José Luis García, sexólogo: «Hay niñas teniendo sexo con dolor porque creen que es lo normal, lo que esperan de ellas»

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

José Luis García, antes de una charla sobre menores y porno en la sede de Afundación
José Luis García, antes de una charla sobre menores y porno en la sede de Afundación PACO RODRÍGUEZ

El doctor en psicología clínica propone crear películas eróticas cortas destinadas a adolescentes para erradicar el porno violento que ven ahora

17 ene 2024 . Actualizado a las 18:23 h.

El doctor en psicología clínica, conferenciante y escritor José Luis García Fernández lleva más de 40 años trabajando como sexólogo y más de un decenio pidiendo medidas como las que ahora propone el Gobierno.

—¿Cómo valora la iniciativa del Gobierno para vetar el acceso de los menores al porno?

—Oír de un político que van a hacer algo es esperanzador, porque es la primera vez que un político de la categoría de Sánchez dice que va a hincarle el diente a algo de este tipo. Por lo tanto, bienvenidas sean esas noticias porque no podemos seguir como estamos. No puede ser que los menores accedan sin ningún control a vídeos de una brutalidad sexual terrible y consideren que eso puede ser validado como normal porque no tienen otra alternativa. Ni en las casas ni en las escuelas se les habla de esos temas que a todos los chavales y chavalas les interesan. Ese es el verdadero problema y ha ocurrido en todas las generaciones. Todos hemos aprendido sexo como buenamente hemos podido. La diferencia de ahora con hace 40 o 50 años es que las webs porno —sobre todo las de carácter violento, que según algunos estudios suponen el 90 %— son el referente educativo de muchos jóvenes. Eso no podemos permitirlo por más tiempo, es una barbaridad. No se trata de una cuestión ni ideológica ni religiosa. Sabemos perfectamente que la adicción es una consecuencia directa del consumo de pornografía, sobre todo cuando es precoz y abusiva. Sabemos que hay alteraciones cerebrales, consumo de prostitución, que incrementa la precocidad en las relaciones sexuales... No usan los condones porque en el porno no hay condones y algunas infecciones sexuales han aumentado un 250 %. Vamos a tener problemas de prostitución y sobre todo la idea de que la sexualidad es violencia. A mi como profesional de la salud me parece terrible que un chico crea que la violencia sexual es permisible. Para mi la sexualidad es una dimensión positiva de la vida que no tiene nada que ver con la violencia. Entonces me entristece mucho que estos chicos y chicas crezcan pensando que el hombre tiene que ejercer violencia y la mujer someterse. Me parece terrible. Yo me dedico a que la gente tenga buenas relaciones sexuales y que disfrute del sexo. Resulta que la pornografía es justo lo contrario.

—¿Hasta que punto puede afectar a la configuración del cerebro?

—Por eso yo a los adultos los dejo en paz. Son ya mayorcitos para tomar sus decisiones. Si alguien me pregunta yo le voy a decir los riesgos, por supuesto. Pero me preocupan más los menores porque tienen un cerebro en construcción. El cerebro humano no madura hasta los 25-26 años. Por lo tanto, desde los seis, ocho, diez años todo lo que experimenten, vivan o sientan afecta a la plasticidad cerebral. Va a determinar el propio cableado neuronal y las experiencias posteriores. Una experiencia desagradable o un abuso sexual en la infancia tiene unas consecuencias demoledoras en el futuro. Y yo creo que estar viendo porno de esas características puede ser una experiencia traumática para un niño seis, ocho o diez años. Sin duda ninguna. Encima, no se lo va a decir a nadie, lo va a vivir en su cabeza y a lo mejor se excita. La vivencia puede ser muy, muy preocupante. Hay que darse cuenta de que hay chavalitos que ven 5.000 horas de pornografía antes de los 20 años. Si aceptamos que un anuncio en televisión de 20 segundos influye en las actitudes y las conductas de los espectadores, cómo no va a influir ver 5.000 horas de pornografía violenta. Claro que influye decisivamente. La pornografía es el manual de instrucciones 3.0 de las primeras relaciones sexuales de los chavales. Si no tienen otro modelo validan ese como normal. Además es un modelo que les excita, con el que se masturban y eso le da un valor y una impronta muy especial. El poder adictivo del porno es superior al de otras drogas, yo lo tengo muy claro. De hecho, se consume de manera muy generalizada. Prácticamente la totalidad de los chavales de 20 años ya han visto porno.

—¿Influye en los roles de relación social entre hombres y mujeres?

—Influye decisivamente. La psicología tiene aportaciones muy brillantes en el aprendizaje por modelaje, por ejemplo. Aprendemos a través de modelos y esto ocurre en la familia, en las películas... en muchos sitios. Los chicos y las chicas repiten, emulan, tratan de reproducir aquello que han aprendido. Hay muchos procedimientos psicológicos que explican esto, pero el porno es un problema de comportamiento. Un actor y una actriz se comportan de una manera determinada. Se excitan entre ellos y se lo pasan muy bien. El chico que está viendo eso también se excita y se masturba con ello. El placer sexual es un refuerzo muy importante de aquello que está viendo. Si eso lo repetimos durante 5.000 horas acaba produciéndose, por la plasticidad cerebral, una conducta repetitiva. Puede ocurrir que solo le excite eso, la violencia, y ahí tenemos un problema. De hecho el consumidor de pornografía va a preferir la prostitución porque es incapaz de tener una relación sexual normal con una pareja normal. Ya no le excita en absoluto. En la pantalla tiene un montón de estímulos novedosos y cada cual más potente. La industria lo sabe y quiere enganchar a los consumidores con productos novedosos. La revista The Economist estima que habría 700 millones de webs porno en el mundo. Si cada una de ellas tiene 8, 10 o 12 millones de vídeos, es una auténtica locura. Insisto en que es un manual de instrucciones, lo validan como tal y cuando tengan oportunidad de mantener relaciones sexuales lo van a llevar a la práctica.

