Nana triste

David Suárez Alonso
David Suárez CINCO UVES DOBLES

SOCIEDAD

19 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Mi padre se levanta de la butaca, deja un por cierto en el aire y empieza a rebuscar entre los recortes y notas de una de sus libretas. Lo encuentra y me pregunta: «¿Conoces a Natalia Lacunza y Guitarricadelafuente?». Mi primera respuesta, como tantas otras veces, es un poco vaga. Umm... creo que ella salió de Operación Triunfo y tiene también una colaboración con Leiva. Si a estas alturas sigue sonando en la radio, probablemente quedase segunda. De él, aporto incluso menos datos. Últimamente está en todos los festivales y mi sensación es que salió de la nada de repente con ese vozarrón que parece no corresponderle. Mientras busco más cosas sobre ellos en Google, mi padre pone Nana triste en su ordenador. Se sabe bien la letra, canturrea y se recrea en ese «no te culpo de mi mal» que parece sacado de una ranchera y en los toques más flamencos. La deja sonar hasta el final mientras me mira con su cara de cómo no puedes conocer esto. Cuando acaba solo dice una frase: «Pues estos chicos valen».

Vuelvo a la realidad. No es un recuerdo, es un engaño. Nada de esto ocurrió. Esta vez fui yo el que se topó por casualidad con la canción en la radio. Apenas 30 segundos me bastaron para saber que le hubiese fascinado. Que sería una de esas canciones que mi padre apuntaría en la esquina de una de sus libretas. Allí quedaría entre recortes de periódico, frases escogidas de los últimos libros que había leído e ideas que se le iban ocurriendo. Una anotación que, todavía no entiendo muy bien cómo, encontraría rápido cuando quedásemos para comer y así podría poner la canción. Todas estas imágenes vienen a mi cabeza en bucle cada vez que suena la nana triste. No lo puedo evitar. Mientras ellos cantan «a ti te maldigo» yo repaso en mi cabeza todas esas cosas en las que, pasados más de seis años desde su muerte, todavía no he podido avanzar. Sigo sin atreverme a abrir el baúl donde guardé sus últimas libretas. No consigo leer nada de lo que dejó escrito. Ni tan siquiera he podido quitar el cedé de música clásica que dejó puesto en el reproductor del coche que heredé. Lo dice la canción. Hay castillos que se construyen con lágrimas de sal.