El enólogo rendido al arte de la cerámica

SOCIEDAD

Alfonso Otero Regal, este martes en su taller-estudio de Xunqueira, en Viveiro
Alfonso Otero Regal, este martes en su taller-estudio de Xunqueira, en Viveiro XAIME RAMALLAL

Con 71 años, Otero Regal sigue creando, investigando desde Viveiro para el mundo. Quien logró el Premio Nacional de Artesanía no renuncia al origen, al diseño, a las vanguardias del siglo XX y a lo artesano

20 sep 2023 . Actualizado a las 11:10 h.

Aún sin pisar Mijas, el ceramista Alfonso Otero Regal reconoce que hubo una época en la que vendía más en el municipio andaluz que en el de Viveiro, donde hace varias décadas abrió su taller Regal Cerámica y donde está al frente del complejo cultural y museístico RegalXunqueira. El artista regresó este lunes de Madrid de la feria Intergift, a la que acude desde sus primeras ediciones. Vuelve con una sensación agridulce, constatando la reducción de la cifra de expositores ceramistas y consciente de los cambios que acechan al sector.

A sus 71 años sigue al pie del cañón, trabajando «legalmente». «Son unha rara avis», reconoce el creador mariñano, premio nacional de artesanía en el 2011, cuya obra se vende en España y se exporta a Inglaterra, Oslo, Irlanda, Senegal, Países Bajos, Francia, Italia, Líbano, Emiratos Árabes... Otero Regal llegó a exportar a Australia y también a Rusia, pero actualmente donde más vende es en Galicia. Antes del covid —puntualiza— Cataluña era una plaza muy fuerte. Tiene dos puntos de venta en Viveiro, comercializa online y en tiendas especializadas, y atiende encargos personalizados. A miles de kilómetros del taller viveirense llegan piezas elaboradas con material de las tierras del norte gallego: cuarzo de O Barqueiro, feldespato de Silán y caolines diferentes de Barreiros y Fontao (Foz).

El artista, natural de la parroquia focense de Nois, incide en que es un proceso 100 % gallego, desde el diseño a la elaboración (las piezas soportan altas temperaturas, de 1.340 grados), la comercialización e incluso la investigación y el desarrollo, una fase para él relevante. Sostiene que las creaciones gozan de carácter diferencial, tienen valor añadido, y en su firma producen variedad pero no cantidad.

El primer obrador lo montó en la ciudad del Landro hace unas cuatro décadas y con el paso de los años abrió el complejo cultural, donde además del taller de cerámica y experimental, se aloja un espacio comercial y, al otro lado del jardín, dos museos, uno que ayuda a entender y a profundizar en la trayectoria de Otero Regal y donde también se pueden contemplar obras de sus admirados Miró, Tàpies, Llorens Artigas, Chillida, Picasso, Rosa Ramallo, Permuy, cerámicas de Margit Denz, Emidio Galassi o Alberto Hernández, y otro centro museístico de la piel, que otrora fue una fábrica de curtidos. El complejo ya ha recibido cerca de 100.000 visitantes, apunta el creador, satisfecho cuando ve que el público reconoce sus obras. Emplea óxido de cobalto y pinceles de caligrafía japonesa, óxido de hierro «que esgrafiamos posteriormente», además de incorporar color desde hace varios años a más de 70 piezas.

Si volviera a nacer, «gustaríame volver ser ceramista», reconoce el artesano. De familia humilde, dice que estudió con becas y que tuvo la suerte de formarse con Puchades. Afirma que aunque en Barcelona cursó estudios de perito agrícola y se especializó en enología, siguió pintando y exponiendo. Se formó en la Escuela Massana, trabajó en talleres y en murales como los de la antigua estación de tren de Zaragoza o el de Campsa en Madrid, ejerció como técnico en fundición en Asturias, fue monitor formativo en Sargadelos... Y hoy sigue haciendo arte con cerámica, ultimando la creación de una fundación e invitando a reflexionar sobre lo nuestro: «Hai que formar á xente. O 99 e pico por cento dos pratos nos que comemos están feitos no quinto carallo».