Únete a nuestro canal de WhatsApp

—¿Qué consecuencias tiene esta manera disfuncional de acercarse a la sexualidad?

—Si las chicas reproducen el sometimiento, porque es su papel, su rol, como ocurre en las películas, van a pensar que eso es lo normal. Y entonces tienen que dejarse hacer. Hay niñas que tienen relaciones sexuales con dolor. Esto es muy grave. Y lo siguen haciendo porque el novio se lo pide, porque es lo normal, lo que creen que se espera de ellas. Y es muy probable que estas niñas tengan problemas sexuales serios en el futuro. Van a rechazar el sexo, lo van a odiar, porque para ellas ha sido una experiencia traumática.

—¿Qué opinión le merece la utilización en el porno de mujeres con rasgos y estética infantiles?

—Es una barbaridad. Hay géneros del porno de incesto puro y duro. Películas entre la madre y el hijo, el abuelo y la nieta... con títulos terribles, brutales. Yo creo que eso puede fomentar los abusos sexuales. Si un señor se excita solo con eso tenemos un problema. A los pedófilos —y cada vez hay más—, cuando los pillan, les encuentran en plan 400 gigabytes de pornografía infantil. Y todos los depredadores y asesinos sexuales que han detenido son grandes consumidores de porno, lo reconocen. De hecho, cuando les pillan, los abogados en los juicios utilizan como eximente: «Oye es que mi cliente es adicto a la pornografía». Por tanto, para los adolescentes todo esto es muy real. ¿Cómo vas a competir con un orgasmo, es muy difícil?

—¿Puede conducir el consumo de porno a la disfunción eréctil?

—El hombre se acostumbra a una serie de estímulos sexuales que le da seguridad, le da tranquilidad. La pantalla no le exige ningún esfuerzo, ni de ligar ni de nada. Esto, por la neuroplasticidad de la que hablamos, queda condicionado de tal manera que una relación sexual normal ya no le excita. No tiene erección. El nivel de estímulos sexuales que necesita para tener una erección su pareja no se los va a dar. Por eso suele haber problemas de pareja. Lo que hacen es que van a una mujer prostituida y por 30 euros le hace lo que sea. Pero donde él se excita realmente es con la pantalla, porque está seguro. La relación real con una mujer ya no le da seguridad y falla. La ansiedad anticipatoria de que va a fracasar le hace fracasar. Hay muchos estudios que sugieren que los grandes consumidores de pornografía también pueden tener disfunción eréctil.

—¿Son reversibles estos daños?

—Claro, yo he estado 36 años en una consulta clínica sobre esto. Hay de todo. Es como el tabaco o como el alcohol. Depende de cuántos años llevas consumiendo y demás. La adicción, por ejemplo, es una enfermedad y tiene solución claro. Hay que ponerse en manos de un profesional y con técnicas científicas y profesionales se puede salir de esa adicción. Luego una persona que ve la violencia como única manera de tener sexo va a exigir un terapia de reestructuración y de reeducación, claro. No es fácil porque si son muchos años acostumbrado a excitarse con eso, modificarlo es difícil pero es posible. Hay gente que es adicto a la heroína y puede salir.

—¿Por qué dice que la solución solo puede ser educativa?

—No veo otra solución que la educación. Las restricciones legales son interesantes, los controles parentales son interesantes, poner un acceso de identidad a las webs porno..., pero si no hay un complemento educativo no conseguimos nada. La pornografía desaparecerá cuando deje de consumirse y solo entonces. Por lo tanto, lo que tenemos es que capacitar a los chavales para decirles que no consuman ese tipo de pornografía que les hace daños, igual que les decimos que no consuman tequila o aguardiente de 60 grados. Que si tienen sed se tomen una cerveza sin alcohol, aún a sabiendas de que en algún momento se van a tomar un tequila. Ahí está la clave. Es decir, las personas adultas toman decisiones sobre su salud y los menores también tienen que aprender a tomar decisiones. Yo lo que propongo —es muy político, pero estoy convencido de que tiene todo el sentido— es que hay películas sexuales y eróticas cuyo consumo racional y controlado no tendría por qué suponer un problema, a diferencia de las películas pornográficas violentas. Yo creo que es la clave porque el deseo sexual necesita estímulos sexuales. Un señor de 60 años necesita estímulos sexuales y a lo mejor una peliculilla le va bien. Pues perfecto. El problema es que no tenemos películas eróticas de cinco o diez minutos para adolescentes. Hay que hacerlas. No tenemos esas películas y entonces es muy difícil competir con el porno, que tiene de todo.