter. Se hace a través de los conocidos como Momentos, publicaciones en las que se pueden compartir fotografías, canciones, links o simplemente mensajes, y a los que se puede marcar con un «Me gusta» o hacer comentarios, que, eso sí, solo pueden leer el autor del post y los contactos que tengamos en común.
La superapp también se ha ido subiendo al carro de otro de sus grandes competidores chinos, Douyin, cuya versión internacional conocemos como TikTok, y ha abierto en los últimos tiempos la opción de Canales, un feed de vídeos muy semejante a los Reels de Instagram.
A esto se unen, además, una serie de funciones para conocer gente que acercan al WeChat a aplicaciones de citas como Tinder. A través de la app podemos contactar con gente que no esté entre nuestros amigos, de varias formas: o bien con la ubicación, con quien podemos ver quién está cerca —siempre que tenga activada también esta función— o con la curiosa herramienta Sacudir, que consiste en que, al agitar nuestro móvil, podemos entrar en contacto con alguien que esté haciendo eso mismo en cualquier parte del mundo.
App personal… o de trabajo
WeChat ya lo tenía todo para entrar en nuestra vida personal de cualquier forma posible. Pero ahora también se ha lanzado a gestionar nuestra vertiente profesional, con lo conocido como Enterprise WeChat, similar a la popular Slack y con funciones propias de Skype, y que permite gestionar calendarios de vacaciones y libranzas, turnos, mostrar que no estamos en horario laboral a nuestros contactos profesionales y también hacer llamadas telefónicas sin coste añadido.
El mayor temor: la privacidad
Por supuesto, si hay algo de Wechat que levanta todo tipo de suspicacias es que, para conseguir toda esta comodidad, tenemos que ceder, a cambio, muchísimos datos personales muy golosos para cualquier compañía. Con todo en una sola herramienta, Wechat sabe dónde estamos, qué compramos, qué transacciones económicas hacemos, con quién contactamos y hasta de qué hablamos. De hecho, ha sido una de las mayores reclamaciones de las organizaciones de derechos humanos, que alertan de la censura y el espionaje que puede ejecutar el Gobierno chino —con quien la app comparte sus datos— sobre sus ciudadanos, ante la centralización de tantas funciones en un solo lugar.
Las autoridades chinas utilizan las conversaciones privadas de WeChat como pruebas ante un delito, y también llegan a censurar ciertos términos problemáticos o imágenes sensibles desde el punto de vista político.
Está claro que la recopilación de datos de una app tan completa, y el poder que otorga ese volumen de información, son uno de los platos más jugosos que Elon Musk quiere degustar con la transformación de Twitter hacia la nueva app total: X.